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Me Cago En Mi Vida

EL REGRESO DE LA PAJA VALIUM

EL REGRESO DE LA PAJA VALIUM

Un reciente estudio del Hospital Georges-Pompidou ha concluido que eyacular 12 veces al mes (tranquilos tenéis todo un mes) recude el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares en un 50%.


Además, si se eyacula 21 veces (al mes... ¡Soltáosla ya!) también se reduce en un tercio la posibilidad de sufrir cáncer de próstata.

Sí. En serio.


Lo mejor es la manera de venderlo (y además en formato de libro... para sacarse unos eurillos). El autor de la perla, y perdón por la metáfora escatológica, el doctor Fréderic Salman, lo ha grabado a fuego en nuestras mentes con frases como "El mejor medicamento eres tú", "La salud está en tus manos" o "Sé un emprendedor activo en salud".


Además, el buen doctor recomienda dormir siete horas o más, a ser posible de un tirón, evitar comidas copiosas y hacer ejercicio antes de irse a la cama.
¿Cómo aunar todas estas recomendaciones en una? Con el regreso de la Paja-Valium.
Y supongo que no debo dar más explicaciones.


- ¡Hijo! ¿Qué haces tanto tiempo encerado en el baño?
- Cuidar mi corazón, mamá

EL CONSOLADOR

EL CONSOLADOR

Imagínese que tiene un curro de mierda.

 

Bueno, eso no es difícil. Ahora imagínese que tiene un curro de mierda y que padece lo que Scott Adams denominó “El síndrome del cubículo crónico”.
Primer síntoma: La sensación de estar rodeado de idiotas.

Imagínese que el tiempo pasa, que cada día se aburre más… imagínese que engorda y empieza a quedarse calvo por culpa de sus compañeros de trabajo.

 

Ahora trate de relajarse y escuche esta historia:

 

Érase una vez un aburrido edificio de oficinas donde nadie salvo yo sabía lo que hacía. Érase una vez una azafata que creía ser el centro del universo y, lo que era peor, se veía obligada a decirlo en voz alta.

Érase una vez el deseo de ser sordo…

 

Se trata de una compañera de trabajo como otra cualquiera, decían. No es ningún apocalipsis rubia platino, ni nada que se le parezca. Pero el hecho de que, a diario, durante seis horas, decida contar su vida, te interese o no, y que sus ecos se redirijan en todas direcciones, la hacía del todo insoportable.

¡Y tiene costumbres! ¡Nada del otro mundo! A fin de cuentas, tirarte siete años haciendo una media de cuatro relevos por azafata, para que vayan al baño, puede inmunizar a cualquiera. ¡No te preocupes! –me dijeron-¡La cistitis no es tan contagiosa!

Lo peor vino después. De un tiempo a esta parte y por razones que desconozco –quizá una conspiración alienígena- vengo notando una preocupante pérdida de feminidad en las mujeres. ¿A dónde fue a parar el
pudor, el secretismo o las excusas del tipo tengo que empolvarme la nariz? Ahora las mujeres, y en particular el ciclón de culo gordo al que me refiero, hablan abiertamente –y lo que es peor: En voz alta- de sus menstruaciones, su inapetencia sexual provocada por la ingesta de anticonceptivos o…

“Es que tengo cogida la hora… los nervios se me vienen al estómago y…”

Sí. Este terremoto del extrarradio de Madrid pide relevos para cagar. Para hacer un brownie, para lanzar un mono al espacio.

 

A eso lo acabamos denominando “Un relevo de tanga marrón


 

¡Y no queda ahí! ¡Echo de menos la feminidad en su forma más integrista! ¡El secretismo! ¿Por qué demonios tiene que hablar en voz alta de su vida sexual?

Resulta que la chica salía con un compañero, uno de los nuestros. O al menos eso se supone.

Resulta que vino un día que libraba a buscarla al edificio y ella, que se estaba zampando una bolsa de gusanitos, encontró uno sobre su silla al levantarse y se lo ofreció, como una Eva de La Biblia que
defecara gusanitos.


Él, de manera poco cortés lo rechazó

“¡Pero qué haces! ¡Si eso está de tu culo!”

Y ella nos volvió a regalar una sentencia gloriosa:

“¡Pues anda que no te gusta mi culo! ¡Sobretodo chupármelo!”

A eso lo acabamos denominando “Comerse el donut”.

Es lo que tiene trabajar en seguridad: El compañerismo, la hermandad… Iríamos contigo a una guerra, te seguiríamos hasta la muerte… pero ten un desliz y nos reiremos de ti hasta el fin de tus días.

