LA GRAN EVASIÓN
Con la llegada del verano nuestro murciano favorito percibió, desde bien entrado junio, la llegada del calor, de los sudores y de un mal olor superior al normal (probablemente porque la nevera no funcionaba desde los tiempos de Aznar), por lo que en una ciudad que tiene de todo, excepto playa, decidió organizarse con sus compañeros de piso para disfrutar de una de las innumerables e inseguras piscinas públicas de la capital.
Tan sólo decir sobre los compañeros de piso de Murci que están acostumbrados a todo. En Livorno, en Europa del Este y en Albacete la gente es más dura de lo normal. Así que todos ellos cogieron sus rastas y sus ropas (Murci su calva y su chandal) y se encaminaron a la piscina publica más cercana, aderezada ésta con su jardincito y terracitas. La llegada a la misma despertó su espíritu solidario con su tierra añorada, seca y polvorienta. El lema Agua para todos llenó sus pensamientos nada más saber que tenían que pagar por entrar en la piscina pública. ¿Acaso no lo sabían de antemano? ¿Y qué más da? Alguien capaz de reventar unas fiestas de pueblo por el placer decorrer a lo Benny Hill con una perola llena de papas con ajos no se para a pensar en las consecuencias legales, morales o penales de saltar una concertina.
El grupo de incursión para lograr el derecho al baño gratuito saltó la valla del jardincillo y procedió a instalarse cómodamente en las cercanías de la piscina para una ablución solidaria, contestataria y alternativa. Eso seguro, sin llamar la atención, dado que un grupo de veinte personas con rastas y aspecto de vivir una mala vida no llama la atención de los sufridos ciudadanos, de las madres de familia atentas a los críos y de los... sí, de los vigilantes de seguridad[1]. ¿Cómo lograrlo? Pues resulta que la idea se les ocurrió a las doce de la noche. Y la incursión se llevó a cabo sobre las cuatro. Vamos que... ciudadanos modelo.
EL PROCESO DEDUCTIVO Y TÚ
Puso nuestro amigo sus huevos en remojo perfectamente ataviado: Ropa corta de sospechoso parecido a un bañador (he dicho sólo “sospechoso parecido”), lo marrón hacia atrás y lo amarillo hacia delante, y se recostó sobre el muro que bordea la piscina cuando un grito inhumano, de los que expresan indignación por una falta de respeto, de joder lo que tengo ahí, interrumpió sus ensoñaciones.
¡Me cago en vuestra puta madreeeeee!
Abrió este “niño de verdad” sus ojillos torturados por el cloro y por la ausencia de sus gafas, y observó una figura que corría hacia ellos a toda velocidad hacia donde se encontraban su pandilla y él chapoteando inocentemente, disfrutando de un día de agua para todos. En ese momento, su complejo sistema nervioso -generalmente ocupado tratando de recordar el nombre de generales alemanes que dirigieron ejércitos coloniales en la Primera Guerra Mundial, o el año en el que un avión comercial logró sobrevolar cuatro (no tres ni cinco... ¡Cuatro!) bases aéreas soviéticas- logró emitir una señal, pero no de alarma, sino de duda.
- El Joshua ha ido a por cerveza. ¿Será ése el Joshua? Y de ser él... ¿Por qué corre? ¿Por qué se caga en nuestras putas madres? ¿Y por qué viste de...? ¿Marrón?
Efectivamente, en la peor operación de comandos de la Historia, el grupo operativo “Agua para todos, ¡Pero gratis! ¡Coño!” había llamado la atención de un señor con tendencia a enfadarse, a vestirse de uniforme y a pasar de ocho a doce horas diarias de pie en aquella piscina. Ya estaba a un paso de caer sobre ellos cuando se dio cuenta de que era el vigilante.
En ocasiones salir de una piscina, máxime cuando se está a gusto, cuesta mucho. Salir rápido cuesta más. Salir y que el agua no se mueva ni para hacer esas ondas tan típicas que produce el movimiento de una masa líquida es algo para grabar en vídeo.
¡Venid aquí hijos de putaaaaaa!
No entiendo qué le ocurre a determinado tipo de gente. Los agentes de la UIP les cosen a gomazos y a pelotazos y vuelven, pero un vigilante corre tras ellos cagándose, mártir por mártir, en todo el santoral y salen por pies. El grupo se dirigió instantáneamente a la ruta de escape previamente establecida (no serán chicos modelo, pero gente seria seguro que sí), y subrayo lo de ipso facto porque, el que no se olvidó de los calzoncillos era porque los tenía puestos. Así que pido al lector que trate de imaginar a un grupo, como el anteriormente descrito, que corren, en ropa interior y mojados como pollos, perseguidos por un vigilante que se estaba dejando los pulmones en la persecución.
¡Hijos de putaaaaaaaaa!
Joder, ni que la piscina fuese suya. Ya estaban logrando bajar de la valla cuando, mirando hacia atrás –típico fallo de los adolescentes en las películas de zombis- se percataron de que una de sus amigas tenía un problema con la valla, con la gravedad y con el perímetro de su gordo, gordo culo. Una risa demoníaca partió en dos el silencio de la noche, estaban esperando escuchar el lema de los Berserkers de Khorne ¡¡¡SANGRE PARA EL DIOS DE LA SANGRE!!! Cuando contemplaron atónitos al de seguridad echar una mano a la pobre culo gordo (que no pudo saltar la valla) mientras le aclaraba: “Si fueras un tío te partiría la cabeza...” le echaba una mano para saltar, es decir, la empujó al otro lado. Y tanto la empujó que la pobrecilla (y su pobrecillo culo) cayeron a plomo sobre un camino de dura tierra y pedruscos que alguien con muy mala uva tuvo que poner allí. Además trató de bajar deslizándose por el muro exterior hacia la calle, y no se le ocurrió usar nada mejor para frenar que su culo ya desollado. Dios es misógino.
Otro del grupo, curiosamente su novio, se había olvidado la ropa y la documentación dentro. Lo dicho, no se dejó los gayumbos porque los tenía pegados al cuerpo. Así que vistas las bajas, y las pérdidas, el comando agua para todos no tuvo mejor ocurrencia que volver a entrar para pedirle al amable vigilante que les devolviese los objetos perdidos. Un tipo majo, también meón de piscinas ajenas en su juventud.
Con lo que se han reído, seguro que vuelven a hacerlo.
[1] Presento una nueva pesadilla, que me toque estar de plantón en una piscina pública y tener que correr detrás de Murci... ¡Ese cabrón estaba en el equipo de atletismo de la Región de Murcia!
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Golfo -
El abuelo -