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Me Cago En Mi Vida

FELIZ CUMPLEAÑOS, BABY

FELIZ CUMPLEAÑOS, BABY


Ayer ha sido el cumpleaños de Baby y, felicitaciones a parte, una auténtica odisea de día para quien suscribe esta entrada. Vea la fotografía. Digiérala. Después lea el texto y, quizá, logre comprender lo que he tenido que aguantar.


Cuando era joven, en el colegio, nos dieron a leer el famoso artículo costumbrista de Larra, "Vuelva usted mañana". Un texto que me traumatizó, más que divertirme, y que me ha formado como el hombre menos organizado que conozco. Básicamente intento devolvérsela a esa panda de vagos que, sin duda, intenta por todos los medios sabotear mis objetivos, sean cuales sean. ¿Por qué comprar un regalo con antelación cuando se puede hacer el día antes? Y de hecho: ¿Por qué comprarlo el día antes cuando se puede comprar la mañana misma del cumpleaños?


Si ha pensado en por qué comprarle un regalo de cumpleaños a la parienta, pese a haber cimentado una relación en la costumbre y la omnipotente rutina (une tanto a la pareja como una hipoteca) sepa que le tengo un especial cariño a mis testículos, y no me gustaría separarme de ellos. Como dijo el Gran Moff Tarking "El miedo mantendrá en orden los sistemas locales... el miedo a esta estación de combate".

Fase Uno: Regalos.

Salir disparado al FNAC. Llegar cuarenta y cinco minutos antes de la hora de apertura y esperar dando vueltas al edificio mientras se contempla a un montón de gente que no tiene otra cosa que hacer un domingo por la mañana que... ¡Ir al FNAC! Partirse de risa al leer un cartel en la puerta que reza "ABRIMOS 24 HORAS" y aguantar el choteo de los PROSEcompañeros que están allí de servicio, en particular cuando uno salió de una puerta y me preguntó:

"¿A que busca usted esto? Es por una apuesta con mi compañero...".


Entrar, ir a la sección de libros, agarrar los dos últimos títulos de Terry Pratchett (nada mejor para quedar bien con una dama) ojear, pillar para mí uno de Anthony Beevor y volver a casa antes de que la niña se despierte.

¡Ja! ¡Soy un genio! ¡Tanto que la pillo tomando café y hablando por Skype con su señor hermano.


FASE Dos: Comestibles festivos.

Pese a que la niña había comprado un pack para preparar la Galleta Oreo más grande del mundo, ¿Qué clase de gallardo varón sería yo si me presentase en casa sin una tarta y un ramo de florecillas?

Pitando otra vez para la calle. Voy al puesto de flores que está junto al metro, pero debieron pensar que nadie importante cumpliría años ese día porque estaba cerrado a cal y canto. Objetivo secundario: Floristería de las de toda la vida. Una vez compré allí un terrario de cactus para mi señora madre y se lo mandé por Interflora así que el señor dependiente, que en absoluto aparenta tener pluma, será la solución a mis problemas.

La solución de mis problemas se dio de bruces con la dura realidad. Miento. Quien se dio de bruces fui yo, y la dura realidad era el cierre de metal de la floristería, que tampoco consideraba que nadie importante fuese a cumplir años ese día.


¡A la mierda! ¡Una tarta y va que arde! Entro en la pastelería más cercana y observo una serie de gloriosas tartas con el tamaño perfecto, no tan grande como para que diga "Felicidades pedazo de gorda", ni tan pequeña como para decir por sí misma "Opino que tu país necesita ayuda humanitaria urgente". ¡Era perfecta! ¡Y de fresa! ¡Con lo que le gusta a ella el color rosa!


Una dependienta latinoamericana me sonríe y me pregunta "¿Qué le pongo, ah?" Mi frustración por las flores y la contrarreloj para conseguir los libros me han sacado de mis casillas. Barajo la posibilidad de responder "¡Me pone usted enfermo! ¡Fea!" pero, dado que es un día muy especial, opto por pedir simplemente una moneda de chocolate tipo Euro Gigante, una barra de pan y la tarta de fresas. No es plan de ponerse borde ni de hacer comentarios racistas que me harían degenerar, del energúmeno lleno de odio que soy, a un energúmeno lleno de odio realmente imbécil.


