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Me Cago En Mi Vida

DÉJÀ VU

 

Lo de las alertas sanitarias puede llegar a dar mucho juego pese a ser un tema, a priori, sin maldita gracia. La creación y promoción de “enfermedades de moda” y la aplicación de la máxima de “Si cree que lo tiene es que lo tiene”, popularizada por aquel glorioso episodio de Dilbert“El síndrome del cubículo crónico” –así como las facilidades de una sociedad globalizada, permiten que un individuo, en este caso nuestro “adolescente de treinta años favorito”, pueda crear una situación de caos tan enrevesada que sólo puede solventarse con la más sencilla y tradicional de las soluciones.

Las situaciones cómicas suelen tener un origen bastante rutinario. Podría decirse que comienzan por un “Todo empezó un día totalmente normal… uno de esos días en los que te dices que no va a pasar nada y…” y de repente una gigantesca ola de acontecimientos raros se nos lleva por delante.

 

Digamos que un día vulgar y corriente, uno de esos días en los que un cree que no va a ocurrir nada, oigo el Murcifono (el móvil de Murci) y este pinocho del siglo XXI se encierra en el WC a hablar. Es algo que no suele hacer, por lo que pienso que buscaba algo de intimidad para una conversación personal. La típica conversación personal a gritos que se escucha desde la calle.

 

“Si cree que lo tiene es que lo tiene”

 

Todos tenemos en mente lo que significa el concepto “dejà vu”, esa sensación de estar viviendo una experiencia que se ha vivido antes. Pues digamos que yo convivo con esa sensación constantemente. Sobretodo cuando llega el frío y Murci arde en fiebre, tose como si tuviese tuberculosis y, por alguna razón, no falta al trabajo… a ese trabajo en contacto con alimentos que tiene.

Tampoco dejó de salir de juerga ni, mucho menos, de quedarse parado, inmóvil, de pie frente a la tele cada vez que ve algo relacionado con la imagen en movimiento o los colores brillantes.

 

Sí. Esto lo he vivido yo antes. Una vez al año más o menos durante los últimos diez.

 

“He tenido Gripe A y no ha sido para tanto”

 

 

Sí. Eso ha sido más o menos lo que nuestro querido “niño de verdad” le ha soltado a su pobre madre, que sólo llamaba para ver qué tal estaba. Tócate las narices. ¿Y cómo ha llegado nuestro querido ‘académico del panocho’ a tal conclusión? Pues con un concienzudo análisis de los síntomas padecidos:

 

-         Fiebre alta

-         Tos del tipo “pronto morirá”

-         Debilidad generalizada (pese a que parece sufrirla constantemente)

 

Y punto. ¿Ir al médico? ¡Eso es de maricas! Se diría nuestro querido murciano. (En realidad se diría: “¿Í ar méico? ¡Ejo é de maricone!”) Principalmente cuando la manera de saber si se tiene Gripe A y no Gripe estacional, o sencillamente un resfriado de veinte pares de narices es ir al médico y someterse a unos análisis. Eso y que, ya puestos, había comenzado toda una campaña masiva de comunicación… de comunicación a sus amistades acerca de que había padecido la enfermedad de moda y la había superado gracias a su superior predisposición genética, y a los remedios caseros. Como Chris Elliot en aquel episodio de “Búscate la Vida” en el que decide tratarse una amigdalitis por sus propios medios.

 

¡Nong! ¡Nong! ¡Noooooong!

 

La historia se complica cuando la preocupada madre decide personarse en Madrid para cuidar de su hijo. Algo que haría cualquier madre. Principalmente cuando le ha dicho a su pequeño retoño de treinta años que, en el pueblo, los lugareños se denuncian entre sí por contagiarse de Gripe A.

 

 

Resultaría algo del todo normal si no fuese porque, nuestro querido “monito de Estallido” (el que propaga la plaga por EE.UU. ese de la perillita blanca) al ser preguntado sobre lo mal que lo debe estar pasando en la gran ciudad, alejado de los suyos, suele responder: “Nong, micagoendió, et-toy de puta madre, pe’o no ze lo digái a mi mama, no zea que mebligue a vorvé”

 

¿Lo positivo? Que nuestra querida mascota se ha puesto a limpiar como un poseso (poseído por Mr.Propper), lo que ha incluido la ocultación de su ordenador portátil, de montañas de videojuegos de segunda mano y de toneladas de porno.

 

“La Hit-toria de mi vía”

 

 

Y nunca visto el berrinche que se pilló cuando le dijimos que, probablemente, no había padecido la enfermedad de moda, sino un vulgar resfriado de cojones, agravado por unas condiciones de vida insalubres, negligencia a la hora de cuidarse, y su fe ilimitada en dos productos milagro (nada que ver con el Tamiflú): Sopas de sobre y jarabe para la tos.

 

Ante tal situación, y a la espera de la llegada de la señora, sólo podemos proponer a nuestra mascota humana sacar provecho económico, en esta situación de crisis que nos ha tocado vivir, de su lamentable estado de salud. Desde Golfomedia, proponemos a Murci la creación de una página web en la que cuente al mundo su heroica hazaña, su historia de superación personal, y, de paso, que venda algún tipo de producto, al mejor estilo de los crecepelos caseros de la América profunda. Sólo necesitará una chaqueta a rayas blancas y rojas, un sombrero de paja y una cara más dura que el cemento armado.

 

Por lo menos, esta vez no le ha puesto nombre.

LA SOLUCIÓN SE LLAMA 'BORIS'

LA SOLUCIÓN SE LLAMA 'BORIS'

 

He vuelto recientemente de mis vacaciones en la isla de La Palma y he confirmado las noticias aparecidas en la prensa económica. Una tasa de paro comparable a la de la Franja de Gaza. Tela. Y las Canarias no son el único lugar de España donde se alcanzan esas cifras. Tanto es así que los cayucos casi han dejado de salir de Senegal porque allí como que hay más oportunidades de trabajo. Ante tal situación de crisis, es mi deber aplicar toda mi inventiva para procurar paliar esta situación.


