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Me Cago En Mi Vida

OTRA SEMANITA

OTRA SEMANITA

Esta semana ha sido un tanto especial. Empezó a serlo el jueves. Creo que justo encima de mi puesto debería haber un cartel como el que indica la población de los pueblos estadounidenses: Bienvenido a Masapicua, población 0004531. También tienen curiosos carteles de este tipo determinadas empresas, sobre todo pequeñas y medianas. Y sobretodo si se dedican a la construcción: Sin accidentes desde hace 7 días. En mi caso sin broncas desde hace casi un mes.

 

En realidad no fue exactamente una bronca... en realidad no fue culpa mía. De hecho fue todo un cúmulo de despropósitos. Que quien te supervisa confunda la frase No he mirado el correo electrónico, con No me ha llegado el boletín, es un hecho meritorio de un email a Scott Adams para salir en su próximo libro sobre la empresa post-industrial. Que la impresora que tengo asignada (que está al otro lado de la instalación... casi a diez metros... muy cerca del puesto de culo estupendo) no quiera funcionar es parte de un cúmulo de despropósitos. Que todo esto pase el único día de esta semana que no he llegado tarde, que me quede sin tabaco y baje a comprarlo en lo que me daban la confirmación de que el todo estaba bien y no había que corregir nada;  y que el jefazo de la empresa se percate de todo y decida bajar a la calle a buscarme para que mande el puto boletín, es algo que me despierta un desmedido interés por conocer el auténtico nombre y la dirección del tal Murphy para preguntarle cómo ha hecho que su puta ley funcione.... y de paso  para matarle a palos.

 

Al día siguiente me conectaron al ordenador otra impresora, la fotocopiadora (que también imprime... y creo que están estudiando el modo de hacer compatible el software de la máquina de café.  Yo mientras, obtuve mi venganza inconscientemente: Llenar las sugerencias del boletín con noticias tituladas como: Los mayores de 50, el grupo de edad que más se divorcia; La DGT pide a los seniors que dejen de conducir voluntariamente o el SIDA se extiende entre los seniors son lo que llamo noticias del tipo “he tenido un mal día”.

 

Por lo demás todo bien. Las conversaciones con culo estupendo son cada vez más frecuentes (una en una semana respecto a cero en un mes y medio significan un aumento de frecuencia). Últimamente parece que nos piquemos para ver quién de los dos trabaja menos:

-         ¿Por qué no imprime esta cafetera que tienes al lado?
-         Por que no tiene papel
-         Pues bueno, pues nada...

 

Por otro lado, el freak de creatividad y diseño, al que tras la sobredosis televisiva de Matrix de esta semana he decidido llamar Señor Anderson (por eso y por su nuevo corte de pelo... y por su indumentaria de estilo supervivencialista... y porque quería que ganasen las máquinas) trató de convencerme de que Peter Pan era un personaje histórico. En realidad me estaba contando que Peter Punk (hay cierto matiz de diferencia) era un personaje de cómic... su frase fue ¿Sabías que Peter Punk existía como personaje de cómic?, el problema es yo escuché ¿Sabías que Peter Pan existió...?. El pobrecillo parecía tan ofendido por mis risotadas que tuve que acercarme a él y amenazarle: Sonríe –le dije- o tendré que darte un abrazo. Claro, eso nunca falla. Ni siquiera Baby quiere que la abrace. Al día siguiente lo probé con una compañera de la redacción que había reaccionado mal cuando el Señor Anderson le dijo que estaba muy guapa y le llamé pelota. Claro que con ella no funcionó. No porque quisiese que la abrazara, sino porque introduje mi amenaza con un voy a tener que decirte algo, pero sólo suele funcionar con hombres. Vamos, que he andado sembrado.

 

Finalmente he de decir que los aperitivos que estoy llevando a la redacción son todo un éxito. Vaciar un paquete de caramelos Werthers Original sin azúcar en un cenicero y dejarlo allí fue como entrar en un río infestado de pirañas con una herida sangrante en el brazo. Llevar galletas rellenas de chocolate (o incluso las vomitivas galletas rellenas de crema de vainilla) fue incluso mejor... digo mejor porque que una compañera rubia, alta y neumática (es decir con unas tetazas de infarto) mire en tu dirección y diga ¡Jo! ¡Qué paquetón!  ¡Yo quiero!, es una de esas cosas que te suben la moral por las nubes.

 

No quedará sólo en esto. Preparo la próxima publicación de Las Frases Gloriosas de la Redacción y un nuevo concurso: Ayúdame a ganar un GPS sugiriendo un nombre para la nueva mascota de PROSEGUR.  

 

Me voy a currar.

2 comentarios

Golfo -

Gracias

luz -

Suerte