Pago, salgo de la tienda feliz, pensando en mi recompensa (en forma de sexo salvaje) cuando, al ir a cruzar la calle alguien decide que no estoy ahí, en medio, en su camino y... ¡TCHAFF! Un trozo de acera se convierte en segundos en arte moderno.


Con las venas de la cabeza hinchadas entro de nuevo en la pastelería -"Hola, soy yo otra vez..."- para darme cuenta de que no tienen más tartas de fresas. De hecho no les queda nada de color rosa. "¿Qué le pongo ahora, ah?"

¡Trufas! ¡Trufas y chocolate! Idóneos para una tarta de cumpleaños. Así que omito el improperio destinado hacia la pobre dependienta de la pastelería, que ha tenido la decencia de no reírse al verme entrar de nuevo, hago el pedido, lo pago, y me dirijo a casa pensando en que, al menos, un pedazo de esta tarta tan cojonuda me hará olvidar la mañana de mierda que estoy teniend...

¡TCHAFF! ¡¡¡NIÑO ME CAGO EN TU PADRE!!!


He chocado con dos gilipollas

que han arruinado mis dos tartas.

Se lo dije a mi ira y mi ira cesó.

Contemplé la acera junto al paso de peatones

Una forma de arte moderno

que haría que Andy Warhol me alabase

...

Se lo dije a mi ira...

Mi ira me pidió por favor que ignorase el hecho de que las chicas de la pastelería se estaban meando de la risa.

 

"Sí, sí, soy yo de nuevo. Hoy podréis cerrar temprano. Gracias por intentar dejar de reírte"

Ya no había tartas de fresa. Ya no había tartas de chocolate. ¡Qué demonios! ¡La de limón! Por lo menos las tartas de limón tienen un color amarillo estival que siempre puede alegrar el día o, por lo menos, provocar sensación de hambre. Cuando la chica dejó de convulsionarse por la risa me cobró la tercera tarta de la mañana. Supongo, querido lector que quieres que te ahorre la descripción del breve momento en el que INTENTÉ llegar a mi casa con la tarta. También le ahorraré el ¡TCHAFF! El arte moderno y el plagio a William Blake...


 

Si Rowan Atkinson pudiese verme me denunciaría por plagio.

 

Pensé en los cerca de cincuenta euros

que llevaba gastados en tartas...

Pensé en William Blake

partiéndose de risa a mi costa.

Se lo dije a mi ira. Mi ira aumentó.

Entré una vez más en la pastelería de las mil carcajadas...

- Paresse que a alguien le gustan mucho los dulsess...

- ¡PUES A MÍ ME PARECE QUE LO QUE HAY ES MUCHO IMBÉCIL SUELTO POR LA CALLE PARA SER UN PUTO DOMINGO POR LA MAÑANA!

A estas alturas, con el mostrador vacío, mis opciones se reducían a tres clases de donuts gigantes y a una ¿Tarta de ensalada? ¿Qué cojones es eso de una tarta de ensalada? ¿Una tarta con tomates y lechuga? ¿Eso blanco es nata o mahonesa?

 

"¡Señorita! ¡Deje de reírse, coño!"

Evidentemente cambié de tienda. No por las risas de las dependientas, la encargada y las cinco abuelas que habían venido a comprar el pan y se habían quedado los últimos quince minutos sólo para ver qué me pasaba a continuación. Sencillamente cambié de tienda porque, si me presentaba en casa con una tarta de ensalada, Baby me la metería por el culo. Nada de hacérmela tragar, no.

 

Vuelva a mirar la foto del principio. Ahora lo comprenderá todo


Así que me dirigí a un establecimiento que no visitaba desde que subieron los precios de los cereales. Pedí, pagué, apliqué todos mis conocimientos de skeletor en el trayecto de vuelta a casa y, cuando Baby me abrió la puerta le dije:

 

"Cariño, te presento a tu pizza de cumpleaños"

1 comentario

Mafalda -

Jjajjaja!!!
Feliz cumple a baby de mi parte!