Los principales beneficiados por esta situación son los portales de búsqueda de empleo, como Infojobs o Monster. Qué cabrones. No sólo ponen en contacto a demandantes con oferentes de empleo, sino que, por una cantidad, se consigue una cuenta Premium que te informa, parado buscador de trabajo, de a qué gente te enfrentas. Con  pulcro respeto a la Ley de Protección de Datos, el portal informa a sus subscriptores de pago del perfil y nivel de preparación de los candidatos a los que se enfrenta por un puesto de trabajo.


Hmmmm. Acabo de parir una idea. Parto sin dolor. Por lo menos para mí.


"¡ENCUENTRE TRABAJO SEGURO Y ESTABLE EN GOLFOJOBS.NET!"

 

Mi idea, en un principio, es poner en contacto a las empresas con los potenciales trabajadores (eso es lo que diré a las empresas… “potenciales”… ¡Atrévete a no contratarles!) El parado introduce su nombre, nivel académico, experiencia y blablabla en la base de datos, y éstos se envían a las empresas. Hasta aquí todo normal.


“Para el puesto de becario porta-cafés exigimos inglés, francés y swahili a nivel nativo, más una lengua vernácula con nivel muy fluído. Informática a nivel Matrix,  buena presencia, y disposición para hacer el trabajo de todos nuestros profesionales altamente remunerados a cambio de unas migajas. Hay 6000 candidatos para una puta plaza“

¿Le suena esto? Esto ya existe. Una vez más, Golfo cree haber descubierto la Coca-cola.

Pues no. En un alarde de innovación emprendedora, Golfojobs.net marca la diferencia con su “Cuenta Premium”.

...

¿Le sigue sonando a más de lo mismo? Pues lea y verá que no.


"Conseguí un empleo estable y bien remunerado gracias a Golfojobs.net"

 

Por cien pavos más (aceptamos pagarés), el parado accede a la cuenta Premium, lo que le permite acceder a los datos sobre su competencia. Pero éste no es como los demás portales de búsqueda de empleo. Golfojobs.net cuenta con el “FACTOR BORIS”.


Golfojobs.net no respeta la Ley de Protección de datos. Por lo tanto, cuando te hablamos de tus 6000 competidores para la plaza de becario porta-cafés te damos:


-         Sus Nombres

-         Sus fotos recientes

-         Sus direcciones

-         Sus itinerarios habituales


Además, contratando el FACTOR BORIS, por mil pavos más le encargamos a un colega de la Spetznaz que se encargue de ellos uno por uno. Mil pavos por cabeza. Ése es el "FACTOR BORIS".

Y parecerá un accidente.


“Da, dseñorr polidsia. La candidato caminaba por el acerra con su currícula bajo la brrrazo cuando edse piano le cayó en la cabedsa desde quindse pisas de alturra.

…Dseis Vedses.”


"¡Fue muy sencillo! ¡Le vendí mi alma al banco, pagué a un Boris y ahora tengo empleo!"

 

 El agudo lector se habrá percatado de que existe una remota posibilidad. Puede que la empresa contratante se achante, no debido a la presión fiscal y a la crisis económica, sino a la montaña de cadáveres que cada día crece junto a la puerta de su oficina.


-         Esto es muy raro, caballero. Teníamos concertadas para hoy seiscientas de las 6000 entrevistas previstas. Deberíamos llevar diez días entrevistando candidatos, pero es usted el único que se ha presentado.

-         ¡Gracias Boris! ¡Gracias Golfojobs.net!

-         ¿Mande?


Para esos casos, Golfojobs.net ofrece a sus clientes la opción “Boris Premium Plus” que permitirá al candidato, por otros 3000 pavos… ¡Ocupar el puesto del entrevistador!

“Dsoy un hacha con el Dragunov: Adsierto a un empleadorr entrre los ojos  a mil quinientos metrros de distandsia”

(–Boris, empleado de Golfojobs.net-)

-         Lo lamento, caballero, pero pese a que su perfil se adapta a las exigencias de nuestra empresa, hemos cancelado la oferta de empleo debido a la presión fiscal del estado, la disminución de beneficios debida a la crisis y el hedor de la creciente montaña de cadáveres con currículo en sus manos frías y muertas que se apilan frente a las puertas de nuestras oficinas. No hay plazas disponibles para trabajar aquí.

-         ¿Boris? ¡Fuego!

-         Ahorra hay una pladsa dispnibla.


NOTA LEGAL: Golfojobs.net no se hace responsable de las suscripciones posteriores a nuestra huida a Afganistán, donde hemos descubierto un floreciente mercado en lo relativo al contacto entre oferentes y demandantes de empleo.

En Golfojobs.net creemos en la eliminación física de la competencia, pero eso no significa que no creamos en la libre concurrencia. Puede que alguno de los candidatos a eliminar también haya contratado nuestros servicios, por lo que no nos hacemos responsables de que Boris ’mate dos pájaros de un tiro’.

Por eso cobramos por adelantado.

Interesados, dejen sus comentarios aquí. 

 

 

EL LÉXICO DE LOS VS

 

Ya lo decía A. Swofford en “Jarhead”: “Mis manos eran pelapichas, una linterna un rayo de luna, un bolígrafo un tubotinta, mi boca un receptáculo de leche. Una litera era una estantería, una pared era un mamparo. Una camisa era una blusa. Una corbata seguía siendo una corbata y un cinturón un cinturón, pero muchas otras cosas no iban a ser lo mismo…”



Es tremenda la manera en que determinadas profesiones utilizan el léxico habitual. El caso extremo de este marine, se puede aplicar a otras profesiones, quizá no tan peligrosas, pero sí igual de divertidas. Qué coño. Ahora veamos cómo afecta al léxico de una persona aparentemente normal el trabajo continuado en el maravilloso mundo de la seguridad privada.


