La Mañana de Hoy (bueno de ayer)
Querido Diario: El día de hoy ha sido de lo más desquiciante. Ha sido no parar: Banco, Metro, Carnicería, Casquería, Tienda de telefonía, Metro, Banco
cada vez que pasaba delante del ciego y el quiosquero se partían de risa.
Ir al Banco a tratar de pagar un recibo es jodido, limitan demasiado el jodido momento exacto para pagar, y encima con las colas que se montan no lo logras ni a la de tres, pero meterse a hacerlo en un cajero para empezar las colas. El abuelo que tarda una hora en acabar y sale quejándose de que le salían letras en ruso, y luego va, te toca y tienes al imbécil de turno metiéndote prisas JUSTO cuando la maquinita no acepta tu libreta porque has puesto un PIN equivocado vamos a ver ¿Qué clase de idiota robaría una libreta de ahorros para PAGAR recibos?. Y que si ¡Es para hoy!, y que si ¡Chaval, por mucho que esperes no cobrarás la jubilación! casi me convierto en uno de los Lunins para enseñarle a deletrear la frase Q-U-E-T-E-F-O-LL-E-U-N-P-E-Z-E-S-P-A-D-A.
Ir al metro es más jodido aun, cuando una estresada taquillera la toma contigo por haber dejado el abono en el bolsillo de unos pantalones que has puesto a lavar. ¡QUE ESTO ES UN DOCUMENTO! vamos a ver hija ¿No podrías teclear el numerito en vez de tratar de que la máquina lea el jodido código de barras? Es que yo también me he levantado con el pie izquierdo, mi niña
Pero la cosa sigue, vamos a hacer la compra: Puesto de Carnicería. Me encuentro a un abuelote entrañable clavado a Ángel, el Sensei. ¿Tienen hígado para cortar en filetes? (soy raro, me gusta comer hígado ) Pues mira chaval, eso en la casquería en ese momento me sonó fatal, con toda la fiebre de Torrente y eso Antes nosotros teníamos, pero hemos llegado a un acuerdo con los de la casquería, y por no joder Me doy media vuelta, dejo al entrañable anciano con la palabra en la boca y voy a por mi hígado.
Tanta peli de zombis me empuja a comprar el enorme corazón de vaca, pero opto por el hígado, porque Baby me acabaría introduciendo el corazoncito de un par de kilos por un orificio de diámetro inferior.
No me extraña que a la gente no le guste comer hígado, y eso que tiene vitaminas a mansalva, pero es que ver cómo lo cortan resulta algo asqueroso. Me pillo un kilo en filetes y empiezo a sentirme culpable culpable y posiblemente linchado a la salida del mercado, así que vuelvo con mi kilo de hígado hacia el puesto del abuelote entrañable y le pido perdón perdón y medio kilo de ternera en filetes 8para que me perdone más que nada, porque un kilo de cadera a diez euros y pico bien vale una enemistad). Y así, cargado de carne subo a mi casa.
Llegando pasa lo peor: Imaginaos que sois una anciana que ronda los ochenta años y de repente veis que se os acerca en el pasillo una figura vestida de negro con bolsas llenas de carne sanguinolenta. Sí, me di cuanta que salí a la calle vestido de atracador (de negro y con calzado deportivo). Cuando la vecina recupera la respiración y el pulso me pongo a hablar con ella y me ofrezco a bajar su basura si la deja en la puerta, pero (debe ser por ir cargando carne y vísceras de vaca, y por ir vestido de atracador de abuelas, que ella se ofrece a bajar mi basura, la suya y no se hable más. Cuando abro la puerta de casa aun no se ha ido, y descubro que Verdi ha perdido el miedo a salir fuera de la casa.
Cuando eres una persona mayor, acostumbrada a la vida en el campo, los gatos no te extrañan, pero que la Parca, cargando vísceras sanguinolentas, persiga a un gatito de tres meses y pico por una escalera al grito de ¡Vuelve aquí pedazo de cabrón!, son una de esas experiencias que le acabas contando al psiquiatra, o al primer ser celestial que llega a recoger tu alma.
Banal conversación sobre gatos y la vida en el campo (es su marido el que me deja de piedra: Este mundo que tenéis ahora es un asco: Tengo ochenta años, si mañana me ofrecen tener de nuevo tu edad a día de hoy digo que no) y negativa a adoptar a cualquier hermanito de Verdi (lo siento, Fernando). Coloco el hígado y la carne, y bajo a por la prensa y a por patatas.
Lo primero que me dicen el Quiosquero y el Ciego: Tu chica anda por el barrio. Le hemos dicho que no suba a casa porque su golfo está con la maciza del banco encantadores hasta el final. Les cuento la mañanita de hoy para que acaben de reírse de mi, y acabo por subir a casa para esperar mi injusta castración, pero resulta que Baby está curada de espanto y ya se conoce a estos dos (gracias sean dadas al hacedor: La menstruación sólo dura una semana, si no me veo de tenorino).
