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Me Cago En Mi Vida

Crónicas Murcianas

MOMENTO GLORIOSO

MOMENTO GLORIOSO

Disculpad mi brevedad. Se debe, principalmente, a que ya estoy trabajando en mi tesina, a los gloriosos Proseturnos y a mi adicción al X3 Reunión. Pese a todo ello, no podía dejar de comunicar al mundo este momento vivido hace tan sólo un par de horas.

 Estábamos tirados en el salón Murci y yo, cuando recordé comunicarle una gran noticia:

 ¡Tío! ¡Ya está en Internet el trailer de Rambo IV!

No habría pasado de eso si Murci, con toda su murciana inocencia, no hubiese contestado:

 ¿En serio? ¿De qué va?

Luego ha tratado de arreglarlo, visto mi ataque de risa, preguntando que cuál es la excusa que tiene ahora el super excombatiente para diezmar la población de un país comunista, pero le he dejado claro que se trata de Rambo, un hombre que no necesita excusas para matar.

EL TRENECITO

EL TRENECITO

La vida de Murci ha cambiado desde que se ha integrado en el mundo de la seguridad privada. A parte de tener que hacer un mogollón de rondas, de guardias en obras vacías y, por alguna desconocida razón, custodiar unos valiosísimos cuadros antes de una subasta (¡Con dos cojones! Respondió un compañero al que se lo comenté), hace poco descubrió su servicio predilecto: Acompañar al técnico que repara cajeros automáticos. Durante unas horas, nuestro amigo se sentó en el asiento del acompañante del coche del técnico, unos minutos de pie junto a él, y varias horas más en un bar hinchándose a cerveza... conociendo al personal con el que trabaja... haciendo amigos. Mientras me contaba estas andanzas, me confesó esta nueva historia, que pasará a los anales de este blog como nueva Crónica Murciana:

 

Quien más y quien menos recordará aquella crónica murciana en la que nuestro insigne protagonista suspiraba por la esposa de un mafiosete (digamos el dueño de varias discotecas). Esa amiga que se acostaba sobre el lecho de Murci (de hecho sobre el propio Murci) con el sencillo objetivo de echarse unas risas y comprobar la capacidad de nuestro niño de verdad para controlar sus erecciones.

 

Pues resulta que esta chica, toda una inversión en silicona por parte de su señora madre, mantenida al parecer en su Venezuela natal por las remesas de divisas que la chica sacaba a su marido, ha cambiado al mafioso de tres al cuarto por un borjamari más normalito... al fin y al cabo, seguirá teniendo acceso a coches de alta cilindrada y la relación le permitirá mantener su alto nivel de vida. Sin embargo, tanto la chica como su retorcido sentido del humor, decidieron invitar a su casa[1] al bueno del murciano con la excusa de “arreglar su ordenador”. Algo que nuestro Murci debió interpretar como “Arreglarle el ordenador y luego desatascarle las cañerías”.

 

Le dejó la rubia caribeña en el salón mientras hacía como que limpiaba la casa (y nadie explicó al chico qué herramienta de limpieza doméstica emite un característico zumbido), y le propuso que viese la televisión en su ausencia. ¡Pobrecillo! Nada más apretar el botón del mando a distancia vio ante sus ojos cómo se desarrollaba una secuencia de una película porno con el volumen a toda hostia (¿Qué herramienta de limpieza doméstica emite un sonido parecido a una carcajada?). En defensa de una imagen pública compuesta de decencia y honor, el bueno de Murci cambió de canal...

 

PORNO

 

Varias veces...

 

PORNO

 

PORNO

 

PORNO

 

¿Es que esta chica no ve telenovelas o qué? Cualquiera que fuese el canal seleccionado, lo único que parecía sintonizar la televisión eran programas culturales para adultos. Andaba el pobre apurado, sin saber exactamente en qué mano tenía el mando del televisor y en cuál su “otro mando a distancia” cuando sonó el timbre. ¡Toma ya!

 

Resultó que no era el “Borjamari”, sino dos amigas de la buena (la buenorra) de la chica con uno de esos amigos “tan especiales” que suelen tener este tipo de chicas. Uno de estos hombres sensibles, apuestos y bien vestidos, de los que bailan bien y tienen una perfecta relación con sus madres... vamos que era un gay.