 

La vida sexual de esta BIMBO (body impressive, brain optional) demuestra un elevado grado de frikismo, a juzgar por los comentarios (jamás insistiré lo suficiente: De viva voz) sobre su elevada actividad masturbatoria y sobre cuánto le gusta practicar sexo con su novio. De ahí la tragedia que se cierne sobre ella cuando comenta:

Yo que siempre he sido una bomba sexual y desde que tomo la píldora nunca me apetece… ¿Os he hablado alguna vez de lo que me ocurrió con MI CONSOLADOR?

Siéntese.

Póngase cómodo, relájese, tómese un
whisky o una cerveza y fume:

Ahora viene lo gracioso.

 

Nuestra compañía, como decían en “El Club de la lucha”, nos impone un estricto protocolo a la hora de tocar el tema: Tenemos que utilizar el artículo indeterminado “UN”, y en ningún caso “SU CONSOLADOR”.

La inmensa mayoría de comentarios al respecto han
resultado del todo conservadores:

Una chica tan joven usando un consolador

Y han sido respondidos de manera aún más
conservadora:

Conociendo al inútil de su novio, no me extraña

La clave es que la chica tenía un consolador. Ignoro si vibraba o no, si tenía esa forma de puro o tenía forma de polla. Ignoro su color o si le había puesto nombre.

Y esto no es como un chiste de mariquitas. La clave de la historia no está en que ella tenga un
consolador. No está en que lo cuente.

Un día –dijo- mi consolador desapareció de mi habitación, del lugar donde lo tengo escondido… (¿El cajón de las bragas? ¿Por qué no da más detalles?) Yo creo que fue mi padre, porque pasados unos días reapareció envuelto en PAPEL ALBAL”.

Y para mayor jodienda, ahí acabó su historia. Ningún dato más. Sólo la imaginación de todo el que pasaba por allí con las orejas en funcionamiento y la innata habilidad humana para la especulación.

¿Por qué cojones envolvería nadie un consolador (ya fuera el de su hija o hermana) en papel de aluminio? ¿Irían a meterlo en el microondas para ver qué pasa? ¿Tratarían de tapar pruebas de un uso poco higiénico? (sí chicos… el uso anal… ya lo he dicho) ¿Tiene el tacto del papel de aluminio algo especialmente erótico o sensual?

Sólo hay una cosa peor que no querer saber nada de
alguien: Querer saber algo y que nadie te lo diga.

LA CONTRAINSPECCIÓN

LA CONTRAINSPECCIÓN

Os preguntaréis cómo lo hice. Lo sé, no paran de preguntármelo en la empresa. ¿Cómo lo ha hecho este golfo para poder prever las inspecciones? (me gustaría poder decir predecir pero suena demasiado… esotérico) Ahora os lo voy a explicar. Os partiréis de risa.

 

Debido a dos incidencias raras a comienzos de 2009, en particular por el traslado de una auxiliar con enchufe  y el de un vigilante problemático que decidió contar una terrible historia a la empresa, un servicio que solía tener una media de diez o doce inspecciones al año, pasó a tener sesenta. Un incremento notable en cantidad y en intensidad, dado que en ocasiones pasaron por el servicio dos inspectores en el mismo día (uno de día y otro de noche) y, en un par de ocasiones, dos inspecciones en el mismo turno (uno de los inspectores se mosqueó porque él era el que estaba de servicio en esa zona esa noche… algo parecido a que tu vecino salte la valla de tu jardín y orine en tu piscina).

 

La situación llegó a tal punto que invitábamos a los inspectores a café (café de máquina… para que se jodan) con la intención de retenerles en el edificio hasta la llegada del siguiente (dado que se había dado el caso de dos inspecciones en apenas dos horas). El resultado global fue de dos partes disciplinarios (con los consiguientes traslados) en los dos años que duró la caza de brujas (2009 y 2010)… de un total de 108 inspecciones. Me pregunto si alguien mira la eficiencia del departamento de control de calidad de mi empresa.

 

El caso es que, llegado a un momento de cabreo, mi jefe directo me dijo ¿No puedes hacer algo? Con tantos cursos de súper-espía alguna filigrana podrás hacer para devolvérsela.

