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Me Cago En Mi Vida

Es mi naturaleza

Es mi naturaleza Yo también tendré que gritar eso de ¡Me Cago en Mi Vida!. He tenido que volver a ver al veterinario Freak, y vuelvo a decir que no me gusta nada.
Acabaré cogiéndole el gusto al frío termómetro en mi culo y al cortauñas. Vale que hay que aguantar un pinchazo cada mes, en este caso para evitar la Leucemia Felina (que al parecer causa inmunodeficencia...), pero la conversación que ha tenido el matasanos con el Golfo no ha tenido puta gracia: El Celo.

Para empezar el mamonazo del Golfo carece de todo sentido del humor, o el suyo es más simple que el mecanismo de un sonajero: No ha captado que lo de buscarle tetillas en la barriga era una broma, y lo de lamerle los pezones también... ¡que estaba de cachondeo, tío!, pero ¿Hablar de mis intimidades con un desconocido que viste bata verde? ¡Hombre! ¡Eso no se hace!.

Para empezar, el "experto en animales", me confundió con una hembra o con algo peor, porque dijo que me tenían que montar entre tres y cuatro veces para que empezase a ovular... y yo que creía que las dos pelotitas de pelo gris que me lamo todas las tardes eran para otra cosa... pero cuando cayó en la cuenta de que servidor era un machote la cosa tomó un color más oscuro.

"El único problema de tener gatas en celo en casa es que te puedan manchar el suelo con la menstruación... y que cuando maúllan de noche no te dejarán dormir..." Eso había dicho hasta que el Golfo le aclaró que soy macho (maldita la hora, porque si lo llego a saber me quedo como transformista) su cara cambió... incluso se puso algo más chulo, como Chuck Norris en esas películas en las que viste de negro y genocida a árabes y vietnamitas. "Los machos en celo marcan el territorio, y huele fatal. Aunque friegues a continuación seguirá oliendo mal. Así que la primera vez dale el beneficio de la duda... y si lo vuelve a hacer me llamas. Todos los machos que yo llevo están capados desde su primer celo..."

¿Castración? Me puse a maullar como protesta desde que oí esa maldita palabra.
"¡Eh! ¡Eh! ¡A mis gemelas ni tocarlas! ¡Puta envidia es lo que tenéis porque no llegáis a lameros las vuestras! ¡Cabrones!..."
Maullé y maullé hasta llegar a casa, y con unos pulmones que ríete del Pavarotti. Encima, desde ese día, cada vez que el Golfo está de coña me dice que le va a pedir mis cojoncillos amputados al veterinario para colgarlos de adorno en el salón, y que cada vez que juegue conmigo me preguntará ¿Dónde están los cojoncillos? ¿Dónde?. Imbécil, nadie planea caparme y escapa de rositas.Amenazar mi virilidad, ¿Dónde se ha visto eso?.

Desde entonces siempre aprovecho que el golfo está tumbado en el sofá para suirme al respaldo y saltar sobre él... y aterrizar en lo más blando.
Espero por su bien no tener que echar de menos mis pelotillas, porque de ser así pienso masticar durante horas las del veterinario y las del Golfo, y luego se las escupiré a la cara. Que se vayan preparando: Quid pro Quo.

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