 

¿Y ahora qué? Se preguntó nuestro hijo predilecto de la huerta de España. ¿Me tocará hacer un “Trenecito”? Pues es un pequeño precio a pagar por “acceder al conocimiento interior” de tan notable rubia, por “afilar el lápiz”, por “matar topos”, por cumplir su fantasía de echarle un casquete de proporciones cósmicas a la rubia de sus sueños. Claro que la rubia tenía otros planes… o eso le pareció percibir por su lenguaje corporal. Sobra decir que sus amigas y su amigo “sensible” tampoco estaban por la labor.

 Pobre Murci. Qué cerca ha estado. Probablemente esté considerando la posibilidad de emborrachar a esta señorita tan provocativa (un Borjamari no reacciona igual que un mafioso), y si la chica resulta abstemia, siempre le quedará el cloroformo.


[1] Es una forma de hablar. Esta “Barby” (sé que se escribe Barbie) viene con los complementos habituales de la “Barbie Divorciada”: El coche de Ken, la casa de Ken, la tarjeta de crédito de Ken...

¿QUIÉN ES ESE TAL MURCI?

¿QUIÉN ES ESE TAL MURCI?

El fútbol y las apuestas, cuando se combinan, dan unos resultados realmente curiosos. Es como la Matemática no lineal y la Teoría del Caos, el margen de error de las ecuaciones es tan alto que el resultado de la misma es imprevisible... o raro... o qué sé yo, al fin y al cabo estudié Letras Puras. Estaba eligiendo el camino de mi educación, y mi previsible futuro laboral en la secretaría del instituto al que iba cuando, como si se tratase de un bar, un tipo muy parecido al Moe Sislack (el de Los Simpsons... vamos) me preguntó, como si hubiese pedido un sándwich “¡Las Letras las quieres Puras o Mixtas!”.

 

El hecho es que estábamos en el bar del Miguel viendo el Barça-Chelsea, y a los cuatro minutos había perdido mi apuesta en la porra... siempre me pasa lo mismo. Había bote desde el partido del Madrid contra el Barcelona: Todo iba de puta madre desde los primeros minutos (yo es que aposté por un 1-0 y un partido aburrido... cuando noté el pedazo de chaparrón que caía sobre Madrid me empecé a frotar las manos) pero tuvo que llegar el HIJO DE PUTA de Van Nistelrooy a joderme la porra. En realidad el resultado me importa un rábano, pero eran mis 50 céntimos...

 

Para variar, aposté por un resultado corto, realista... y por un partido aburrido. 0-1 para los ingleses. A los cuatro minutos todo a la mierda. Ya en la segunda parte, Baby había perdido toda esperanza de llevarse el bote de 37,50 eurillos, pero como participaban sus compañeras y compañeros de la Biblioteca, empezó a apoyar una opción de que todo quedase en casa... y casi se la llevan El Gurú y el novio de no sé quién de la Biblio (un 2-1) peor no. De todas las posibles apuestas, de todos los posibles resultados, tuvo que ganar Murci.

 

A la mañana siguiente, en el tablón de anuncios, apareció la lista de los premiados... o mejor del premiado que un día se convirtió en un niño de verdad... subrayado cincuenta mil veces y con anotaciones como:

 “Queremos saber quiénes ese Murci” “Exigimos que el tal Murci se pase por aquí e invite a algo” 

Y la más divertida:

 “Baby, sabemos que te has inventado un personaje ficticio para largarte a Méjico con el dinero de la Porra” 

Bueno, creo que el coste de la vida en Suiza no permitiría a una hipotéticamente corrupta Baby sobrevivir más de veinte minutos... quizá en Uganda[1]...

 Pero ¿Quieren saber quién es Murci? Seguid este enlace y lo descubriréis... vamos, que ya sé que en la Biblioteca, más que trabajar, leéis este blog. Si recojo los suficientes comentarios se procederá a facilitar la dirección del interfecto a los apostantes más cabreados.