 

Ahí estaba el reto. La primera opción (me propuso buscar mierda sobre estos simpáticos empleados de la compañía) fue buscarle (siempre en fuente abierta) las direcciones y teléfonos personales de todos y cada uno de los miembros del departamento de control de calidad y medio ambiente. Sonaba bien… pero también sonaba poco ético. Hacía falta algo que, sin violar ninguna ley, sin violar ninguna norma de la empresa, les dejara por idiotas.

 

Así que me cogí varias carpetas de las estanterías del cuarto de seguridad. Informes diarios de servicio de los últimos tres años, y me puse a revisar las firmas que tienen que dejar los inspectores cada vez que visitan el servicio. Mas de cien en los últimos tres años.

 

Ya me dijo un compi que era una gilipollez. Que era inútil. Pero perseveré contando una por una, anotando fechas y horas, nombres y turnos. Cotejando los inspectores que pasaban con los vigilantes de servicio (muchas veces estos tipos tienen sus preferidos… generalmente preferidos del sexo opuesto) Datos, datos datos… Y entonces se me ocurrió.

 

Se me ocurrió viendo la serie “Numbers”. Ahí había un patrón. ¡Fijo que lo había!

Y ahí estaba el patrón. La mayoría de las inspecciones ocurrían en turno de noche, en la madrugada del jueves al viernes y en la del domingo al lunes en la franja horaria que va de las dos y las cinco de la mañana. ¡Y con diferencia!

También habían incurrido en la novedad de inspeccionar el parking y hacer un arqueo de caja, pero esto sólo se hacía en turno de noche los fines de semana. En tres años no se realizó ninguna inspección al parking en turno de día.

 

Hay un alto número de resultados no aplicables en la estadística, pero se deben a que un determinado inspector no anota su nombre ni la hora cuando firma un informe. Irónicamente, éste inspector trabaja en turno de día.

 

Sin saber exactamente cómo se organiza el trabajo de los inspectores, es decir, si les dicen qué servicios tienen que visitar y a qué horas pasar, estaba en disposición de hacer una previsión de inspecciones. En otras palabras, decirle a mi jefe y a mis compañeros cuándo iban a tener una inspección, en base a un estudio histórico y confiando en que (con perdón) el inspector es un animal de costumbres. El único factor de riesgo de esta previsión es que, de ser descubierto, cambiarían la tendencia de las inspecciones (pasarían otros días y a otras horas) pero eso es fácil de detectar.

 

Así que, le presenté el informe al jefe (incluyendo una tabla dinámica de Excel y lujosos gráficos) y le dije: “Si pillan a un compi en una infracción puedes trasladarle, pero si le pillan en los días y horas que te señalo en el informe deberías matarle, porque ya está avisado del riesgo de inspección”.

COMPETENCIA

COMPETENCIA


Os podéis imaginar lo feliz que era mi vida como gato hasta el comienzo de esta semana. El dueño de la casa. Gestor de las relaciones de pareja de Golfo y Baby (basta con mirar con cara de asombrado y lanzar un maullido interrogativo para cortar cualquier acercamiento íntimo entre ambos). Comida, techo, arrullos… Todo era perfecto hasta que llegó ella. El equivalente felino a Marla Singer.


Vale. Es el equivalente gatuno a una tía buena. Tan blanquita, de ojos azules… ¿Pero sabéis lo pérfida que es? Resulta que incumple la norma fundamental de control sobre los humanos. No tienen ni que tocarla. Basta que se acerquen y ella conecta el motor. El ronroneo. El run-run de los cojones para llamar su atención y restármela a mí. ¡Se supone que se ronronea una vez al día! ¡Por las mañanas! ¡Dosificando la satisfacción del humano para que su felicidad no limite la nuestra! ¿Pero dónde coño aprendió esta tía a ser una gata?


Aaaah, miradla. Tan discreta e inocente, tratando de frustrar mis planes de dominación mundial, no por salvar a la humanidad, sino para quedársela ella. Fue cuando Baby trató de acercársele cuando ella le dijo, disimulando entre ronroneos, Mira, bonita, aquí ahora mando yo.


Algo parecido me dijo a mí. Me acerqué a saludar como toda mascota de vecina. Educado, considerado, atento. Ni a la puerta me llegué a acercar. ¡PFFFFFFF! Qué hijaputa. ¡Y encima se lía a rugirme! ¿Pero quién coño es esta tía para bufarme en MI casa?


Esta pareja de idiotas procedió, tras leer en un montón de foros, a separarnos. Cada uno en una habitación. ¿Y cuando salgo? ¡La cabrona me bufa desde el otro lado de la puerta! ¡Tócate los cojoncillos! ¡Tócatelos porque ahora dice Baby que la solución es cortarme los míos! ¿Pero se puede saber en qué cabeza cabe? ¡Que la nueva es ella! ¡Un respeto a la antigüedad!