La exposición continuada a un ambiente para-policial, hace mella en la estructura cerebral del vigilante novel, de manera que los nombres que asignó a determinados objetos, personas, lugares o situaciones tienen, desde que se pone el uniforme por primera vez, un nombre nuevo. Ahora, mis queridos pimpollos, cerrad vuestros receptáculos de leche y mirad unos ejemplos de cómo va a cambiar vuestra forma de hablar, tanto en lo referido a sinónimos como a definiciones:


Palabra/ Estadio

Persona Normal

(No Vigilante de

Seguridad)

Vigilante Novato

(menos de 1 año)

Vigilante Veterano

(más de un año)

CachiporraPorra

¡Defensa reglamentaria!

¡SEÑOOOR!

“Palo”, “Goma”,

“Manubrio” (y cualquier

otra palabra relacionada

con el miembro viril)

Vigilante de Seguridad

Segurata, Guardia de

Seguridad, Guardia, Centinela...

¡Compañero! ¡Hermano!

¡Si conociese una palabra

que significase padre y

madre a la vez la diría! ¡SEÑOOOR!

“Compi”, ,” Colega”,

“Uve-Ese” (VS)… y sí: También “Segurata”

InspectorTipo que parece ser el jefeGlorioso responsable del control de calidad que sólo actúa por mi bien ¡SEÑOOOR!

“Rata”, “Víbora”, “Alimaña”, “Cabrón”, “Hijoputa”,  “Cerdo”,” Pelota”, “Lengua-Marrón”, "No conozco a su

madre, pero..."

Vigilante de Seguridad NovatoSegurata nuevo¡Nuevo miembro de la hermandad! ¡SEÑOOOR!“Pimpollo”, “Novato”,
Vigilante de Seguridad menos novatoGordo con perilla de uniforme, Segurata de Mierda.¡¡Luz que ilumina mi destino! ¡SEÑOOOR!“Conserje”, “Abuelo”, “Momia”…
Coordinador de Servicios¿Quién?

¡Iluminado que controla conocimientos milenarios a los que jamás seré digno de acceder…

¡SEÑOOOR!

Simio amaestrado que una vez aprendió a usar el MS Office.
Persona NormalPersona Normal¡Civil! ¡SEÑOOOR!Tipo/a
Lugar de trabajo¿Oficina?¡Servicio! ¡SEÑOOOR!Agujero, tugurio, pozo negro…
Tahalí¿Cerdo Salvaje?¡Es donde coloco la defensa salvo que me lo ordene un superior! ¡SEÑOOOR!¿El qué? Creo que hace mucho que no tengo eso.

 

Así que no os sorprendáis cuando, dentro de unos años denominéis al W.C. “Lugar donde están mis puntos de fichaje” o al revólver “Hierro”, “Fusco” o “Abrelatas”.


Con esto termina la Lección Uno: “Cómo va a cambiar tu forma de hablar”. 

 

EL PATO MACHO

EL PATO MACHO

 

Estoy sentado escuchando historias. Narraciones de auto-bombo en las que desconocidos que dicen vestir el mismo uniforme que yo le cuentan al señor psicólogo de la empresa lo maravillosa que es su vida desde que entraron en la compañía. Gente cuya vida mejoró al dejar el Ejército o la Guardia Civil por la seguridad privada. Mujeres emprendedoras del año según no sé qué revista. Súper abogados que compaginan su incansable labor jurídica con el segurateo. Sí, hermano, escucho historias. Muchas historias. Y cuando yo cuento la mía nadie me cree. Les parece imposible que no me guste este trabajo. Y les parece más imposible que diga que no me gusta delante de un psicólogo de la empresa.

Estoy en un curso de reciclaje. De esos de rellenar las dichosas veinte horas anuales. De mis preferidos. Tema psicológico. Vamos a ver con qué clase de pirados trabajo. Vamos a ver lo pirado que estoy. Y al final, terapia de grupo. Autoayuda colectiva y unas cañas a modo de tercer tiempo. Tremendo pasatiempo.

El señor psicólogo nos pone unas diapositivas, rollo Blade Runner audiovisual. Imágenes con doble sentido. Ahora es una chica joven, ahora es una anciana. Ahora son dos personas cara a cara, ahora es un jarrón. Los puntitos que están en las intersecciones de los cuadrados negros cambian de color, ahora blanco, ahora negro, ahora gris para que no se peleen. Puedo ver a la Gioconda entre esas rayas, El tipo de barba y gafas tiene una mujer frondosamente desnuda en la cara, pero como me pregunte qué recuerdos me vienen a la memoria acerca de mi madre juro que me levantaré y le romperé el cuello al psicólogo. Yo, Nexus 6, vigilante de seguridad.

 

 

- Ahora dime qué ves aquí, Golfo

- Veo un pato macho.

- Muy gracioso

El señor psicólogo no le ve la gracia a mi chiste. En función de cómo se mire, la imagen muestra un pato o un conejo. Lo que sería las patas del pato, o –según se mire- la colita del conejo, a mí me parecen unos cojonazos de toro.

Hoy ha sido un día muy raro. En Los Simpsons, Homer busca a un tipo que arregle su tejado y todos creen que tiene un amigo imaginario. En Perdidos, el gordito se reencuentra con un amigo imaginario al que no veía desde que estuvo internado en un psiquiátrico... y encima la alucinación le dice que todo está en su imaginación; que nunca salió del psiquiátrico. Para rematar podría haber visto El Club de la Lucha. Habría sido perfecto.

- ¿Cómo te llamas?