[1] Mis disculpas al noble pueblo ugandés, que tanto ha sufrido a lo largo de la Historia y... ¡Joder! ¡Utilizad el formulario Standard!

"EL DESATRANCAMULAS"

"EL DESATRANCAMULAS"

La incursión de Murci en la jungla de las relaciones laborales, Telepizza a parte, vino de la mano de un familiar que poseía (a pachas) una modesta empresa de construcción. Porque la construcción fue, como si dijéramos (o mejor como si lo dijera Bush) su primer trabajo “de verdad”.  Las relaciones lésbico-rasta-fraternales que se dan en el mundo del reparto de pizza a domicilio, o la recogida estival de hortalizas y frutas (del bosque o no) no eran lo que nuestro “niño de verdad” esperaba del mercado laboral, lo que alguien con muchísimo sarcasmo, o bien con un pésimo sentido del humor, llamaría un “trabajo de hombre blanco”. Claro que en la construcción tampoco abundan quienes, al parecer, dan ese nombre tan raro al contrato indefinido y los sueldos por encima de los mil eurillos.

 

La construcción es una jungla de acero y hormigón, de mortero, de sudores, de camisetas tipo imperio, de accidentes laborales y de fiambreras con bocatas y cartones de vino barato. Pero topicazos a parte, es un mundo de gente con mucha mala leche. Sobre todo en verano. Cuando el calor aprieta, casi no hay lugares con sombra, y sólo uno de la cuadrilla (curiosamente el enchufado del jefe) tiene la única solución (a la que llamaremos botijo) es cuando se despierta la necesidad de solidaridad, de hermandad entre colegas de currelo, el instinto de manada. Es cuando el calor y la sed aprietan cuando nunca, pero nunca, nunca; debe aparecer el cáncer de la cuadrilla, el individuo que no juega en equipo y que merece que un engordado Robert de Niro le cosa a batazos, un individuo de actitud insolidaria y anti-fraternal (al que podríamos llamar hijo de la grandísima puta)

 

El botijo es mío y bebe de aquí quien yo digo, habría dicho el infantiloide currela ante el justo requerimiento de sus compañeros, de sus hermanos de andamio. Algo que, como en toda camada de gatitos, como en toda manada, debe ser corregido. Veamos cómo se las arregló la cuadrilla.

 

Vengo de la farmacia. Esto es “Desatrancamulas” y sé quién se lo va a beber todito. El problema es que deja cierto regusto, e inutilizaría nuestro objetivo durante semanas (nadie quiere perder tiempo de hacer mezclas, de cargar y colocar ladrillos por estar “cagamurciándose” todo el día) así que atacaremos durante la comida, que hoy el jefe y enchufador se va a estirar un poco en un restaurante cercano. La selección de objetivos es digna de la USAF: Conociendo los gustos de la víctima, el objetivo primario habría sido la cerveza, dado que el calor apretaba demasiado para el vino, el agua es vital y los refrescos estaban chapados en sus respectivas botellitas de tercio. Es entonces cuando los de Inteligencia hacen la llamada de un “pájaro blanco” (que dirían algunos taxistas) cuando se pudo divisar una jarra de tinto de verano. Existía la posibilidad de crear daños colaterales., pero como dijo “el envenenador de Águilas”: “Yo no hi comprao etta mierda pa tiral-la”. Así que:

 

-         ¡Eh! ¡Qué es eso! ¡Jefe! ¡Su coche!

 

-         Ése no es mi coche

 

-         Ah, celebremos que el coche que acaban de robar no es el suyo con una buena ronda de tinto de verano

  

El vengador del andamio olvidó avisar a gran parte de la cuadrilla de los peligros de tan refrescante bebida (no iba a renunciar a su revancha por un quítame allá ese agua marrón) y al bueno de Murci le salvó que a los “niños de verdad” no les gusta el vino. Prácticamente el resto de la cuadrilla estuvo, literalmente, cagándose en todo durante varios días. ¡Y qué manera de correr!, señaló el murciamigo a la hora de contármelo.

