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Me Cago En Mi Vida

El Cagador de Oporto

El Cagador de Oporto Con el final del verano el barrio ha vuelto a la normalidad. Todos han vuelto más morenos y sonrientes, y acerté al darles dos semanas para que estuviesen tan pálidos y cabreados como yo (aunque contemplar esto ha logrado que esboce la primera sonrisa del Otoño). Entre todos los presentes ha regresado mi vecino preferido: El Cagador de Oporto, cuya historia merece ser cantada por el más fino de los bardos de una horda germánica.

El Cagador es un tipo fuera de lo común en el barrio, y mira que hay que esforzarse por destacar entre tanto freak que pulula por aquí (incluido un servidor). El individuo que nos ocupa vive en un cuarto piso a un par de calles de mi casa, en plena línea de tiro si se mira desde la ventana de mi salón, y convive con una mujer de su edad (sobre los cuarenta) y un crío. Hasta ahí todo normal, pero es entonces, cuando una noche cualquiera ves por el rabillo del ojo, sin querer, quizá atraído por la luz de su casa encendida repentinamente, que anda todo el santo día en calzoncillos. Igual que la mujer (no sé si SU o sólo LA) y el niño: Todo el santo día en ropa interior, incluso en invierno.

Dentro de su casa puede ir como le salga de las narices, y si quiere tener la ventana abierta es su problema, pero lo que ocurrió allá por Junio (¿O fue Febrero? Sácame de dudas, oh Gurú) es lo que ha dado lugar a tan llamativo apelativo:
El tipo entró en su cuarto de baño, abrió la ventana (olería mal), encendió las luces ¡Y se sentó a cagar como un señor! El interfecto se posó en su trono a deponer a la vista de todo el que, atraído por el repentino resplandor de las luces de su cuarto de baño, dejó de mirar la tele para atender a cómo cagaba un vecino anónimo.

Esto sería una vulgar historia de marujeo vecinal si no se rizase el rizo con algo aun más raro: Baby, en un ataque de vitalidad marujil, cogió la linterna y empezó a hacerle señales por la ventana. Destello va, destello viene… ¿Creéis que cerró la ventana o apagó la luz? No, el tipo acabó plantar su tronquito, y previa sesión de higiene postfecal, salió al balcón (en gayumbos para no dejar de ser él mismo) y tras comprobar el descaro de la vecinita, agarró una linterna y comenzó a responder la señal. Destello va, destello viene…

¿Será algo que nos han echado en el agua? Cómo es que nos da por hacer este tipo de cosas una noche, por que a veces me siento como en esa película (no me viene el título), ésa en laque siempre es de noche, y unos tipos calvos con poderes mentales (lo llaman programar o algo así) cambian a su antojo las vidas de la gente y la propia ciudad… y luego resulta que dos de ellos logran escapar y descubren que están en el espacio, y que su ciudad es una especie de zoológico. Pues eso, que me siento un cobaya en un experimento de esos raros que siempre aparecen en alguna teoría de la conspiración, pero es que con vecinos como El Cagador de Oporto, no es para menos.

3 comentarios

Golfo -

Cierto, de echo tuve que mover el sofá para sacarlo de debajo y negociar con él, convenciéndole de que nadie venía de camino a casa para cagar sobre él. ¡Viva el Gurú!

Baby -

Abuelito dudo mucho de q me tirara los tejos, pero quien sabe.... lo q yo recuerdo de aquella noche fue la cara de "no tengo nada q ver con esto asunto" de Gurú q llegó incluso a esconderse de vergüenza. Gurú como me reí aquel día, creo q a ti también te hizo gracia, reconócelo...

El abuelo -

La historia de la linterna es diveridísima. Seguramente, mientras estaba sentado en el trono, llegó a un estado zen de abstracción que le impedía notar nada más.
Esto me recuerda que Were siempre dice que yo siempre digo ( que conste que yo no lo he dicho nunca, pero al Were le da igual, si no es real se lo inventa ), que el mayor placer de la vida es cagar desnudo. Me imagino que Were conoce al caganer de Oporto.

Por cierto, ¿codificó Baby en morse el mensaje?, ¿y el caganer?, ¿es posible que el caganer le tirara los tejos a Baby sin que te hayas enterado?