Pinta mal la cosa. La imagino, en unos años, tumbada sobre el regazo de un súper-villano. Ronroneando. En una sala de reuniones atestada de tipos grises y trajeados. Con una tele enorme. Ahí la veo, dominando el mundo a base de manipular al villano al que tenía que manipular yo. Mal pinta la cosa.


OS VAIS A ENTERAR

OS VAIS A ENTERAR

De un tiempo a esta parte hay quien me encuentra raro. Como más inquieto y, sencillamente, más cabroncete de lo normal. Tanto es así que, la última de mi amiguita Baby es que hay que cortarme las pelotas. ¿Se puede saber qué he hecho yo para merecer esto?

 

Paso 1: Dejar un agradable recuerdo a Murci.

En realidad es culpa de ese sucio calvorota. Dejó su abrigo tirado en el sofá y... y bueno, digamos que lo marqué. En realidad no es una marca de celo, se ve a simple vista. No es ese hilillo de orina con el que le decimos a otros gatos que ese suelo que pisa es nuestro. Fue una venganza. Una meada kilométrica.

El hecho de que el amigote murciano decidiese colgar el abrigo a secarse sin haberlo lavado y que todo el edificio apestase a mi esencia no es culpa mía.

 

Paso 2: Reclamar la atención de Baby.

Para quienes no lo sepan, los gatos gozamos de un glorioso sentido del olfato. Podemos distinguir si un humano es macho o hembra. Incluso mejor que ellos. Y luego se quejará. ¿Quién le manda a salir de casa? Vale que tiene que trabajar para conseguir dinero con el único objetivo de comprar mis friskis y mi arena, pero ¿Es que no se puede trabajar desde casa?

 

Paso 3: Comportarme como un psicópata.

Totalmente normal, y más habiendo crecido en un ambiente como este. Estoy seguro de que hay miles de psicólogos dispuestos a afirmar que la culpa es de Golfo y de Baby. ¿No veis lo que han hecho con la Generacióon Ni-Ni?

Lo de llamarles para que vean cómo defeco es algo que llevo haciendo desde pequeño. Así les hago creer que quien se caga en la habitación del murciano es el propio murciano.

Lo de marcar la cama de Golfo y Baby es fue confusión. ¡Es mi cama! ¡La marco si me sale de las pelotillas!

 

Paso 4: Montar a una chaqueta de Baby

Bueno... era una chaqueta tan mona que... que ahora me ofrecen peluches para mi desahogo. Ya les vale.

 

¿Pues sabéis una cosa? ¡Que ya me tienen harto! ¡Si lo que quieren son mis pelotas tendrán que conseguirlas luchando!

¡QUE COMIENCE EL CELO!

 

JODER, NI QUE FUERA ALGO MALO

JODER, NI QUE FUERA ALGO MALO

Me ha llamado la atención esta noticia, claro ejemplo de cómo un titular llamativo puede llevar al lector a engaño:

"La chica de los senos gigantes, a quirófano"

(http://www.elmundo.es/america/2010/02/02/colombia/1265086587.html)

Disculpe el lector mi falta de sensibilidad al respecto, pero nunca he concebido este suceso como algo negativo. ¿Pechos gigantes? ¡Seguro que Dios existe! El caso es que el titular llamativo cumplió su funicón apelativa y me llevó a querer saber más sobre esta curiosidad científica.

’No soporto el peso de mis tetas’

(http://www.elmundo.es/america/2010/01/26/colombia/1264460967.html)

"La joven de 16 años tuvo un desarrollo normal como el de cualquier jovencita hasta octubre del año pasado. Desde ahí sus senos comenzaron a crecer desmesuradamente. La talla pasó de 38 a 50 y los sujetadores parecían no quedarle bien.  [...] Yesica, estudiante de último grado de bachiller en el colegio Técnico Superior no soporta el peso de sus dos ’tetas’ y un dolor de columna que la ataca a diario y que amenaza con desviarle su reducido cuerpo hacia adelante [...] Ya no le queda bueno el sostén, y no consigo uno de su talla por ningún lado. Entonces me toca hacérselos con puros retazos de tela que le arreglo con máquina porque no hay de otra. Las tiras no las venden; menos las copas", explica Silvia, quien aclara que el problema no es genético porque su familia es de senos poco protuberantes [...] El médico me pidió que la hiciera bajar de peso, pero ella no es tan gorda [...] "Son como unas masas que tiene en los senos, no son malignos, no hay amenazas de cáncer. Lo que si me explicó el doctor es que le crecerán más si no le ponemos cuidado" [...]