 

Otro día tendré que contaros la incursión de este Pinocchio del sur de España en el mundo de las relaciones con el sexo opuesto. Tan sólo decir que pasó de venir un día de Murcia presumiendo (“Ya no soy virgen... pagó mi tío”) a una situación de búsqueda de la mujer idónea. Ojo a su frase gloriosa:

 

 

 “Soy un corcho en busca de botella”

Se hacen estudios sobre todo

Se hacen estudios sobre todo

No sé bien si calificar la siguiente historia como Crónica Murciana o como Divagación del Comité de Sabios. Anoche invité al Murci a pizza en casa (un detalle de lo menos significativo) y antes de probar siquiera su cerveza ya estaba “funcionando”. ¿Cómo funciona Murci? Pues lo vais a ver:

 

Daban en un informativo la noticia de un hotel que, por abaratar costes o, como lo llaman ellos, “innovar en el mercado”, han colocado un coche encima de una plataforma elevada, lo han decorado por dentro, y ahora lo llaman “Habitación de Hotel”. ¡Yuju! Por fin un polvódromo como Dios manda, se dirá el sorprendido lector, hasta que conozca el comentario del murciano:

 

¿Sabéi que hicieron un estudio sobre en qué coches se podían hacer más posturas y ganó el Clío?

 

Estuve corto de reflejos. Lo reconozco. Más que nada porque no se me ocurrió otra cosa que decir que “Bueno, cuando echas los asientos para atrás hay bastante espacio...”. Pero lo que no esperaba, lo que me sorprendió de veras, fue que el señor Gurú, el mismísimo “Apoyaré cualquier cosa que trates de calificar como chorrada” Gurú, fue quien, ocupando mi tradicional lugar, encaró el murciargumento de manera poco amable:

 ¿Un eztudio? 

 

Lento de reflejos, porque no aproveché el momento para apoyar a Murci, como si estuviéramos en el Parlamento, con una frase del tipo “Hay sociólogos con demasiado tiempo libre” o “¿Por qué no se iba a estudiar eso? ¡Puede que le interese a alguien!”, e incluso un incontestable “Si un avión comercial puede sobrevolar cuatro bases aéreas soviéticas como quien baja a por tabaco ¿Por qué coño no iba a financiar alguien un estudio sobre posturitas en coches pequeños e incómodos?”. Si se ha llegado a enviar transbordadores espaciales a la órbita terrestre para estudiar a la mosca del vinagre (supongo que para evaluar su reacción en gravedad cero ante el golpe de un periódico enrollado) ¿Por qué no poner a jóvenes y seniors a echar un caliqueño tras otro en diversas posturitas para descifrar qué coño quieren decir los anunciantes de coches con el concepto “ESPACIO”.

 

Pero la imagen del día, lo dijo en Onda Cero Fernando Ónega, fue la del jodido contenedor amarillo rodando calle abajo durante el vendaval (joder con la suerte que tienen los gallegos ¡Vaya racha!). Fue en ese momento en el que la murcibombilla se encendió y soltó eso de:

 ¿Zabéi que yo he hecho eso? Cuando era chico solía meterme en lo bidone vacíoh y echá a rodá cuetta abajo

 

El interrogatorio estaba servido. El Gurú apenas podía hablar de tanto que se reía. Inquirí al joven ex-labriego sobre si lo hacía por voluntad propia o se lo hacían otros para reírse, pero él insistía en que entraba por propia decisión en los bidones, y que se partía el pecho de risa. El Gurú logró dejar de llorar por las risas y se atrevió a preguntar:

 

Pedo lo hazíaz tú zólo u oz lanzábaiz varioz pada ved quién llegaba antez?

 Como si se tratase de un cura, o del profesor Najib Abu Warda, Murci logró responder algo que en absoluto tenía que ver con la pregunta:  

 

No llegamo a meté tré en un solo bidón. Mi do hermanoh y yo, lo tre ahí arrumaico. ¡Y cómo rodábamo, macho!

 

 Tremendo. Desde niño, siempre quise emular a Jesús Quintero en las entrevistas. Por fin tengo algo parecido al Cuñao.  

