El Atraco
Lo recuerdo como si hubiese sido ayer pese a que ocurrió hace un par de años. Fue uno de esos días de mucho público (un Domingo si no recuerdo mal), en el que la incidencia mas notable eran los niños que potaban en mitad de la sala, el típico stress en la cocina, los niñatos gitanos montándola con sus patinetes entre las mesas... vamos, el típico día de kingburger, excepto que me tocaba servir los helados y refrescos en lugar de limpiar las mesas.
Una señora gitana y su niña habían pedido cinco veces que se les limpiara la mesa (los anteriores clientes se habían ido sin recogerla, para variar), pero las encargadas no me daban permiso , y la pequeña Alicia, encargada ese día de limpiar las mesas, estaba echando una mano en la cocina. Me tocó al final a mí, porque la hija de puta de la gitana, visto que nadie limpiaba su mesa, decidió tirar las bandejas con restos de comida al suelo en lugar de sentarse en la MESA JODIDAMENTE VACÍA QUE TENÍA JUSTO AL LADO. En resumen, era el típico Domingo por la noche en el Borriquín más cercano al Poblado de Pan Bendito... Borriquin que no contaba con Guardia de Seguridad, a propóisito.
Sólo hubo una novedad que comunicar al puesto de mando: Un pijo la emprendió a gritos y golpes en la mesa porque no le vendía un helado directamente a él. Es que era demasiado fino para esperar en una cola superpoblada, y demasiado importante como para ir a otro local (hay un restaurante chino justo al lado, y un Telepizza justo después). El pijín trató de engañarnos diciendo que era amigo de una compañera, Isabel, que tenía justo al lado, en el puesto de alta responsabilidad de pasador de servilletas, y cuyo nombre acababa de leer en su placa identificativa (en realidad un trozo de plástico blanco con el logo de BK y una pegatina con el nombre o apellido del trabajador). El tío jeta empezó a montar un follón de los que hacen afición, mientras el malvado Kingburger seguía el procedimiento reglamentario: Cliente se queja a empleado, empleado comunica el suceso al encargado/a más próximo, dicho encargado/a comunica al empleado que mande al cliente a buscar setas al parque municipal más próximo, empleado sonríe al cliente y le dice que no puede ser... cliente vuelve a gritar a empleado y empleado ha de quedarse mirándole y sonriendo como si le hubieran inyectado Botox en las mejillas a la espera de que el iracundo cliente quede hipnotizado o se largue. Todo reglamentario, excepto al última parte: Confundí el empleo de Kingburger con el de Tarjetator (que simultaneaba con el anterior) y respondí al cliente: Grita cuanto quieras, a mí me van a pagar lo mismo te tomes el helado o no. Cuando ese imbécil se fue, ocurrió lo inesperado:
El Atraco
Repentinamente, un tipo con una bolsa de cartón del Burger en la cabeza (Con dos agujeritos, eso sí, un insulto a tan magna institución culinaria habría sido que la bolsa fuese del McDonalds) y una especie de destornillador en la mano, entra como una exhalación empujando a los clientes que hacen cola frente al mostrador, y salta como un felino hacia adentro. Isabel tuvo suerte de haber estado agachada cogiendo más servilletas, porque de lo contrario se la habría llevado por delante.
Andaba yo ordenando los estúpidos vasos de plástico (de cuatro tamaños distintos) , con el típico pensamiento de cuando me tocaba limpiar montañas de esas bandejas azules (¿Por qué no estoy vendiendo drogas? Por lo menos cobro el sueldo mínimo: ¡Jodéos! ¡No podéis pagarme menos! ) y al girar mi cabecita hacia la izquierda veo a un tipo con un cartucho de cartón en la cabeza coger del cuello a una encargada y gritar ¡La caja! ¡Abrid la caja!.
¡Anda, un tipo atracando, me dije mientras volvía a lo mío, cuando noto extrañado que no oigo nada a mis espaldas (en la cocina) y veo por el rabillo del ojo, a Isabel y a Alicia salir por pies del local. Es ahí cuando sale lo mejor que un hombre lleva dentro, es en los momentos de crisis cuando respondemos mejor....
El Héroe
Cuando te preguntan qué es lo que te pasa por la cabeza al llevar a cabo una acción heróica se puede dar una respuesta de libro: pensaba en lo mejor para mis compañeros, los clientes y por supuesto... la empresa ; o un sincero ¿Cómo quieres que pensase algo? ¡Ese cabrón llevaba un machete!. Aunque no os lo creáis, este que os escribe evacuó heróicamente a al rededor de cien personas (par de decenas arriba, par de decenas abajo...) en aproximadamente tres segundos. El Manual para emergencias del alegre miliciano recomienda mantener la serenidad y decir firme, pero sosegadamente a los clientes: Se está produciendo una situación irregular y de urgencia, hagan el favor de abandonar ordenadamente el local y en breves minutos todo estará solucionado. ¿Qué fue lo que ocurrió?, pues que cuando mi cabeza de patata se dio cuenta de la situación salí por pies, como todo aquel que pudo, agitando los brazos como si tratara de elevarme, y gritando como un poseso ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera!. Probablemente alguien debió oir ¡Fuego! porque la mayoría de clientes salieron alborotadamente del local (en tres segundos). Todos excepto dos chavales que no dejaron de masticar hasta que choqué torpemente con su mesa. ¿Qué ocurre? preguntó uno de ellos con la boca llena de pan con carne y ketchup, llenándome de migas ¡Un atraco!, y entonces sí, salieron a toda pastilla del local despidiéndose con un contundente ¡Coño!. ¿Que por qué reivindico la autoría de la evacuación? Pues porque todos salieron antes que un servidor (más que nada porque corrían más).