José Ignacio Tovar, médico especialista en cirugía plástica aseguró a ELMUNDO.es que la enfermedad de la joven es gigantomastia, una alteración del sistema nervioso producida en muy pocos casos en mujeres embarazadas.[...] Yesica Johana vivirá con complejos mientras deciden ingresarla a una sala de cirugía y quitarle de encima ese peso que carga entre pecho y espalda que para algunas mujeres se convierte en símbolo sexual. [...] "Tengo novio y está en el ejército. Él no quiere que me operen porque es peligroso y me adora así", dice mientras pide una silla para sentarse porque se siente agotada. "Cuando duermo sólo puedo hacerlo boca arriba, boca abajo es imposible".

De acuerdo. Después de imaginarme a la chica y a sus dos terribles pesadillas (he de reconocer que me he centrado más en sus dos pesadillas) y después de imaginar cómo fardará el noviete en el cuartel (yo no pararía de hablar de las dos enormes pesadillas de mi chica... ¡Enseñando fotos de las pesadillas por supuesto!) leo sobre lo mal que lo ha pasado ella:

"Camina por las polvorientas calles del Darío Echandía, barrio de Neiva. Agarrada a su madre, Silvia Puentes, cruza en medio de la mirada penetrante de decenas de hombres que la observan con morbo y hasta la provocan vulgarmente. "Chao tetota", gritan sin piedad, mientras ella seca con la yema de sus dedos las escasas lágrimas que aún se deslizan sobre sus mejillas."

Y es que este lunes la joven comienza los estudios de último grado en el colegio, lo que le permitirá convertirse en bachiller y después en una música experta en clarinete, su instrumento preferido.

A estas alturas, y sin saber nada sobre la autoría del artículo, puedo adivinar tres cosas sobre su autoría:

- Lo ha escrito un hombre (eso está muy claro)

- Es un cachondo mental que trata de pasar por solidario con cierta sorna, pero ha logrado entrar en el segundo lugar entre las noticias más leídas del día. Justo después del gato que puede predecir muertes. (principalmente por citar el gozo de su novio conscripto)

- Este hombre no se contenta con el pitorreo de las tetas gigantes y encima va provocando, ergo, ve demasiado porno.  (Esto va por la imagen mental de ua chica joven con super-tetas soplando sensualmente un clarinete)

¿No se lo cree? Sigo leyendo y el autor, a través de la información elaborada, se reafirma en su intención jocosa: ¡Es que la viste de colegiala sudorosa! 

También, la medida de sus uniformes le inquietan. "No puedo irme con el vestido de diario, me toca con el de deporte: una sudadera verde y una camiseta blanca. Los profesores me regañaban al comienzo, pero después entendieron mi enfermedad"

Tremendo el pollo montado respecto a esta noticia. Un hecho que, exceptuando a la chiquilla, no es para tanto. Quizá sólo faltó un detalle en el entorno de la afectada: Decirle que no es malo tener las tetsa enormes. Todo lo contrario. ¿Que se meten con ella por el enorme tamaño de sus senos? Pues que pruebe a hacer un corte de mangas al grito de ¡Jodeos!

VIGILANDO A HARRY POTTER

VIGILANDO A HARRY POTTER

 

Las historias friquis que surgen al trabajar en seguridad privada son algo incomparable a cualquier cosa en este mundo. Quizá sólo pueden compararse a compartir piso con Murci durante diez años. Es la historia de mi vida. Cuando todo va normal en el curro, Murci hace algo, como soltarse a su mami que ha pasado la Gripe A ‘a pelo’.  Cuando Murci pasa uno de esos extraños periodos de ‘normalidad’ (es decir cuando no le pasa nada divertidamente raro) entonces surge una historia rematadamente extraña en el trabajo.

 

Hace poco coincidí con un compañero que había trabajado en un cine. Y ojo a las historias raras que se cuenta. En una de ellas el cliente (el cine) había pedido una ampliación del servicio debido a que, en una ‘premiere’ algún cachondo coló una cámara y colgó la peli en Internet. Algo de lo más normal.

 

De lo más normal hasta que el cliente decide colar en la sala a un vigilante con gafas de visión nocturna, a lo marciano, y le surte de palomitas y refrescos para que vigile la proyección durante una semana… doce horas al día.