LA GRAN EVASIÓN

LA GRAN EVASIÓN

Con la llegada del verano nuestro murciano favorito percibió, desde bien entrado junio, la llegada del calor, de los sudores y de un mal olor superior al normal (probablemente porque la nevera no funcionaba desde los tiempos de Aznar), por lo que en una ciudad que tiene de todo, excepto playa, decidió organizarse con sus compañeros de piso para disfrutar de una de las innumerables e inseguras piscinas públicas de la capital.

 

Tan sólo decir sobre los compañeros de piso de Murci que están acostumbrados a todo. En Livorno, en Europa del Este y en Albacete la gente es más dura de lo normal. Así que todos ellos cogieron sus rastas y sus ropas (Murci su calva y su chandal) y se encaminaron a la piscina publica más cercana, aderezada ésta con su jardincito y terracitas. La llegada a la misma despertó su espíritu solidario con su tierra añorada, seca y polvorienta. El lema Agua para todos llenó sus pensamientos nada más saber que tenían que pagar por entrar en la piscina pública. ¿Acaso no lo sabían de antemano? ¿Y qué más da? Alguien capaz de reventar unas fiestas de pueblo por el placer decorrer a lo Benny Hill con una perola llena de papas con ajos no se para a pensar en las consecuencias legales, morales o penales de saltar una concertina.

 

El grupo de incursión para lograr el derecho al baño gratuito saltó la valla del jardincillo y procedió a instalarse cómodamente en las cercanías de la piscina para una ablución solidaria, contestataria y alternativa. Eso seguro, sin llamar la atención, dado que un grupo de veinte personas con rastas y aspecto de vivir una mala vida no llama la atención de los sufridos ciudadanos, de las madres de familia atentas a los críos y de los... sí, de los vigilantes de seguridad[1]. ¿Cómo lograrlo? Pues resulta que la idea se les ocurrió a las doce de la noche. Y la incursión se llevó a cabo sobre las cuatro. Vamos que... ciudadanos modelo.

 

EL PROCESO DEDUCTIVO Y TÚ

 

Puso nuestro amigo sus huevos en remojo perfectamente ataviado: Ropa corta de sospechoso parecido a un bañador (he dicho sólo “sospechoso parecido”), lo marrón hacia atrás y lo amarillo hacia delante, y se recostó sobre el muro que bordea la piscina cuando un grito inhumano, de los que expresan indignación por una falta de respeto, de joder lo que tengo ahí, interrumpió sus ensoñaciones.

 ¡Me cago en vuestra puta madreeeeee! 

 

Abrió este “niño de verdad” sus ojillos torturados por el cloro y por la ausencia de sus gafas, y observó una figura que corría hacia ellos a toda velocidad hacia donde se encontraban su pandilla y él chapoteando inocentemente, disfrutando de un día de agua para todos. En ese momento, su complejo sistema nervioso -generalmente ocupado tratando de recordar el nombre de generales alemanes que dirigieron ejércitos coloniales en la Primera Guerra Mundial, o el año en el que un avión comercial logró sobrevolar cuatro (no tres ni cinco... ¡Cuatro!) bases aéreas soviéticas- logró emitir una señal, pero no de alarma, sino de duda.

 -         El Joshua ha ido a por cerveza. ¿Será ése el Joshua? Y de ser él... ¿Por qué corre? ¿Por qué se caga en nuestras putas madres? ¿Y por qué viste de...? ¿Marrón? 

 

Efectivamente, en la peor operación de comandos de la Historia, el grupo operativo “Agua para todos, ¡Pero gratis! ¡Coño!” había llamado la atención de un señor con tendencia a enfadarse, a vestirse de uniforme y a pasar de ocho a doce horas diarias de pie en aquella piscina. Ya estaba a un paso de caer sobre ellos cuando se dio cuenta de que era el vigilante.

 

En ocasiones salir de una piscina, máxime cuando se está a gusto, cuesta mucho. Salir rápido cuesta más. Salir y que el agua no se mueva ni para hacer esas ondas tan típicas que produce el movimiento de una masa líquida es algo para grabar en vídeo.

 ¡Venid aquí hijos de putaaaaaa! 