A lo tonto una de esas típicas mañanas, una de tantas para acabar teniendo úlcera o algo peor pero he de dar gracias a Dios (y al Cuerpo de Marines) por no tener problemas de verdad.
Ir al Banco a tratar de pagar un recibo es jodido, limitan demasiado el jodido momento exacto para pagar, y encima con las colas que se montan no lo logras ni a la de tres, pero meterse a hacerlo en un cajero para empezar las colas. El abuelo que tarda una hora en acabar y sale quejándose de que le salían letras en ruso, y luego va, te toca y tienes al imbécil de turno metiéndote prisas JUSTO cuando la maquinita no acepta tu libreta porque has puesto un PIN equivocado vamos a ver ¿Qué clase de idiota robaría una libreta de ahorros para PAGAR recibos?. Y que si ¡Es para hoy!, y que si ¡Chaval, por mucho que esperes no cobrarás la jubilación! casi me convierto en uno de los Lunins para enseñarle a deletrear la frase Q-U-E-T-E-F-O-LL-E-U-N-P-E-Z-E-S-P-A-D-A.
Ir al metro es más jodido aun, cuando una estresada taquillera la toma contigo por haber dejado el abono en el bolsillo de unos pantalones que has puesto a lavar. ¡QUE ESTO ES UN DOCUMENTO! vamos a ver hija ¿No podrías teclear el numerito en vez de tratar de que la máquina lea el jodido código de barras? Es que yo también me he levantado con el pie izquierdo, mi niña
Pero la cosa sigue, vamos a hacer la compra: Puesto de Carnicería. Me encuentro a un abuelote entrañable clavado a Ángel, el Sensei. ¿Tienen hígado para cortar en filetes? (soy raro, me gusta comer hígado ) Pues mira chaval, eso en la casquería en ese momento me sonó fatal, con toda la fiebre de Torrente y eso Antes nosotros teníamos, pero hemos llegado a un acuerdo con los de la casquería, y por no joder Me doy media vuelta, dejo al entrañable anciano con la palabra en la boca y voy a por mi hígado.
Tanta peli de zombis me empuja a comprar el enorme corazón de vaca, pero opto por el hígado, porque Baby me acabaría introduciendo el corazoncito de un par de kilos por un orificio de diámetro inferior.
No me extraña que a la gente no le guste comer hígado, y eso que tiene vitaminas a mansalva, pero es que ver cómo lo cortan resulta algo asqueroso. Me pillo un kilo en filetes y empiezo a sentirme culpable culpable y posiblemente linchado a la salida del mercado, así que vuelvo con mi kilo de hígado hacia el puesto del abuelote entrañable y le pido perdón perdón y medio kilo de ternera en filetes 8para que me perdone más que nada, porque un kilo de cadera a diez euros y pico bien vale una enemistad). Y así, cargado de carne subo a mi casa.
Llegando pasa lo peor: Imaginaos que sois una anciana que ronda los ochenta años y de repente veis que se os acerca en el pasillo una figura vestida de negro con bolsas llenas de carne sanguinolenta. Sí, me di cuanta que salí a la calle vestido de atracador (de negro y con calzado deportivo). Cuando la vecina recupera la respiración y el pulso me pongo a hablar con ella y me ofrezco a bajar su basura si la deja en la puerta, pero (debe ser por ir cargando carne y vísceras de vaca, y por ir vestido de atracador de abuelas, que ella se ofrece a bajar mi basura, la suya y no se hable más. Cuando abro la puerta de casa aun no se ha ido, y descubro que Verdi ha perdido el miedo a salir fuera de la casa.
Cuando eres una persona mayor, acostumbrada a la vida en el campo, los gatos no te extrañan, pero que la Parca, cargando vísceras sanguinolentas, persiga a un gatito de tres meses y pico por una escalera al grito de ¡Vuelve aquí pedazo de cabrón!, son una de esas experiencias que le acabas contando al psiquiatra, o al primer ser celestial que llega a recoger tu alma.
Banal conversación sobre gatos y la vida en el campo (es su marido el que me deja de piedra: Este mundo que tenéis ahora es un asco: Tengo ochenta años, si mañana me ofrecen tener de nuevo tu edad a día de hoy digo que no) y negativa a adoptar a cualquier hermanito de Verdi (lo siento, Fernando). Coloco el hígado y la carne, y bajo a por la prensa y a por patatas.
Lo primero que me dicen el Quiosquero y el Ciego: Tu chica anda por el barrio. Le hemos dicho que no suba a casa porque su golfo está con la maciza del banco encantadores hasta el final. Les cuento la mañanita de hoy para que acaben de reírse de mi, y acabo por subir a casa para esperar mi injusta castración, pero resulta que Baby está curada de espanto y ya se conoce a estos dos (gracias sean dadas al hacedor: La menstruación sólo dura una semana, si no me veo de tenorino).
A lo tonto una de esas típicas mañanas, una de tantas para acabar teniendo úlcera o algo peor pero he de dar gracias a Dios (y al Cuerpo de Marines) por no tener problemas de verdad.
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El abuelo -