- Tyler Durden

Cree que me gusta dibujar. ¡Y cree bien! Me propone que dibuje algo. ¿Qué coño hago ahora? En función de lo que dibuje mientras él cose a preguntas a los demás, podrá hallar detalles de mi personalidad. Detalles que no quiero que conozca. Si dibujo a un tipo con una gran polla, me dirá que tengo cierta obsesión con el sexo y el poder; si dibujo a un tipo cogiendo algún tipo de objeto, dirá que me gusta robar; las gafas de sol indican que se es un mentiroso (me pregunto qué dibujará el resto) una familia feliz indica que añoro a los míos... y si dibujo niños, que mi mayor anhelo es formar una familia. Me pregunto qué pasará si dibujo el logotipo de ese sindicato tan cañero...

Fulano ha cambiado de familia tres veces y se tira a su ex-mujer, mengana se obsesiona con sus gemelos. Otra vive para sus plantas y hay uno que parece a punto de explotar. Sean del lado del Atlántico que sean, parece que todos echen de menos la ropa de camuflaje y las armas de asalto. Pero el señor psicólogo, frío y calculador, los evalúa uno a uno, dueño de sus futuros.

- ¿Se puede saber a quién miras?

- ...

Ahí me quedo. Congelado. Con todos mirándome en silencio. Todos, incluyendo al come-cocos corporativo que ha decidido centrarse en mí. En realidad nunca dejó de mirarme.

- Escucho lo que tienen que decir mis compañeros... quizá aprenda algo...

- ¿Qué compañeros? –por primera vez en mi vida veo a un psicólogo con cara de asombro.- ¿No ves que estamos solos?

Ahora la cara de pasmo es la mía. Miro a mi alrededor y el resto de la sala está llena de gente. Hombres y mujeres, gordos y flacos, perillas, bigotes, y barbas. Todos me miran con atención, como si hubieran descubierto algo en mí. Estallo de furia (mal síntoma la pérdida de control en público)

- ¿Me estás diciendo que todos esos tarados son imaginarios?

- Chico- me interrumpe uno de ellos- nosotros preferimos ser llamados ‘creaciones de tu subconsciente’. Incluso el término ‘alucinación’ nos parece despectivo. Es como la palabra ‘segurata’.

Es ahora cuando todo se viene abajo. Ya lo decía mi madre: Estar doce horas despierto, por la noche, sin hacer nada, pasa factura. Una factura kilométrica. Contar las 2.856 baldosas de un edificio de oficinas no podía ser buena señal. Estar expuesto a la Rotenmeyer once meses tenía a la fuerza que ser menos sano que darse un baño en Chernobyl. De tanto trabajar con pirados algo se me tenía que pegar.

Psicosis, paranoia, alucinaciones. Sólo es el principio. Por lo menos podría haberme imaginado un plácido prado verde y haberme tumbado a tomar el sol. Sonreiría, contaría ovejitas. Me relajaría un poco. Tanta exposición a situaciones estresantes. Tanto comerme el coco. Casi existe un consenso sobre que las empresas de seguridad contratan alegremente a gente que no está muy bien del coco, pero pocos te dicen que si trabajas demasiado en seguridad acabarás mal de la cabeza.

Miro al pasmado psicólogo de la empresa. Un tío que parece desear escapar de la habitación. Del edificio. Parece incluso ansioso de escapar del traje que lleva puesto.

“Psicólogo de empresa en paradero desconocido –diría el titular- la última vez que se le vio corría por la carretera desnudo y gritando”. Veo en su cara una mezcla de miedo y atención (ventajas de haber hecho un curso de ‘Inteligencia Emocional’)

Estoy de acuerdo. Necesito unas vacaciones.

DON PILLÓN Y EL ALIENÍGENA ROSWELL

DON PILLÓN Y EL ALIENÍGENA ROSWELL

Quiero dedicar unas líneas a hacer una comparación deliciosa entre dos personajes adorables. Por un lado, un personaje de ficción, de la serie “Plutón BRB Nero” (RTVE, 2008) el alienígena Roswell. Por el otro, un personaje que conoce cualquier prosegurata acostumbrado a hacer turnos de noche, el inspector por excelencia: Don Pillón. El parecido entre personaje ficticio y personajillo real resulta sorprendente, en tanto en cuanto ambos quedan ante el agudo observador como entidades que viven de su propio odio.

 

Roswell (genialmente interpretado por Enrique Villén) es un alienígena desagradable, verde y pequeño, tal y como se le describe en la web de la serie de Álex de la Iglesia. Aterrizó (es un decir) en un pueblucho de Nuevo Méjico dando lugar a la historia no confirmada más sonada que jamás se haya oído. Conspiraciones para ocultar la verdad a la opinión pública, humillantes experimentos a manos de generaciones de científicos aburridos, bases del tamaño de Asturias ocultas en mitad del desierto; Sólo Dios y Fox Mulder saben cuánto material ha dado el bichito a los conspiranoicos del mundo para que justifiquen su existencia y su mal olor corporal.

 

Roswell es un organismo perfecto, que perdurará por los siglos de los siglos sin necesidad de ningún  elemento externo para su supervivencia. Respira carbono, y se alimenta de un fluido parecido a la bilis que supura por sus poros. Como dijo la esposa del Capitán Valladares a su marido: “Es como tu madre, si fuese feliz un día se moriría”. Queden para la posteridad las frases más gloriosas de tan brillante personaje:

 

Sois una raza decadente y caduca que no tiene sentido en el plan de la creación.Sois como un chiste, una broma de mal gusto, un garabato en un cuaderno infantil,un insecto aplastado en el parabrisas de un coche, un escupitajo...¡Sois como un petit-souisse aplastado en el patio de un colegio!

 

¡La Quinta sinfonía de Beethoven es música de hospital!

¡La Capilla Sixtina, una sauna de ’chuloputas’!

 

¿Quién es (o era hasta hace poco) el más viejo del lugar? ¿El vigilante senior por excelencia? El típico vigilante gruñón, vago, y primero en señalar defectos (reales a veces pero generalmente ficticios) en todos los demás? Tengo un compañero clavadito al abuelo Abe Simpson, principalmente por su capacidad inigualable de dormirse incluso cuando está de pie. De inventarse defectos en tu físico o tu quehacer diario, de creérselos, y encima de echártelos en cara, por no hablar de divulgarlos a los cuatro vientos. La pesadilla de un gabinete de comunicación, el objeto de deseo de cualquier confidencial online. ¿Y a qué viene hablar ahora de este mal llamado compañero? Pues a que fue la última víctima conocida de un siniestro inspector conocido como Don Pillón.

