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Me Cago En Mi Vida

EL GRAFITERO ENAMORADO

EL GRAFITERO ENAMORADO

 

Reconozco que esta mañana me he partido de risa al leer las noticias del día:

 

 

Denunciado por hacer una pintada de amor en casa de la Infanta Cristina e Iñaki Urdangarín

Un hombre despechado escribió el nombre de su amada en la vivienda

Los miembros de seguridad creyeron que realizaba un alegato anti-monarquía

BARCELONA.- Los enamorados gritan al cielo el nombre de su amada o lo inscriben soñando con la eternidad en el primer sitio que encuentran. El protagonista de esta historia real optó, para su desgracia, por tatuar sus sentimientos en la fachada de una casa del barrio de Sarrià de Barcelona. Tuvo tan mala fortuna que escogió el domicilio en el que residen los duques de Palma en la capital catalana. Acabó en comisaría denunciado por una falta de daños.

http://www.elmundo.es/elmundo/2008/07/01/barcelona/1214894065.html?a=5ea9e2f9e900dd1f493b148991c20dc8&t=1214903139

 

Efectivamente. Estás hecho polvo, tu parienta te ha mandado a tomar viento. Vas a desahogarte pintando “Lylli Puta” en la primera pared que ves y resulta que la pared es parte de la casa de una infanta. Con dos cojones. Menos mal que no escribió “Puta” antes que “Lylli”.

 

La noticia sigue: “... herido de amor decidió abrir su corazón. Cogió una piedra y se acercó a la fachada de una casa sin darse cuenta de las numerosas cámaras de videovigilancia que lo apuntaban. Obcecado, apretó la roca con una mano y empezó a rascar la pared hasta completar el nombre de la dueña de su pasión: «Lyli».

Tuvo suerte de que el apodo es corto porque de otra forma no hubiera tenido tiempo ni de inscribirlo. Antes de que el hombre se diera cuenta, vigilantes de seguridad y miembros del Cuerpo Nacional de Policía -encargados de la custodia del edificio- lo retuvieron. Incrédulo, el hombre arrojó la piedra.”

El redactor ha obviado añadir que soltó la piedra y echó a correr al grito de “¡Hostia!-¡hostia!- ¡hostia!- ¡hostia!- ¡hostia!- ¡hostia!- ¡hostia!- ¡hostia!- ¡hostia!- ¡hostia!”

Ante una lección tal de competencia, cabe decir que, vista la opinión de algunos, a los compañeros que detuvieron al grafitero enamorado, les faltó un detalle. Un gesto educativo de esos que convierten vulgares trozos de madera en hombres de provecho. Supongo que esto último es sólo una excusa para citar algo que me he encontrado hace poco (gracias a las indicaciones de un compi) y, sobretodo, para enviar a mi querido lector a ver una de mis secuencias preferidas de “La Vida de Brian”, que podría explicar las pésimas relaciones entre el colectivo de grafiteros y el de vigilantes de seguridad.

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