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Me Cago En Mi Vida

CHEWE

CHEWE

 

Muchos manuales de auto-ayuda[1] hablan de la importancia de las relaciones personales en el ambiente de trabajo, y generalmente llevan razón... lo que probablemente explique por qué voy de culo y sin freno.

 

¡OH!, ¡Sí!, ¡Intégrate en un equipo ganador! Haz de tus compañeras de trabajo tus amigos y... ¡Qué coño! ¡Haz de ellos tu familia[2]! ¡Invierte parte de tu tiempo libre[3] en conocerlos mejor! En interactuar con ellos, en... y bueno, yo es que lo intento pero, una vez más, la única ley no científica en la que creo a pies juntillas (la del maldito Murphy) me lo impide.

 

Primer chasco:Ayudando a los demás a pasar las pruebas físicas”

 

No soy le más indicado para hacer de monitor... ni siquiera para hacer de monito, pero una vez logré ponerme en forma, y eliminar los diez kilos de grasa cervecera que protegían mis abdominales, logré superar lo de las dos putas dominadas... a lo que, solidario de mí, me ofrecí a echar un cable a los compañeros que aun quedaban atrás... a priori, un híbrido de Gandhi y la Madre Teresa de Calcuta habría resultado un auténtico hijo de siete padres comparado con mi acto desinteresado de bondad, claro que... bueno, cuando machos y hembras se entrenan juntos el roce hace el cariño... no tengo idea de cuándo, ni cómo... y dependiendo de la hora del turno de noche en que me  encuentre es probable que no recuerde ni quiénes, pero en un entorno, como el seguratil, donde el exceso del mal denominado tiempo libre (se supone que estamos trabajando) nos convierte a todos en una horda de cotorras chismosas, es normal que la expresión “quedar para entrenar en el gimnasio de la empresa” signifique algo relacionado con túneles ferroviarios, coches con un capó larguísimo, perritos calientes y banderas de Japón. Añada a eso un tipo que no sabe ni qué viento le da por estar de perenne en el turno de noche, y acabará comprendiendo por qué la mitad de mi promoción debe pensar que soy una especie de locaza... podría ser peor, podría serlo de verdad, y aunque la imagen me importa una mierda, reconozco que hay formas mejores de integrarse en un equipo ganador.

 

Segundo Chasco: “Preséntale tu novia a tus compañeros de trabajo”.

 

Sí, el glorioso día que nos examinaron para la habilitación celebramos nuestra victoriosa presentación al examen teórico yéndonos de cañas... Dado que estaba cerca de mi barrio me dio por ejercer de buen anfitrión y guiar a las compañeras y compañeros presentes por el nobilísimo Oporto y... ¿Qué diablos? En un acto de temeridad de cara al comadrejeo sexual, avisaré a mi señora para que se venga... claro que Baby no estaba por la labor... ¡Y el Gurú permanecía en silencio, agazapado en algún lugar! Así que hube de solucionar esa rareza (bueno... también me equivoqué de piso al llamar al portero automático... en mi propia casa... demasiados turnos de noche) enseñando fotos que guardaba en mi móvil de mi dominante y del gato...

 

Claro que cualquiera puede pensar que fotos tan originales como las mías pueden haber sido sacadas de Internet... ¡Seguro que el Golfo vive sólo! ¡En un piso sin muebles! ¡Con la única compañía de un montón de latas de cerveza vacías a las que llama amigos!

Ya dijo Andrew Dent (el de “La Guía del Autoestopista Galáctico”) eso de no soy raro... sólo me pasan cosas  raras. Un compañero se obsesiona con una chica de nuestra promoción y a mí no se me ocurre otra cosa que decir que “Para mí  el mayor morbo que tiene es el de desafiarla a un combate cuerpo a cuerpo y que me de una paliza”, y se ve claro que lo de integrarse en un equipo ganador queda más lejos que mi otro deseo oculto: Coronarme Rey de Zimbabwe.

 

Conclusión: “Si vas a cagarla, cágala bien”

 Ante tal situación límite, me he decidido por la mayor: Si vamos a quedar como el culo ¡Que sea un culo enorme! Por la presente, procedo a inventarme a un compañero que me de conversación en las noches largas y solitarias en las que se supone que trabajo. Me debería haber pedido a una ella... con un enorme par de ellas, pero como soy tan raro, rizaré el rizo con lo último en auxiliares de servicios: ÉL es enorme (como dos metros y medio), ÉL es muy peludo... y no es que no le permitan ser Vigilante por no ser español o comunitario... no le dejan porque no es humano, sino un wookie. ¡Saluda Chewbacca!

 ¡¡¡GRROOAAARGHHH!!!  

 

Cuando tienes por auxiliar de servicios a un gigantesco wookie de las profundidades del planeta Kashyyyk, todo son ventajas: Si alguien olvida cerrar la puerta le mando a explicárselo a Chewe, si mi relevo se retrasa, le rendirá cuentas a Chewe, las ratas que acompañan a la vieja a la hora de repartir la comida que compra tampoco se acercan a la garita del vigilante, no  sea que me de por imitar a Han Solo, corriendo a toda velocidad por los pasillos al grito de ¡Ayúdame Cheweeeeee! No sólo se trata del alimento natural de un gigantesco y forzudo homínido extraterrestre, sino que, además, sus rugidos acojonan un huevo... aunque yo seré el único que los comprenda porque, a fin de cuentas, quien aprende euskera puede aprender wookie. ¿Que un inspector nos va a meter un puro tras preguntarnos eso de ¿Doo-da Too-ta, Solo? Pues sólo hay que recordarle que no conviene soliviantar a un wookie.

 Tras esta ida de pinza imagino mi siguiente visita a las oficinas de la empresa: Un señor con traje gris me enseñará una cartulina blanca con un borrón de tinta en el centro y me preguntará “¿Y tú qué veh aquín?”


[1] Aunque se titulen “Cómo lograr el éxito en el mundo empresarial post-moderno” o “Intégrate en un equipo ganador” siguen siendo manuales de auto-ayuda.
[2] Esto también quiere decir que nada de sexo.
[3] ... y repito nada de sexo... a lo que añado: Aquí se viene a currar, no a hacer amigos... los amigos en tu tiempo libre que una cosa es un equipo ganador y otra una panda de vagos que no da ni chapa. 

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