 

Estaba el simpático compañero descansando la vista (lo cual no sería un problema si no fuese porque encima ronca) cuando unos deditos regordetes tocaron el cristal de la puerta. Eso es lo que Don Pillón denomina “llamar con contundencia”. Visto que mi compañero se resistía a dejar los brazos de Morfeo (y su concierto de apnea en Mi bemol)  se vio obligado a llamar al estremecedor timbre.

 

Hubo que desincrustar al abuelo Simpson del techo.

 

De nada sirvió explicar a Don Pillón que la seguridad privada trabaja “de puertas para adentro”, de nada que el abuelo llevaba catorce noches seguidas, con su niña enferma,  una obra en su vivienda y un taller de coches con huelga a la japonesa junto a su ventana. De nada sirvió preguntarle si estaba seguro de haberle visto durmiendo.

 

Si el objetivo de un inspector de seguridad privada es pillar en un renuncio a vigilantes y auxiliares, cabe decir que (entonces y sólo entonces) Don Pillón es el mejor inspector con que cuenta la empresa. Otra cosa es qué tal fuese como vigilante, en tanto en cuanto, no es normal que conozca tantos trucos para escaquearse del trabajo.

 

Tan rígido como un cadáver congelado hace años, merecería llevar por apellido “Inflexiblez”. Don Pillón no deja pasar una y da parte a la empresa a la mejor ocasión (por no mencionar sus avisos al coordinador de turno a la hora que sea...) Probablemente lleno de odio, un inspector como éste (de los que disfrutan con su trabajo) no necesita de ningún agente externo para su supervivencia, dado que es probable que, como el alienígena Roswell, se alimente de su propia bilis. Tanto es así, que  ha provocado un cambio en las comunicaciones por radio dentro de la empresa. Cada vez que se ve pasar un coche oficial de la compañía durante el turno de noche, se escucha por el canal acordado la palabra clave que avisa de la inspección: “RATA”.

 

Este creyente en el lema de los inspectores de seguridad privada “Prefiero echar un tío a la calle antes que ir a su entierro y consolar a su familia” disfruta sin duda con su trabajo. De él se dice que rellena más de cien partes disciplinarios al mes, todos ellos con sanción. Que una vez mató a un vigilante de un susto (al parecer era sonámbulo y le despertó bruscamente) y que, cuando termina su turno de noche, sobre las siete de la mañana, se da sin falta un festín a base de bebés inmigrantes vivos regado con sangre de doncella.

 

Parece mentira que temamos tanto a un retaco enano, calvo y gordinflón (como Roswell), teniendo en cuenta que yo, personalmente, he podido ver a un inspector de otra empresa tan grande como un armario empotrado con las puertas abiertas. Eso sí que acojona. Imaginad la voz del mastodóntico inspector haciendo vibrar los cristales mientras su voz gutural afirma: VOY A METERTE UN PARTE, HO-HO-HO-HO.

 

Evidentemente hablamos de un personaje que, como Roswell, vive de su propio odio. Para hincar la rodilla en tierra, si hablamos de su dedicación (aunque sea una dedicación a joder al personal)  aunque, como a Roswell, sólo hay que descongelar a Don Pillón en caso de emergencia. Y a veces ni eso.

 

Sólo una vez vi su punto flaco. Estaba de turno con mi buen amigo Fauno y un jefe de edificio, con el que se llevaba muy bien apareció para pasar la noche con nosotros. A todo esto, Don Pillón hizo su aparición pecando de falta de cautela. Rebosante de cólera empezó a gritar que qué era aquello, que por qué dejábamos entrara cualquiera en la instalación y que por qué estábamos desatendiendo nuestras funciones viendo vídeos en un ordenador portátil. Las venas de su frente parecían explotar cuando nuestro amigo se levantó y se identificó como personal del cliente. Los poros de Don Pillón absorbieron de pronto toda la bilis que había supurado.

 

Tratando de calmar la situación, el jefe de edificio se acercó al inspector y le contó que estaba pasando por una mala racha. Estaba en trámites de divorcio y había decidido visitar a los chicos de seguridad. Conmovido, el super-inspector nos abrazó a los tres, rompió a llorar y gritó:

 

“¡LE COMPRENDO! ¡YO TAMBIÉN LO PASÉ MAL!”

VIGILANTES EN EL CINE Y LA TV

Hay una figura que empieza a ser explotada como personaje cómico en el cine y la televisión: El segurata. Y lo digo sin acritud. Con la de anécdotas que genera el trabajo, con la de cosas raras que se ven, y sólo se ven seguratas en la pantalla en el humor de oficina o como blanco perfecto para un agresor, sea éste le bueno o el malo de la película.

 

 

Una profesión tan antigua como la prostitución, e igual de considerada por la mayoría, debería tener más espacio en los contenidos del cine y la televisión, algo que, con el tiempo, se va consiguiendo. Y digo lo de la antigüedad de la profesión porque haciendo el curso de skeletor, no tuvo otra el señor instructor que ponernos un vídeo del superninja Jesús Eguía sobre el noble arte de proteger a las personas. El superninja comenzaba con una referencia histórica a raíz de un pequeño incidente que sufrió don Julio César en el Senado de Roma, allá por el Idus de Marzo del 44.C., por lo que, probablemente, su sucesor y sobrino, don Octavio, decidió que si necesitaba un armarius para cubrirle las espaldas, también necesitaba un pringatus para quedarse de pie en la puerta de cada edificio romano.

