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Me Cago En Mi Vida

PRIMER INTENTO

PRIMER INTENTO

Mi primera incursión en el mundo de la política apuntaba alto. Nada de política municipal ni autonómica, no, un servidor pretendió en su momento (léase en su momento de borrachera) crear un partido político con los mismos objetivos que los propuestos por Il Pájaro Pinto: Atraigamos a los jóvenes (que aun son mogollón e incluso tienen derecho a voto) para, al ganar las elecciones-o al menos un par de escaños- forrarnos. Sí, suena bien, pero la cosa no es tan fácil:

 

-         El objetivo (target): ¿Por qué los jóvenes? Porque los adultos de verdad (de veinticinco a cincuenta y cinco) generalmente saben lo que hacen, y no se conforman con cualquier golosina electoral... excepto con las más caras, lo que supondría un aumento inaceptable del coste en fondos para alimañas (léase sobornar a los popes mediáticos de turno) para convencer al Juan Gutiérrez medio de que somos cojonudos.

 

Además, con los jóvenes se puede arrastrar a mis queridos seniors, dado que por mucho que se lo curren mis ex-compañeros de Júbilo, todo eso de envejecer con dignidad es una chorrada: Si algo quiere un mayor es volver a ser joven... a ser posible con su mentalidad de mayor... lo sé porque a mí me gustaría, luego al resto le tiene que gustar por narices.

 

-         El nombre: La cosa se complica. ¿Cómo atraer a un mogollón de jóvenes si no cuento con la ayuda de Javier Sardá? Pues va de cajón, con alcohol y porros, pero había que expresarlo de un modo más... como si dijéramos que... vamos que El Partido de La Marihuana ya estaba creado y registrado. ¡Mierda! Sin embargo, un vistazo al panorama electoral de Europa Central y Oriental, y un repaso a un par de capítulos de “Matrimonio con Hijos”, me descubrió que existen Partidos de la Cerveza legalizados en varios lugares del mundo... incluso en Bulgaria sufrió una escisión y se creó también el Partido del Vino... hmmm... la cosa marchaba. Pero habría que incluir más, dado que hay especímenes raros a los que no les gusta la dorada, espumosa y burbujeante esencia que inspira mi pensamiento político. Debía ser algo del tipo “Partido de Todo lo que Mola”, pero que inspirase algo más de seriedad, o que al menos resultase más gracioso. Algo tan pegadizo como el “Partido de la Gente del Bar” que ya estaba cogido).

 

Lo consulté con Baby, y la cosa ya iba por “Partido de la Cerveza, el Vino, las Tapas en los bares, La Legalización (y así circunnavegamos las tempestuosas aguas de la incitación al delito contra la salud pública)  y los condones gratis”, cuando apareció El Gurú en nuestro auxilio: ¿Y qué paza con loz juegoz de Ddol? ¡Eczijo juegoz de ddol en la coalizión zi quedéiz contad con mi voto!. Una ardua negociación se iba a dar de nuevo sin haber creado el partido ni nada. Apelamos a su sentido común. Apelamos a su sentido comercial... y poco antes de que apelase a un sartenazo en la cabeza, decidió ceder ante algo igual de divertido, que nos permitiría ganarnos a los roleros sin que los no roleros de corte intolerante nos mandasen a la mierda por parecer (y es una opinión que les atribuyo a ellos) una panda de panolis: Se quedó “Partido de la Cerveza, el Vino y las Armas de Fuego”, porque las tapas en el bar se sobreentienden, y lo de los condones gratis... bueno, eso ya vendría luego.

 

Claro que la cosa no podría quedar así, se me ocurrió algo que le daría algo más de musicalidad al nombre del PCV-AF, además de ganarnos con ello a una figura pública, que sería el cabeza de lista que saldría en todos los carteles, e iría como cabeza de lista en las primeras elecciones a las que nos presentásemos. Un tipo joven, abierto, y que representase todo lo que nuestro target quiere ser en la vida: 

 Iba a ser el “PARTIDO DE LA CERVEZA, EL VINO, LA PORNOGRAFÍA Y LAS ARMAS DE FUEGO”  -PCV-PAF- (lo de los usuarios de dinamita se sobreentiende también... como lo de las tapas en los bares), y nuestro cabeza de lista para el Congreso de los Diputados sería ni más ni menos que Nachete “25cm” Vidal, que, cuando hablase un diputado o miembro del gobierno al que nos opusiésemos (digamos alguien de la Coalición por la Pureza Moral o del Partido de la Familia y la Vida... ¡O el chino del Partido del Mutuo Apoyo Romántico!), se pondría en pié y sacaría su enorme herramienta de trabajo, bulbosa y llena de venas, y la agitaría con bruscos movimientos de cadera al grito de (imaginad la voz de Eric Cartman) “¡Chúpame la Pollaaaaaaaaaa!”. 

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