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Me Cago En Mi Vida

El amor verdadero

El amor verdadero

Otro día otro dólar... puede que en el otro curro, en el de becario, y más bien serían 7,5 euros, al cambio... otros 8,625 dólares (digo yo). Puede, porque aquí gano mucho, pero que mucho más. Pero es más poético lo de otro día otro dólar, y como creo que aun estoy bien de la cabeza, supongo que no es nada malo que mi motivación para trabar sea económica.

Cuando me encuentro con Mauricio acordamos que el próximo Viernes llegaré antes de la hora... necesita un favor, y para eso están los compañeros. También me encuentro con una reunión en la cumbre. En el edificio están (o parecen estar) el presidente de la empresa, el director financiero y jefe de seguridad... toda la plana mayor. ¡Genial! Encima logro encadenar cuatro estornudos seguidos, lo que nunca logro en casa: ¡Salud!  ¡Dinero!  ¡Amor!...  ¡Felación!... por eso siempre que veo a alguien conocido estornudar rezo para que no llegue al cuarto.

La noche siguiente logro, contra todo pronóstico, cargarme la cremallera de la Parca. Iba a mear, y como voy vestido por capas, tengo que quitarme tela de encima para sacar a la luz a Miniyo, y que lance su dorada carga. Claro, que ese jodido anorak parecía más difícil de abrir que un sujetador. Eso, y que la puerta de mi garita se esté cayendo a trozos (el pomo ya cuelga en un ángulo de más de cuarenta y cinco grados), hacen que mi moral suba como la espuma del champán. Lleva un mes con los tornillos dados de sí, pero a nadie le importa.

Sólo falta que llueva como la semana pasada para que me acompañe un sonido como el de las secuencias del Hotel Bradbury, de Blade Runner. Un replicante con muy mala leche podría perseguirme por la instalación al grito de ¡Uno! ¡Dos! ¿Estás contento hombrecillo? ¡Tres! ¡Cuatro! ¡Ir al cielo! ¡Ir al Infierno! Y es que el cansancio acumulado rivaliza con el aburrimiento a la hora de provocar idas de pinza. Sólo faltaría que las baldosas de la planta baja empezasen a darme conversación... a interesarse por mi salud y mi vida personal. Ya lo decía Terry Pratchet en El Rechicero: Si me dieran cincuenta años haría del aburrimiento un arte.

Sobre las once y media me llama Félix: Ha sido padre de nuevo. La niña, Paula, se parece a Montse, su santa esposa... ¡Gracias a Dios! Bromeo con él ¡Disfruta de la baja por paternidad! Finalmente la lluvia no me honra con su compañía, aunque una ventolera épica me hace sentir como en casa... esos aullidos de viento rebotando por los pasillos, esa tensión que no me deja pegar ojo: LA PUTA PUERTA DEL PUTO PATIO INTERIOR QUE ME VA A PROVOCAR UN PUTO INFARTO.

El domingo, por fin, todo vuelve a la normalidad. En realidad sólo era domingo para Mauricio... para mí la hora del relevo, y la cháchara con Jose, y la conversación en la cama con Baby antes de dormirme siguen siendo sábado... o cualquier día anterior al presente. ¡Pero puedo presumir de haber descubierto el amor verdadero! Después de haber hecho vomitar incluso a Heidi con una frase tan ñoña como la anterior, me permito contar el gesto de amor que me ha llevado a esta conclusión: Ya me había disfrazado de persona (es decir que me había cambiado tras el relevo) cuando Mauricio me llama la atención sobre una pareja sentada en u banco justo en frente de nuestro edificio. Después de mucho magreo, la feliz pareja empieza a echar un kiki... casquete, caliqueño, mete-y-saca, polvo, cuajo... un jodido butragueño matinal, a las siete de la mañana, con el cielo clareando y un frío para cagarse y hacerse cortes con las raspas.

Lo gracioso es que, al acabar, el amoroso dúo decide llevarse un recuerdo de esa experiencia que les mantendrá unidos en sus recuerdos las próximas horas: ¡El puto banco en el que estaban sentados! ¡Incluso lograron desatornillarlo y moverlo unos metros! Le comento a Mauricio si no deberíamos hacer algo... su respuesta es todo un lema del sector de la seguridad privada: ¿A caso nos pagan para custodiar los asientos de las aceras?

N.B: El amiguete Damián se interesó por el PROSEmerchandaising que nos da la empresa... de hecho un compañero de la redacción me ha encargado un pin... si observáis la imagen podréis ver lo que son un PROSEbolígrafo, una PROSEcarpeta... y eso que parecen preservativos e incluyen en el envoltorio el anagrama y la URL de la magna corporación de seguridad son PROSEcaramelos... unos caramelos cojonudos.

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