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Me Cago En Mi Vida

LA NOCHE DE LOS EMPLEADOS VIVIENTES

LA NOCHE DE LOS EMPLEADOS VIVIENTES

Era una noche como otra cualquiera. Ruidos de portazos, gente de la pensión que volvía a las tantas, un montón de Borjamaris pateándose la calle sin decidirse en dónde cenar, a qué discoteca ir o en qué puticlub echar un kiki...  Pocas cosas, excepto una manifestación de la horda de ratas del patio interior reivindicando comida (es que la vieja lleva un tiempo fuera) podría molestarme.

 

Una rata vestida con chaleco y con unas diminutas gafas se pondría a dos patas ante mí, se aclararía la garganta y me leería un comunicado: Como portavoz de la Asociación de Ratas del Patio Interior le exijo que nos provea de comestibles, de lo contrario tendremos que salir de este infecto patio interior y empezar a roer su porra.

 

Pero no, las ratas no estaban como para hablar. Probablemente habían evolucionado siguiendo el modelo de aquella película sobre viajes en el tiempo: En tiempos de escasez, los roles sociales de una horda de ratas se dividen. A partir de entonces habría ratas Eloi, que serían alimentadas sin esfuerzo y llevarían una vida plácida hasta que las ratas Morlock hiciesen sonar la sirena que indica la hora de comer... a las ratas Eloi.

 

Sin embargo no son las ratas lo que llama mi atención, sino una serie de portazos, de pisadas torpes y una especie de sonido gutural continuado que parece decir eeeeeeeeehggghgcereeeeeeebrooooooo”. Así que, para no aburrirme, me doy una ronda extra. Craso error.

 

La instalación seguía normal... quiero decir vacía (es normal a las tantas de la madrugada), sin embargo, al pasear por las dependencias me siento observado... es como si oyese babear a una multitud. Todo parece seguir tranquilo, así que voy hacia la máquina de café cuando un millar de manos (no las conté, pero debían ser tantas como baldosas tiene el suelo) trataban de agarrarme. Eché a correr olvidando el café que acababa de pagar (alguien me debería una explicación... y 20 céntimos), pero de las paredes y el falso techo surgían más manos, incluso a veces se rompían y un montón de cuerpos torpes y ausentes de vida (como en un concierto de reaggeton) caían dentro de esa planta llena de despachos. Cuerpos sin vida ni inteligencia muy elegantemente vestidos, añadiría... más que un concierto parecía la Pasarela Cibeles.

 

Corrí y corrí por ese laberinto de escritorios, ordenadores y aparatos de aire acondicionado, mientras un tsunami de zombis, una jodida marea negra de putrefacción y gorgoteos, me seguía constante, impasible, ignorante de que estaba chocando con las mesas y haciendo caer los monitores.

 

¡CEREEEEEEEEBROOOOOOOOOO!

 

La Fundación para el Estudio y Conservación de los Zombis, La Federación de Amigos de los No Muertos por el Reconocimiento de la Igualdad, y Granjeros Sin Escrúpulos, Límites ni Fronteras, coinciden al recomendar que, en estos casos, los individuos que no hayan sido reanimados postmortem deben alejarse rápidamente de la masa de reanimados devoradores de cerebros, aislarles cerrando puertas y ventanas, y avisar a Mila  Jovovich, sólo que, por alguna razón, no me había sido suministrado el número de teléfono de la actriz y modelo... (algo que no es de extrañar), y que en estos casos, si tratas de poner el coche en marcha no arranca. El equivalente para los vigilantes en turno de noche (los suertudos del turno de día no han tenido un incidente con muertos vivientes desde el último macro-concierto de Operación Truño) es que la llave que tiene que abrir la puerta se atasca... luego la puerta no se abre... luego un millar de manos en descomposición abrazan bruscamente mi cabeza, y veo un millar de bocas llenas de dientes grises abiertas y acercándose, y todo se vuelve oscuro y...

 -         ¿Y qué? ¿Por qué no me coméis?

-         No sé,-dijo uno de los zombis- tienes algo raro...

-         ¡Lo sabía! ¡Sabía que hacía demasiados turnos de noche! Debí parar a tiempo, cuando uno de los vecinos me dijo eso de “Te veo muy pálido y ojeroso ¿Dónde has pasado el verano? ¿En la cárcel o en un centro de desintoxicación?”

-         No chico, tú trabajas por la noche. Nosotros somos zombis... ¿Notas la diferencia? Los latidos del corazón y todo eso...

-         Entonces ¿A qué diablos esperáis para devorar mi cerebro? 

No responde nada, entre las risas del resto de muertos vivientes me golpea el cráneo con el puño, como quien prueba la madurez de un melón

 -         ¡Esto es indignante! ¡Exijo ser devorado zombis de mierda!

-         Sí, claro, otra vez segurata, un menú variado y nutritivo... rico en azúcar glaseada y cafeína...

-         ¿Y qué tengo de malo?

 -         ¿Has comido alguna vez soufle lleno de aire?

-         ¡Oiga! ¡Que tengo estudios! ¡Me licencié en la universidad! 

(Se acerca, me mira, me huele la cabeza...)

 -         Sí, pero en la Complutense... mire joven, ¿Ve a Beatriz? En el momento de finar estaba embarazada de gemelos, ahora tiene que comer para tres zombis

-         Esto es indignante

-         Te lo dejaré claro: Antes trabajábamos aquí, pero un día, de repente, caímos todos inconscientes y despertamos en estado de putrefacción y con un hambre que te cagas...

-         (le interrumpe un zombi) ¡Fue la puta cena de la empresa! ¡Ya os dije que nada de ir a un chino!

-         ¿Pasa algo con el chino? (otra voz surge desde el interior de la masa de seres desorientados y tambaleantes) Yo creo que fueron las emanaciones de aquella bombona que algún idiota abandonó junto a la instalación ¿Pero en qué manos estamos? 

(El zombi con el que hablaba se me acerca)

-         En confianza, chico, no hagas caso a Ramírez... era aficionado a escuchar la COPE y...

-         ¡Ahora me vendrá el señor Gutiérrez con lo de la teoría de la conspiración! ¡La culpa de todo esto la tiene Zapatero!

-         Cierra el pico

-         ¿O qué? ¿Vas a despedirme?  

Estos son los momentos dorados, los minutos de confusión en los que la presencia de un vigilante de seguridad profesional se hace con las riendas de la situación y logra restablecer la calma en los presentes... ¡Eh gente! ¿Y si pido unas pizzas? 

-         Olvídalo, chico, comer pizzero es como comer segurata...

-         Bueno, muchos están estudiando en la universidad... Ingenieros, gente de Bellas Artes, algún futuro Periodista

-         Olvídalo, la última vez vino uno que con sólo olerle nos provocó gastroenteritis... un chico alto y flaco, con gafas y un olor corporal de los que advierten que está adiestrado para evitar ser devorado por zombis, fieras y alimañas...

  Les hice una seña como para que esperaran, la típica seña de controlo la situación, en media hora su comida estará aquí... ¿Qué iba a hacer? Sólo me quedaba dar el paso más lógico. Coger el teléfono: ¿Hola? Necesito un inspector en mi instalación... que venga con un bote de salsa barbacoa.

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