 

No entiendo qué le ocurre a determinado tipo de gente. Los agentes de la UIP les cosen a gomazos y a pelotazos y vuelven, pero un vigilante corre tras ellos cagándose, mártir por mártir, en todo el santoral y salen por pies. El grupo se dirigió instantáneamente a la ruta de escape previamente establecida (no serán chicos modelo, pero gente seria seguro que sí), y subrayo lo de ipso facto porque, el que no se olvidó de los calzoncillos era porque los tenía puestos. Así que pido al lector que trate de imaginar a un grupo, como el anteriormente descrito, que corren, en ropa interior y mojados como pollos, perseguidos por un vigilante que se estaba dejando los pulmones en la persecución.

 

¡Hijos de putaaaaaaaaa!

 

Joder, ni que la piscina fuese suya. Ya estaban logrando bajar de la valla cuando, mirando hacia atrás –típico fallo de los adolescentes en las películas de zombis- se percataron de que una de sus amigas tenía un problema con la valla, con la gravedad y con el perímetro de su gordo, gordo culo. Una risa demoníaca partió en dos el silencio de la noche, estaban esperando escuchar el lema de los Berserkers de Khorne ¡¡¡SANGRE PARA EL DIOS DE LA SANGRE!!! Cuando contemplaron atónitos al de seguridad echar una mano a la pobre culo gordo (que no pudo saltar la valla) mientras le aclaraba: “Si fueras un tío te partiría la cabeza...” le echaba una mano para saltar, es decir, la empujó al otro lado. Y tanto la empujó que la pobrecilla (y su pobrecillo culo) cayeron a plomo sobre un camino de dura tierra y pedruscos que alguien con muy mala uva tuvo que poner allí. Además trató de bajar deslizándose por el muro exterior hacia la calle, y no se le ocurrió usar nada mejor para frenar que su culo ya desollado. Dios es misógino.

 

Otro del grupo, curiosamente su novio, se había olvidado la ropa y la documentación dentro. Lo dicho, no se dejó los gayumbos porque los tenía pegados al cuerpo.  Así que vistas las bajas, y las pérdidas, el comando agua para todos no tuvo mejor ocurrencia que volver a entrar para pedirle al amable vigilante que les devolviese los objetos perdidos. Un tipo majo, también meón de piscinas ajenas en su juventud.

 

 Con lo que se han reído, seguro que vuelven a hacerlo.


[1] Presento una nueva pesadilla, que me toque estar de plantón en una piscina pública y tener que correr detrás de Murci... ¡Ese cabrón estaba en el equipo de atletismo de la Región de Murcia!

LA GRAN CARRERA DEL ORGULLO GAY

LA GRAN CARRERA DEL ORGULLO GAY Murci ha estado a punto de vivir una nueva experiencia de estimulación sensorial, de derribar otra frontera que limitaba la extensión de su conocimiento interior. Vamos, que casi le dan por... y es que, por esas vueltas raras que da la vida, le ha pasado lo que a muchos, por jugar a tolerante sin saber dónde se metía (o más bien, dónde estuvieron a punto de metérsele). Gurú dijo a propósito de esta historia: “Una vez cazi me paza lo mizmo a mí, pedo no tan a lo bduto”. 

El caso: Quedo con Murci para dar una muestra a unos compañeros latinoamericanos de lo que es irse de cañas y tapas por Madrid... la inclusión de nuestro querido niño de verdad aportaría un detalle de color a la situación... y el que nos acompañase una compañera de curso, que a parte de estar muy güena ha estado en “Choooooorstaun”, terminaba por darle un toque de distinción y conversación elevada, por no hablar de una perfecta excusa: No, señor policía, sólo tratábamos de seducirla entre los tres... sólo educación y galantería... los litros y litros de cerveza que la chica ha volcado sobre su coche patrulla y su uniforme son circunstanciales. ¡Es más! ¡Ni siquiera están ahí, oliendo y goteando!

 

 El caso es que Murci, ejemplo multinacional de que la multiculturalidad es posible (máxime cuando se convive con gente que viene de toda Europa y parte de Latinoamérica... en una casa en la que el corte de pelo más común –y unisex- incluye rastas y pinchos, acompañó a sus compañeras y compañeros (hay hombres a los que les atraen irremediablemente las lesbianas... y hay Murcis a los que también) a la fiesta del Orgullo Gay. Lo que allí ocurrió tiene muy poco que ver con lo que cuentan los gays sobre su movimiento.

