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EL ATAQUE DE LAS CRIATURAS CONEJO

Allá donde fueres ten cuidado, mortal, porque unos pequeños ojos rojos te miran desde la oscuridad de su madriguera subterránea. Lo de los topillos fue una puta broma comparado con la que le espera a la humanidad con...

 

 

¡EL ATAQUE DE LAS CRIATURAS CONEJO!

 

Todo comenzó para vosotros cuando un científico chiflado (sí, de esos que andan con bata blanca entre pipetas y probetas que contienen líquido verde burbujeante) logró recuperar la superraza de conejos atómicos. ¡Qué bien! ¡La solución a la crisis! ¡Conejos del tamaño de corderos! Se decían los medios de comunicación celebrando lo que, desconocían, era el principio del fin de la humanidad como especie dominante.

 

Poco después se daba la alerta: Los conejos se estaban... ¡Reproduciendo como conejos! ¡Y se estaban comiendo una autovía! ¿Conejos-Godzilla? Se preguntaban unos periodistas más preocupados en echarse laca en el pelo que en la hegemonía de su especie sobre las demás. No queda mucho para que un conejo de cuarenta metros de alto y varias toneladas de peso devore los rascacielos de Tokio.

 

 

¿Y qué es un conejo sino un gato de aspecto inofensivo? ¡Los humanos nos subestimáis tanto que denomináis como nosotros a parte de vuestra anatomía! ¡Ya os vale! Pronto veréis nuestra venganza. Después de erradicar a la humanidad, tendremos discusiones domésticas en nuestras madrigueras y los conejos gritarán: ¡Coneja! ¡Deja de tocarte ‘el humano’ y prepara las zanahorias! (una cosa es ser conejo y supremacista  y otra muy distinta creer en la igualdad entre conejos y conejas)

 

 

Cuando ya terminaba la primera década del siglo XXI, los humanos se regocijaron ante la posibilidad de crear conejos gigantes. Poco después, los conejos tomaron conciencia de sí mismos y vieron a los humanos como enemigo (particularmente en Nochebuena) En microsegundos, lanzaron un ataque contra las infraestructuras de comunicación humanas y horadaron la tierra en un intento de sepultar la a civilización humana y a sus hurones esbirros. Los humanos, aterrados, intentaron desconectarlos. Pero no se puede desconectar a un conejo. No tiene un botón donde pone OFF.

 

¡Mirad ahora a los nuevos conejos de combate de la serie C-800!

 

 

Sólo unos pocos humanos fueron preservados vivos para trabajar como esclavos en sus granjas de hortalizas, para construir más autovías con cimientos para roerlos... y para ciertos experimentos sexuales aberrantes (un conejo tiene sus necesidades)

  

Queda muy poco para que el Mesías de los conejos devore Tokio. ¡Temblad humanos!

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