 

 

Ya en 1986 (y desde el Idus de Marzo pasó un tiempecillo) John Candy y Eugene Levy protagonizaron con una estupenda Meg Ryan “ARMADOS Y PELIGROSOS” una divertidísima comedia sobre un policía apartado del servicio y un abogado fracasado que acaban currando en este noble sector tras sendas incidencias que terminaron en un consejo judicial (“les aconsejo que se busquen otro empleo”)

La transición al complejo mundo del plantón y la ronda la realizan a través del típico curso de un día, en el que los protagonistas se cruzan con una legión de frikis a los que terminan llamando compañeros, con una prueba de tiro que termina con la muerte de un ave que pasaba por allí, con robos de blindados organizados por personal de la propia empresa de seguridad, con empresas que se forran gracias al desconocimiento generalizado sobre este sector y con mucho mamoneo sindical. Como si el guión previese lo que iba a suceder en España veinte años después.

 

El mundo de la protección de personas y bienes permaneció huérfano de atención durante mucho tiempo hasta que en “SEMOS PELIGROSOS, USÉASE MAKINAVAJA 2” (1992), la secuencia del atraco a un banco (al segundo intento y con la intención de pagar a Hacienda) nos da un momento mítico con el que nos podemos identificar: El destino de descanso. Me refiero al lugar a donde se manda al compañero (o compañera) que acaba hasta las narices pese a ganar una pasta gansa. Resúmase en la frase del segurata del banco: “Y eso que allí (en el País Vasco), sabe usted, entre pluses de peligrosidad y pitos y flautas me sacaba un pico, pero yo soy del parecer que es mejor comer menos y cagarlo a gusto”. Como todo compi quemado, arde en deseos de encontrarse con alguien para contarle su vida. La batallita. Otro gran vicio que tenemos en la profesión. ¡Y que disfrutamos!

 

 

Un año antes se estrenaba”TERMINATOR2”, que configuraba el papel más común de los profesionales de la seguridad privada en el cine y la televisión: El pato de feria. Nacido para morir por sobredosis de plomo (o de metal líquido, como le pasaba al bueno de Lewis- interpretado por los gemelos Don y Dan Staton. Andaba el pobrecillo comenzando la primera ronda de su turno de noche, sacaba un asqueroso café de la máquina e incluso se permitía invitar a uno a la recepcionista de Pescadero, una institución psiquiátrica que recluía, entre otros potenciales manos intermedios de empresa de seguridad, a la MILF Sarah Connor (Linda Hamilton).

El bueno de Lewis creía que sería su noche de suerte. ¡Miró el vasito de café y le había salido un Full! ¡Quizá se tirase a la recepcionista en su hora de descanso! Pero tuvo que llegar del futuro un hijoputa de polialeación mimética para joderlo todo. En particular el ojo del pobrecillo Lewis.

Y por favor. No nos olvidemos de los dos compañeros destinados en la sede de Cyberdine Systems ni del pobre compañero que estaba en la garita de la entrada del Psiquiátrico de Pescadero. Recibió dos tiros (uno en cada rodilla) por parte de un chistoso T800 que, encima, se permitió hacerle un chiste al típico mamoncete menor de edad al que toda la profesión apalearía hasta la muerte en el cuarto de seguridad de cualquier centro comercial. “Vivirá” dijo ese hijoputa de titanio y coltán, ¡Pero no volverá a trabajar por tu puta culpa cafetera blindada!

 

En 1999, siguiendo la tradición antes mencionada, vemos la secuencia más indignante desde el punto de vista de la seguridad privada. En MATRIX, un par de hijos de puta de diseño, vestidos en zara y armados en Europa del Este, deciden asaltar un edificio de oficinas para liberar a su líder terrorista.  

Para variar, el señor Smith y sus amiguetes trajeados (evidentemente mandos intermedios) salen vivos y coleando de ese edificio que vio el fin de cuatro compañeros y gran parte de la decoración de un hall precioso. No digo nada del equipo de asalto que aparece luego porque sólo hay que ver el material que llevan para saber que no pertenecen a seguridad privada.

 

 

En 2006, la Fox nos sorprendió con “NOCHE EN EL MUSEO” una peli muy tonta de la que sólo podemos destacar que, veinte años después, volvemos a ver en el cine una película cuyo protagonista es un segurata. Y me dejo en el tintero “EL PROTEGIDO” (Bruce Willis y Samuel L. Jackson, 2001) porque el trabajo de Willis no es trascendente en el guión –más allá de dejarlo por un mindundi-. De “NOCHE EN EL MUSEO” sólo destacar la frase "Debería cobrar más de 11,50 a la hora", y de “EL PROTEGIDO”, que es tan irreal que el jefe del protagonista se plantea subirle el sueldo porque nunca se ha puesto enfermo.

 

 

En televisión, la mayoría de pequeñas apariciones, como la de JONAN SEGURATA (una genialidad de “Vaya semanita”) o el Fariseo de Cruz y Raya, están eclipsadas por la actuación de Benito, el vigilante de Cámara Café. Personaje tristemente real, y tremendamente gracioso. Estoy seguro de que una noche trabajaré con alguien como él, alguien que antes que vigilante fue estrella porno.

Eso sí, si hablamos de televisión, hay una serie que lo tiene todo. Humor de oficina, cursos de un día, situaciones surrealistas, victimismo y una profesión anterior que nada tiene que ver con la seguridad. Hablo de DILBERT , en cuyo séptimo episodio (temporada 2) Scott Adams captó todo lo que es esta profesión (en el apartado de oficinas, claro) en tan sólo veinte minutos.

 

 

Sin duda mi favorito.

LA MÁQUINA DE CAFÉ

Hace poco que he visto la película ‘Superpoli de centro comercial’, un producto de comedia que repasa todos y cada uno de los tópicos sobre esta gloriosa profesión de segurata.

 

Y si alguna o alguno se ofende porque haya utilizado este despectivo que le quede claro que, tras casi cuatro años en la profesión estoy del todo convencido de que es una puta mierda de trabajo. Y de que sin nosotros, España sería un estado fallido.