 

Los sesudos investigadores de asuntos sucios (desde cambiar el pañal a mis sobrinos a investigar sobre terrorismo) conocemos de sobra el concepto de operación de ganancia política. Léase, un acto de barbarie pública (o interpretado como tal) que un bando comete para culpar del mismo a su adversario o enemigo. Generalmente se trata de teorías de la conspiración, como cuando se acusa a Israel de estar detrás de los atentados del 11 de Septiembre de 2001, pero antes de que alguien saque el tema a colación y lleguen decenas (sí... seguro) de comentarios que tratan de demostrar la culpabilidad de los hebreos en este hecho, no quiero separarme de Murci y de su culo[1]...

 

Resulta que el chico disfruta del ambiente festivo, tolerante y multicultural de la fiesta de la diversidad, hasta que, posiblemente hipnotizado por unas piernas de esas que engañan (sobre el género de la persona a la que van unidas), nuestro agreste amigo perdió la referencia de su grupo de acompañantes... sólo, desorientado... envuelto en un tsunami de embriaguez y ambigüedad sexual... es entonces cuando unas manos sujetan sus tobillos.

 

Murci se gira creyendo que se trata de uno de sus amigos italianos con un pedo descomunal, cuando ve a un tipo raro, al que no conoce... un tipo que coge sus gafas y se las prueba. Bonitas gafas, chico. Ligeras, modernas... (¿Modernannng? –pensaría Murci-) El desconocido (cada vez que lo mira resulta más grande) se gira y llama a su banda: ¡Eh chicos! ¡Mirad qué gafas más cojonudas!. Reconozco en este punto, que el entorno machista en el que nos criamos nos hace tener unos extraños prejuicios: A veces percibimos el ligoteo como una especie de cacería. Nosotros leones, ellas gacelas[2]. Claro, que cuando el león ve que quien tiene hambre es un león más grande que le mira con cara de libido, más que en león nos quedamos en gatito doméstico. Por eso sólo hay algo que me de más miedo que un payaso: Un culturista. Sobretodo un culturista gay[3].  Supongo que si Murci no compartía conmigo este temor, ahora sí que lo hace.

 

La pandilla se le acerca, examina las gafas, le dan palmaditas en la espalda (más bien en esa parte de la espalda donde la misma pierde su nombre) y le devuelven las gafas. No sé qué tendrán unas gafas con lentes tipo Hubble que pueda poner a un grupo de varones borrachos más cachondos que una manada de ciervos en celo con cuernos de doce puntas, pero empezaron a compartir su bebida con nuestro amigo en un ambiente de sana tolerancia y respeto, todo abrazos (entre los cinco) y compadreo (entre los cinco)... cuando el Tayikonauta observó que la cosa giraba a una andanada de besos (entre los cuatro)... y el que faltaba por besarle se estaba bajando el pantalón, decidió demostrar al mundo gay lo que vale un atleta murciano especializado en carreras de cross y media maratón. Yo he llegado a correr muy rápido. Comparado con Murci, Flash y Supermán se mueven con la ayuda de un andador[4]...

 Tanto Murci como un servidor seguimos respetando a los homosexuales... pero tras esta experiencia, el respeto se puede tornar en distanciamiento (a gran velocidad y ritmo constante a propósito) cuando hay alcohol de por medio. “Y yo que creía que me zarvaba el zé feo” –añadió nuestro querido personaje- nunca mannng ¿ein? ¡Nunca mannng!


[1] Para colar frases como ésta mejor lo dejábamos en el 11 de Septiembre

[2]  Supongo que las mantis macho piensan igual... hasta que dejan de pensarlo porque su gacela les ha arrancado la cabeza de un mordisco cuando iban a buscar el cigarrito de después. 
[3] YA ESTÁ DISPONIBLE EL FORMULARIO STANDARD DE DISCULPA A COLECTIVOS OFENDIDOS DE “ME CAGO EN MI VIDA”. CONSÍGALO GRATIS AQUÍ.