En el interior Perfidia (¡Tangaaaaaaaaaaaaaaa!) actuó de un modo profesionalmente desinteresado dando una patada a la bolsa llena de pasta que había debajo de la caja registradora. Esa bolsa contenía más de 1400€, así que el chorizo se tuvo que largar con unos 200. Por otro lado, el otro chico de la plantilla, mi amigo y vecino Carlos, presenció una escena que sustituiría a la ballena blanca en sus pesadillas: Estando su amiga próxima a un peligro (la pedazo de zorra de Pluvia), Maya (la Líder de Grupo de más de cien kilos) agarró el cuchillo de sierra de la cocina (el de partir en dos las hamburguesas) y salió a defender el local. Imagináos a ese pedazo de cachalote corriendo a cámara lenta mientras sus mofletes y tetas botan hacia arriba y hacia abajo... imagináos que esa mole de carne y uniforme azul con olor a fritanga viene hacia ti porque estás en su línea de avance... y finalmente imagináos que, para más INRI, lleva un cuchillo en la mano. Por suerte para el atracador, una gorda de ciento y tantos kilos no se puede mover muy rápido, y de hecho se quitó la bolsa de la cabeza antes de marcharse. Como buen atracador tenía el coche aparcado en la puerta... como buen carabanchelero tenía el motor apagado (¡Joder! ¡Es que si no se lo llevan!).
Me encontraba fuera del local hablando con los clientes, a ver si alguno llevaba un teléfono móvil para avisar a la poli (dado que la empresa no nos deja llevar móvil, ni reloj... ni bolsillos en el pantalón). Uno de los clientes me pasó su teléfono, estaba hablando con el 112, y cuando empiezo a hablar resulta que la operadora me cuelga. ¡Yujuuuu! ¡Confíe usted en las Fuerzas de Seguridad y Servicios de Emergencia!, así que, encontradas las dos compañeras que habían salido del local (y que iban camino de Vladivostok y eran todo lagrimones) vuelvo a entrar en el restaurante, y pregunto a todos si están bien. Ningú herido, y la rehén, una chica ecuatoriana, era la más tranquila de todas (el resto llora que te llora). Sólo Carlos y yo (bueno y el 90% Maya, porque el resto no se podía ver de una sola ojeada) nos reíamos por la escena tipo Makinavaja que acabábamos de vivir. Perfidia no pudo rematar su actuación (había consoludado sus galones) avisando a la pasma, logró saltar hacia la cocina (eso significa saltar sobre el contenedor de patatas recién fritas y caer esquivando los mostradores de preparación y el asador eléctrico cuyo metal está a unos 77º), salió del local y pidió un teléfono para pedir ayuda... lástima que se equivocase de puerta y e metiese en el restaurante chino. ¿Cómo demonios se le dice a un chino que llame a la policía, que están atracando el local de al lado y que le asegura que no deportarán a ninguno de ellos?. Si no hubiese tenido 200 pulsaciones por minuto seguro que mi querida jefa se habría metido en el Telepizza y punto.
Aun no había acabado la cosa: Yo me vanagloriaba de mi heroica azaña, cuando una casi recuperada (y aun atractiva) gerente me respondió: Eres el héroe de los 100 metros lisos, ¡Qué manera de correr!... Acertada observación, pero yo me limitaba a consolar al resto de las chicas (tratando disimuladamente de tocar algún culo), y a dar la razón a mi amada jefa con la frase ¿Qué habrías hehco tú si cobraras lo mismo que yo?. Eso sí, acertó al cerrar el local hasta que apareciese la caballería. La caballería apareció gracias a la exageración de un cliente que les dijo que el atracador llevaba una pistola (¡Dios salve a los andaluces!), pero aun quedaban elinforme a los chicos de azul, y las apariciones estelares de El Jefe de Seguridad de Lurca S.A. (sección Burgers) y del todo poderoso supervisor Ángel.
Próximamente: ¡Llegan los Refuerzos! y Reflexiones sobre un atraco.
2 comentarios
Golfo Kingburger -
Damian -
- si, los pijos son muy gilipollas, aqui en Vigo lo que estaba de moda (y creo que aun esta) es que uno coja 1a cocacola en un burguer y asi asegurar la permanencia del resto del grupo dentro del local, hasta que algun empleado les diga que se tienen que ir del local...eso es muy muy muy triste porque supuestamente van de "ricos", que tienen mucha clase y se van a un puto burguer donde exigiran que se les atiendan como si estuviesen comiendo unos canapes de caviar en el PLAZA...en fin, no voy a seguir hablando de los pijos porque no es plan.
un saludo!!!