 

“Ni te imaginas cómo acabé del puto Harry Potter, tío.”

 

Si me preguntasen, diría que un vigilante que tiene que ver una peli de Harry Potter, durante doce horas al día, siete días seguidos, ha sido muy, pero que muy malo, en otra vida. Como mínimo tiene que haber sido Hitler.

 

“No, si al principio pintaba bien, me dieron un cubo gigante de palomitas y un refresco que parecía un jodío barril, pero estar viendo a ese hijoputa de gafas todos los días…”

 

Encima, la cosa se completaba con evitar que la gente que entraba en la sala no se liara a fumar porros. Podéis imaginaros la supersolución que se le ocurrió al colega a la tercera proyección:

 

“Pedí que encendiesen las luces, me puse delante de la pantalla y grité:

¡A ver! ¡Soy de seguridad! ¡Y como a alguno de vosotros se le ocurra encenderse un mai os juro que cuento el final de la peli! ¡Cabrones!”

 

Quis custodiet ipsos custodes?

Recuerdo una clase de Derecho en la que un pedazo de Historia viva (un profesor muy mayor) nos hablaba del control jurídico en las fuerzas armadas y citaba una discusión en el senado romano sobre la creación de un ejército permanente. “Quis custodiet ipsos custodes?” Nos decía el veterano profesor. Tan veterano que parecía haber participado en esa discusión en el senado romano. ¿Quién vigila a los vigilantes?

 

 

Cuando se trata de seguridad privada la respuesta es un trisílabo: ¡Inspección!

 También es un grito de aviso cuando ves llegar el coche oficial (me parto de risa cuando llaman “oficial a uno de esos coches) como lo puede ser “¡Rata!” o “¡Mamón!”. En algunos casos, ante la sospecha de que llevan una emisora sintonizada en nuestro canal se utilizan palabras en clave, generalmente despectivas… y generalmente en cualquier idioma que, probablemente desconozca el señor inspector. Y ese idioma puede ser cualquiera. Incluso el suyo.

 

Resuelta la duda de quién vigila a los vigilantes, es decir: Un grupo de vigilantes promocionados por sus especiales capacidades (color marrón de la lengua debido a tantos analingus y falta total de escrúpulos a la hora de sancionar a otros por hacer lo mismo que ellos hicieron en el pasado) queda una pregunta por responder:

 

¿Y Quién vigila a los inspectores?

 

La respuesta está clara: YO. Se me ha ido la pinza y he decidido dejarles claro que les estoy vigilando. Que les grabo en audio y vídeo cuando vienen a tocar las narices. Que conozco sus movimientos y dónde se refugian en momentos de crisis.

 

Tras un año muy raro, en el que hemos llegado a tener dos inspecciones con una hora de diferencia, me armé de valor y me introduje en los archivos del edificio donde trabajo para revisar dos años de informes diarios de servicio. Y han sido sólo dos años porque los anteriores diez años de informes han sido reconvertidos en unos tallarines reciclables de múltiples colores.

 

 

¿El resultado? Una tabla dinámica del glorioso Excel que analiza, cuantitativamente, la cantidad de inspecciones, qué inspectores las han hecho, qué día de la semana, a qué hora (y por lo tanto en qué turno) y compara dicha actividad con la del querido coordinador asignado a nuestro servicio (que ya de por sí realiza inspecciones). La duplicación de  responsabilidades es evidente. Tanto como que determinados inspectores aparecen casi siempre a la misma hora y, generalmente, cuando está determinado vigilante. Y quien quiera entenderlo que lo entienda.

 

Lo mejor ha sido pedir la colaboración de mis compañeros. Es vital para esta contra-vigilancia (¿contra-inspección?) reflejar en el documento la hora de la inspección y el nombre del inspector, de cara a que no se den resultados no aplicables (y muchos de estos inspectores no ponen su nombre ni la hora) En un momento como tal, mi compañero Pepón ha dicho:

 

-         Esto me parece una gilipollez

 

Hay que tener en cuenta que, de haber sido contemporáneo de Alexander Flemming, y de habérselo encontrado en una tasca londinense, si éste le hubiese dicho: “Pues lo mismo invento la Penicilina y salvo millones de vidas”, Pepón habría respondido:

 

-         Esto me parece una gilipollez. Si salvas al paciente lo mismo se muere de otra cosa.

 

El caso es que, una vez gane la colaboración de mis compañeros, la contra-inspección será una útil herramienta a la hora de lograr que no nos toque las narices una panda de cazurros.