[4] También conocido como taca-taca en honor a esa gloriosa época en la que no llevaban ruedas, sino cuatro patas acabadas en un tope de caucho, que si bien amortiguaba el ruido que hacían al golpear contra el suelo, no lograban una sensación de felino silencio al desplazarse... más bien un siniestro ¡taca!... ¡taca! (Del Jubidiccionario 2006 sobre  tecnología senior)

HI! I´M MURZZY!

HI! I´M MURZZY!

Muchos creyeron que la vieja y lluviosa Inglaterra, ese maravilloso país lleno de exóticos olores, variedad cultural y vida, estaba a salvo. Se equivocaron. Ni las insalvables costas del Canal, ni la Royal Navy, ni la RAF pudieron evitar que culminase con éxito una operación que ni el Dr. No pudo jamás imaginar para dañar a sus archienemigos británicos. Su Graciosa Majestad era, en realidad, una jovencita alegre y llena de vida, con la piel tersa y suave hasta que le comunicaron la amenaza que se cernía sobre sus amadas islas. ¿A que no sabéis qué ocurrió en el Reino Unido hace diez años? Todos temían a los rusos, a los marcianos, a los hippies...  ¿Quién desembarcó en Heathrow hace ya más de una década para pasar unos meses? ¿Qué llegada a la Gran Bretaña fue más temida que las trece divisiones alemanas de 1940?...

HI! I´M MURZZY!

El bueno de Murci, cuando contaba al rededor de quince añitos, ganó el privilegio de pasar un verano británico y conocer algo que había visto muy poco (y de hecho sigue sin ver demasiado): El agua. Es más: El agua de lluvia. De tal manera, nuestro agreste amigo, pudo pasar unos meses alojado en la casa de una entrañable abuelita británica, toda una dama seguro, con la intención de perfeccionar su dominio del idioma de Paul Gascoine (el del eructo digo yo), y confraternizar con esa panda de saqueadores de Gibralt... de excelentes vecinos y socios británicos.

 

Sí, durante unos meses, Murci se convirtió en ese peludo y gigantesco peluche verde de los dibujos animados dispuesto siempre a enseñar idiomas a los niños de todo el mundo... supongo que en su caso sería el panocho, peor no me hagáis demasiado caso.  

 

¿Y como sobrevivió nuestro sencillo amigo en la tierra de las pintas de cerveza tibia y el fish&chips? Fuentes consultadas por Me Cago en Mi Vida, lograron arrancarle esta declaración al elemento sudlevantino tras emborracharle en el bar del Miguel: “Po mú má. La puta vieja me mataba d´hambre y tuví que comé ná má que cereale de desayuno y los menús pa´niño del Mar´Dona”.

 

Respecto a la particularmente exquisita gastronomía de las islas, nuestro amigo y confidente fue muy claro: “Era nna miiiierda, na má que cosa rara mal combiná. Y´ncima me miraban má por echarle zarza ´la comía”.

 Murci, como buen embajador de nuestro país y nuestras costumbres, estrechó lazos con los nativos en lo que califica de una grata experiencia, a la hora de compartir los ratos de ocio y cultura con sus amiguitos ingleses: “Tós unos jalipolla, panda de estreñíos paliduchos que no zabían jugá ar furbo sin quejarse de las patás. A estos los cojen en Murcia y los matan a palo. Arremá no paraba llové y cuando zalí a corré me perzeguían lo poli eso del casquito”.   Algún que otro recuerdo cariñoso se trajo nuestro querido Murci-amigo de su estancia en Inglaterra. Quizá una amiguita, algún ligue de viaje de estudios, de esos a los que invitas a visitar tu ciudad o pueblo natal: “Toas una panda-estrecha de miiiierda, que no ze dejaban ni tocá el culo sin soplá unaspecie silbato que llevaban ¡Y depué a corré otra vé delante la poli. Menomá que yo soi corredó de Cró, que zi no a ve dónde acabo. A lo último día la puta vieja fue al Ropuerto a deppedimme. No paraba di gritá Fak-of, fak-of! La mu japuta. ¡A zabé coñño quería dezí!”.