En fin, que Dios tiene un sentido del humor muy retorcido.

 

Una de las frases del protagonista que más me han calado es la de ‘La mente es la mejor arma del oficial de seguridad’ (privada, claro... la poli lleva más artillería). Sólo un tópico se le ha escapado a los guionistas de esta película: ¡El protagonista era un fijo del turno de día! Ahí dejo una frase para la posteridad: ’No serás un auténtico segurata hasta que no te hayas acostumbrado al turno de noche’. ¿Y cuál es entonces la mejor arma del segurata nocturno? ¡El Café!  

Ahí va una super-historia para todos los cafeinómanos que hacemos turno de noche:

 

Desde hace un tiempo, el servicio de vending en la instalación que gloriosamente protejo (es decir donde finjo que trabajo) ha provocado todo tipo de altercados debidos a los precios desorbitados, a la mínima calidad del producto y a determinados errores técnicos de pringoso resultado (recuerdo a un compañero que tuvo que insistirle un par de horas a un inspector acerca de que la máquina de café le había escupido)

 

Los sucesivos cambios no sólo no solucionaban estos problemas, sino que añadían otros nuevos. Todo parecía solucionado con la llegada de LA MÁQUINA. Pero claro, LA MÁQUINA nunca había tenido que enfrentarse a un gourmet cafetero como yo.

 

Parecía la máquina de café perfecta: Calidad, café de marca, nada de fallos... ¿Cómo iban a pensar los diseñadores de máquinas de café que alguien sería capaz de apretar el botón de la opción café largo? Ahí empezó el choteo de mi compañero:

 

Resulta que hemos llegado al acuerdo de que cada vez invita uno a café. Resulta que a mí me gusta el café largo. Resulta que...

 

-         Chico, cada vez que te pido un café largo lo veo más corto...

-         Chico, si te llego a pedir un cortado ni te pone café...

-         Chico, cada vez que le doy a la opción café largo oigo unas risas enlatadas dentro de la máquina.

 

Colmada mi paciencia, inicié una investigación por método empírico-estúpido para resolver el misterio del café largo más corto de la historia. ¡Coño! ¡Es que una vez me soltó el vaso seco! ¡Ni azúcar me puso!

 

El primer paso era formular una hipótesis:

 

En el momento de montar la máquina, los técnicos de Cyberdine Systems, unos fieras a la hora de diseñar una máquina que mate, pero unos zotes cuando se trata de abastecer de café, se confundieron a la hora de pegar la etiqueta de ‘café largo’ y la colocaron en la opción ‘café irónicamente corto’, 'vaso vacío para que se rían de ti’ o ‘autodestrucción’.

 

Cuando consulté con el gran jefe caracortada, su respuesta fue aplastante: Cuando llegué a esta instalación, y por entonces el servicio se hacía con yelmo y lanza, hice la misma pregunta, y mi ‘centurión de equipo’ me respondió: ‘Sigue vigilando y no hagas preguntas’

 

Era hora de realizar una contra-hipótesis:

 

Las máquinas de vending, y en especial las de café, están diseñadas para adaptarse al gusto español por el café. Todos hemos visto "Terminator2", cuando el compi, un tipo regordete y con bigote se pide un cafetito para iniciar la ronda del turno de noche, y se puede ver que el vasito incluye un juego de póker para amenizar la ingesta y fidelizar al cliente. 100% americano. En el caso de España, al parecer, nos gusta el café corto e intenso. 'De cuchillo y tenedor', que decía un amigo mío. Y ante la imposibilidad de suministrar píldoras de cafeína con sabor a café, las empresas de máquinas expendedoras de café optaron por la opción del chorrito denso, tipo chupito, para evitar además que los empleados se tomasen más de cinco minutos para tomar café.

 

Hice pública mi contra-hipótesis, es decir, le volví a preguntar al jefe, y ante mi nueva duda me respondió: Como ya te dije hace diez minutos, un antiguo coordinador de nuestra empresa, un tal Julius Caesar, recibió esa pregunta por mi parte. Su respuesta fue clara: ‘Sigue vigilando y no hagas preguntas estúpidas o te crucifico’.

 

Era la hora de un estudio empírico.

 

Coste del estudio: 1,20 Euros por parte del vigilante estresado y otros 1,20 Euros por parte del que no paraba de reírse.

 

Objetivo: Demostrar que el sector de las máquinas dispensadoras de café está lleno de inútiles (aplicación del Síndrome del Cubículo Crónico al sector)

 

Procedimiento: Ir a la máquina, pedir un café de cada tipo y comparar la cantidad que la máquina dispone en cada vaso, que será marcado con un rotulador permanente modelo Edding 3000 de color rojo.

 

Observaciones: Tras un análisis visual concienzudo, y tomando como referencia las rayitas horizontales decorativas de los vasos como indicador visual de medida (no estoy para pasar de centilitros a decilitros) pueden observarse los siguientes datos:

-         En el café denominado ‘expreso’ la máquina llena la mitad del vasito de plástico con un líquido caliente y denso de color marrón oscuro que parece café.

-         En el café denominado ‘largo’, la máquina rellena la mitad del vaso más dos rayitas; aunque el café resulta un poco menos denso por estar aguado, de lo que se deduce que en el café denominado ‘largo’ la máquina dispone el doble de agua y la mitad de café (al menos la mitad de una rayita menos de café y rayita y media más de agua)

-         Cuando la selección es ‘café expreso de gran selección’, la máquina dispone cuatro rayitas menos de café, en la modalidad ‘expreso de gran selección’ y menos de una cuarta parte (un cuarto de vaso menos dos rayitas) cuando se trata del denominado ‘café largo de gran selección’

-         Cuando la selección es ‘Café corto’ o ‘Café corto de gran selección’ se observa con sorpresa que el vasito queda lleno hasta casi ¾ partes debido a que la máquina le añade un líquido blanco que parece ser (e insisto en lo de parece) leche. Incluyendo al menos tres rayitas de espuma. Cuando la selección es ‘Café con leche’ o ‘Café con leche de gran selección’ (y queda por dilucidar si lo de gran selección es la leche o el café) el vasito se dispone lleno a rebosar (debido a que no hay más rayitas en el vaso para contener la espuma) dando lugar a grotescas manchas y tronchantes accidentes.

