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Me Cago En Mi Vida

El Niño

El Niño Hay personajes que marcan la personalidad de un barrio. Para mí, un barrio no es otra cosa que un pueblo integrado en una gran ciudad: Siempre he sido un chico de barrio, en Las Palmas he vivido siempre en Escaleritas, barrio donde los haya de la Ciudad Alta. Al llegar a Madrid viví un año en Tetuán, un ex-pueblo periférico que fue tragado por una Madrid creciente como si fuese una ameba. Después me mudé durante unos cuatro años a Cuatro Caminos, céntrico barrio cuya población mutaba día a día debido a la inmigración. Así hace año y medio me vine a Oporto.

Como todo antiguo pueblo, cada barrio ha de tener sus personajes: Prescindiendo del Alcalde, tenemos al Barbero (y hay un par de ellos… hoy en día les llamamos estilistas, peluqueras… y multifunción, dado que hoy en una peluquería te cortas el pelo, te tatúan un dragón tribal, te depilas a la cera… les falta poner cañas y tapas). Dentista… bueno, Máquina de Matar ha encontrado una dentista bastante barata en el barrio y parece que no le ha arrancado las muelas del juicio con alicates, aunque echo de menos que también den puntos, pongan tiritas y pinten cuadros (aunque eso lo hacen los barberos también, o al menos uno de mi calle en Cuatro Caminos). El Señorito no puede fallar, aunque para eso (con perdón) tenemos una sede del PP en plena Avenida de Oporto… y dado que la Guardia Civil no se despliega en grandes núcleos urbanos (y bueno… Madrid no es exactamente un pueblecito), nos falta el Tonto del Pueblo para completar la partida de Mus.

Me parece duro calificar al Niño de Tonto del Pueblo, al fin y al cabo no es culpa suya ser como es, debe ser cosa de una enfermedad, algún tipo de retraso mental. El problema es que se pone pesado y molesta a los dueños y dependientes de los pequeños negocios de la zona. Chico: Si los precios te parecen caros compra en otro lugar, y si te gusta la tienda en cuestión, paga lo que te digan o ve sólo a conversar… es lo que yo hago: Año y medio yendo a diario al kiosco de Paco por la tertulia, porque el periódico lo puedo comprar en cualquier otro lado.

El niño nos brinda a diario miles de anécdotas, sobretodo laborales: Que no consigo trabajo, que necesito el dinero para comer (luego se ríe y dice que es para comer bollos), pero las mejores son sobre los bacilones que le mete el Paco: Desde que cierto día le echó a leches del kiosco porque dijo que se lo iba a quemar, le ha contado que soy su guarda espaldas, un karateka asesino que estuvo en el ejército y que mata de miedo con la mirada (y desde que me compré un gorro ruso de piel de oso con la estrella soviética a modo de insignia, le dice que pertenezco a una unidad de elite y que salgo desfilando por la tele con una camisa sin mangas y el gorro en la cabeza… ni frío ni calor) algo parecido a los personajes de las películas de artes marciales que tanto le gustan.

Lo peor del niño es que le espanta a la clientela, y no por maldad, sino porque no sabe lo que hace: Entra, mira todas las revistas que hablen de televisión, videojuegos y pornografía, y las comenta a grito pelado con una risa de esas que se graban en nuestra mente como el sonido de un Kalashnikov (el arma preferida de vuestro enemigo, hace un sonido característico….). Si el diablo se ríe alguna vez, y debe tener un sentido del humor un poco raro, debe ser como la del Niño: ¡Hyuk! ¡Hyuk! ¡Hyuk!

Qué chico, menudo elemento. Más adelante os contaré una por una las miles de situaciones divertidas en as que se ha visto envuelto en el barrio. Tal y como veis, no tiene demasiada cara de tonto… hasta que sonríe...

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