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Me Cago En Mi Vida

EL GRAN HOMBRE

EL GRAN HOMBRE  

Hay gente que no comprende como empresas de seguridad privada se llenan de licenciados que piden trabajar como personal operativo. Cotejar lo que llegas a ganar cuando ejerces la profesión que has estudiado con lo que ganarías de segurata suele aclarar las ideas, aunque, por supuesto, la situación llega a ser realmente triste. Ahora diría eso de que los empresarios se están cargando este maravilloso país, aunque claro, no es plan ponerse a mordisquear la mano que te alimenta.

En las dos torres hemos llegado a ser ocho vigilantes con estudios superiores a la vez. Tremendo dato. El caso del compi del que hablo ahora es tremendo, dado que compaginaba un contrato a jornada completa (de esos de mil pavos por ciento sesenta y dos horas al mes que se convierten en mil quinientos por doscientas cuarenta) con su otro trabajo: ¡ABOGADO EN EL TURNO DE OFICIO!

Por eso no me canso de ejercer de Roy Batty y de repetir eso de que he visto cosas que nunca imaginaríais.

Puedo decir poco de este compi porque apenas nos duró dos meses. Vino para sustituir al Lobo, y mi primer encuentro con él fue impactante: Llegué sin saber nada de la marcha de mi gran amigo gallego, y me enteré por una azafata que le estaban enseñando la instalación al nuevo. Consciente de mi situación pensé:

¡Chicho! ¡Hijo de puta! ¡Si vas a echarme por lo menos avísame!

Y resultó que habían echado al gigante amable que llevaba dos años allí.

El hombre afable acababa de llegar del Aeropuerto, un sitio muy jodido... sólo decir que en seguridad se le conoce como Barajasgrado debido a las condiciones climáticas y laborales que los compis deben soportar allí. No paraba de sonar su móvil mientras trabajaba, y es que sus clientes no paraban de llamarle. De hecho, tener un abogado en plantilla es como tener a un informático: En cuanto dice a qué se dedica no paran de consultarle cosas. A Dios gracias por ser periodista... perdón. Quise decir: Por ser pianista de burdel (que tiene más caché)

Resultaba un tipo muy tranquilo y afable. Flipó en colores, como todos, con la Rotenmeyer (una mujer de aproximadamente su edad...) aunque, claro, al par de noches ya no la soportaba, creo yo. Todo eso de poner por delante a la empresa y al cliente antes que a sus compañeros...

Conmigo sí que tuvo un detallazo el buen hombre: Se quitó horas para dármelas a mí durante la "Operación Que te pires" colaborando así en el fracaso de esta jugada. Lo siguiente que hizo fue dar la vuelta a sus cartas, desvelar su plan en el momento justo en el que no había vuelta atrás.

¡Había pedido una excedencia quince días antes y no había dicho nada! ¡Qué tío! ¡Menudo rebote se cogió Chicho! Al no decir nada le dieron un destino relativamente cómodo, en lugar de mandarle a pudrirse al retén, y luego dejó el muerto pudriéndose en la sala de estar, salvando mi pellejo, y haciendo un sonoro corte de mangas a la gloriosa empresa.

Una jugada maestra, Gran Hombre. Juro no olvidarte.

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