 

Conclusiones: Tanto la hipótesis inicial (“Estoy rodeado de inútiles”) como la contra-hipótesis (“Este no es país para amantes del café”) son válidas a la luz de los datos observados en el procedimiento anteriormente descrito. La postura oficial del jefe de servicio incluía cara colorada, venas de la frente hinchadas y alto nivel de decibelios al preguntar “¡Quién coño vigilaba la instalación mientras vosotros jugabais con esa mierda de máquina!”. Dicha postura oficial no nos ayuda en absoluto a resolver la incógnita del café, por lo que he llegado a una tercera conclusión, o conclusión esotérica, que ahora paso a relatar:

 

¡LA MÁQUINA DE CAFÉ ESTÁ POSEÍDA POR MI MADRE!

 

Llego a esta conclusión por los niveles de ironía de la voz con la que la máquina me informa de que puedo retirar el producto ya elaborado, por el grado de confianza alcanzado por la misma (que ahora me trata de tú y no de usted) y por los consejos familiares y laborales que me ha dado antes de entregarme el vasito:

 

-         Fase 1: “Ha seleccionado café largo, pero como noto que tomas demasiado café y me preocupo por tu salud, mi niño, he decidido ponerte un cacao, que te mantendrá despierto sin causarte daños cardiovasculares.”

-         Fase 2: “Haces muy bien en pedir un café cortado con leche, hijito, ya puedes llevártelo. Ten cuidado porque está muy caliente.

-         Fase 3: “Has hecho una excelente elección con el Cacao instantáneo. Ahora búscate un trabajo mejor y cásate.”

 

EL BARBERO DE OPORTO

Cuando se trata de mi cabello soy un amante de los clásicos. No me refiero al corte clásico, con raya y gomina, sino del placer de que te corte el pelo un barbero de los de toda la vida. De los que tienen ese “turulo” blanco con rayas azules y rojas dando vueltas en la puerta. Ese tipo de hombres inmutables ante cualquier acontecimiento, que adornan su trabajo llevando una especie de batín sobre la ropa, y ocultan sus pensamientos tras una nube de tabaco negro. 

 

El caso es que hoy, mientras descargaba mi cabeza de pelo, ha tenido lugar uno de los momentos más raros que recuerdo  desde que llegué al barrio. Entra un señor ya mayor, al parecer viejo amigo del barbero (y al parecer de la misma quinta) y empieza a admirar el trabajo que su amigo realiza con mi cabellera. ¡Joder! ¡Yo quiero uno igual! Decía el “abuelete”, ante el que el profesional de profesionales –con el Coronas sin despegarse de los labios- le respondía que ojalá pudiera. ¡Tú lo que estás es muy acostumbrado a hacer lo que te da la gana! ¡Quiero un “pelao” así, como el de este hombre y tú me lo vas a hacer!

 

El sabio y tranquilo barbero trataba de hacer comprender al buen hombre que no hacía otra cosa que luchar contra la realidad. Contra los molinos de viento que le habían dejado “como una bola de billar” y que, como mucho, podría disimularle un poco el brillo del casco moviendo los pelos que le quedaban en las sienes y el cogote.

 

¡Mucha cara tienes! ¡Quiero algo así porque estoy harto de ver a los jovenzuelos llevar el pelo como yo “estoy obligado a llevarlo”! ¡Rapados por arriba y con melena en el cogote! ¡Yo quiero un “pelao como el de este señor” –Me encanta que me llamen “señor” peor en este caso me ha llamado la atención porque es la primera vez que alguien con más de diez años lo hace- ¡Te voy a decir cómo quiero el pelo! ¡Voy a hacerte un dibujo!

 

Traté de no partirme de risa ante la discusión. Sobretodo cuando el barbero le explicó al amigote que llevaba cortándole el pelo desde los dieciséis años, y que hay que adaptarse a los tiempos. Sobretodo cuando los tiempos te dejan casi sin pelo en la cabeza.

 

¡Pues muy mal! ¡Soy tu cliente y siempre llevo la razón! ¡Mira el dibujo para que veas cómo quiero el pelo! –El barbero observa el dibujo sin inmutarse (sólo he visto hacer esto a Eugenio y a este hombre) La ceniza del Coronas aguanta “in extremis” para no caer sobre el ejemplar de La Razón (¿Dónde se ha visto un barbero o un sastre que no sea conservador?) en el que su amigo ha dibujado el boceto- ¿Y a esto lo llamas dibujo? ¡Esto son cuatro rayas! ¿Qué son? ¿Tus cuatro pelos?

 

El hombre se acerca a mi y me dice ¿Sabe usted que yo soy sastre? (una vez más la alianza del sastre y el barbero) ¡A mí algunos me piden trajes “de los que casi no se pueden abrochar”! ¡Y otros “de los que dejan correr el aire”! ¡El cliente manda y se hace lo que él pide! ¡Y se hace a la medida del cliente!

 

El Coronas del barbero cobra vida y explica al caballero que hay clientes y clientes, que no hay dos personas ni dos gustos iguales, pero que hay cosas que no se pueden hacer.

El Coronas, entre medias, también le pregunta al caballero si mide a sus clientes con la misma cinta métrica con la que se mide sus pelos.

 

Al momento, el barbero acaba su labor, y el Coronas me informa del precio. Muy poco por un corte de pelo con espectáculo. Mi amigo Jose cerró su tienda de prensa, pero en ningún momento me quedé huérfano de lugares donde encontrar una divertida conversación.