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Me Cago En Mi Vida

Verdi

COMPETENCIA

COMPETENCIA


Os podéis imaginar lo feliz que era mi vida como gato hasta el comienzo de esta semana. El dueño de la casa. Gestor de las relaciones de pareja de Golfo y Baby (basta con mirar con cara de asombrado y lanzar un maullido interrogativo para cortar cualquier acercamiento íntimo entre ambos). Comida, techo, arrullos… Todo era perfecto hasta que llegó ella. El equivalente felino a Marla Singer.


Vale. Es el equivalente gatuno a una tía buena. Tan blanquita, de ojos azules… ¿Pero sabéis lo pérfida que es? Resulta que incumple la norma fundamental de control sobre los humanos. No tienen ni que tocarla. Basta que se acerquen y ella conecta el motor. El ronroneo. El run-run de los cojones para llamar su atención y restármela a mí. ¡Se supone que se ronronea una vez al día! ¡Por las mañanas! ¡Dosificando la satisfacción del humano para que su felicidad no limite la nuestra! ¿Pero dónde coño aprendió esta tía a ser una gata?


Aaaah, miradla. Tan discreta e inocente, tratando de frustrar mis planes de dominación mundial, no por salvar a la humanidad, sino para quedársela ella. Fue cuando Baby trató de acercársele cuando ella le dijo, disimulando entre ronroneos, Mira, bonita, aquí ahora mando yo.


Algo parecido me dijo a mí. Me acerqué a saludar como toda mascota de vecina. Educado, considerado, atento. Ni a la puerta me llegué a acercar. ¡PFFFFFFF! Qué hijaputa. ¡Y encima se lía a rugirme! ¿Pero quién coño es esta tía para bufarme en MI casa?


Esta pareja de idiotas procedió, tras leer en un montón de foros, a separarnos. Cada uno en una habitación. ¿Y cuando salgo? ¡La cabrona me bufa desde el otro lado de la puerta! ¡Tócate los cojoncillos! ¡Tócatelos porque ahora dice Baby que la solución es cortarme los míos! ¿Pero se puede saber en qué cabeza cabe? ¡Que la nueva es ella! ¡Un respeto a la antigüedad!


Pinta mal la cosa. La imagino, en unos años, tumbada sobre el regazo de un súper-villano. Ronroneando. En una sala de reuniones atestada de tipos grises y trajeados. Con una tele enorme. Ahí la veo, dominando el mundo a base de manipular al villano al que tenía que manipular yo. Mal pinta la cosa.


OS VAIS A ENTERAR

OS VAIS A ENTERAR

De un tiempo a esta parte hay quien me encuentra raro. Como más inquieto y, sencillamente, más cabroncete de lo normal. Tanto es así que, la última de mi amiguita Baby es que hay que cortarme las pelotas. ¿Se puede saber qué he hecho yo para merecer esto?

 

Paso 1: Dejar un agradable recuerdo a Murci.

En realidad es culpa de ese sucio calvorota. Dejó su abrigo tirado en el sofá y... y bueno, digamos que lo marqué. En realidad no es una marca de celo, se ve a simple vista. No es ese hilillo de orina con el que le decimos a otros gatos que ese suelo que pisa es nuestro. Fue una venganza. Una meada kilométrica.

El hecho de que el amigote murciano decidiese colgar el abrigo a secarse sin haberlo lavado y que todo el edificio apestase a mi esencia no es culpa mía.

 

Paso 2: Reclamar la atención de Baby.

Para quienes no lo sepan, los gatos gozamos de un glorioso sentido del olfato. Podemos distinguir si un humano es macho o hembra. Incluso mejor que ellos. Y luego se quejará. ¿Quién le manda a salir de casa? Vale que tiene que trabajar para conseguir dinero con el único objetivo de comprar mis friskis y mi arena, pero ¿Es que no se puede trabajar desde casa?

 

Paso 3: Comportarme como un psicópata.

Totalmente normal, y más habiendo crecido en un ambiente como este. Estoy seguro de que hay miles de psicólogos dispuestos a afirmar que la culpa es de Golfo y de Baby. ¿No veis lo que han hecho con la Generacióon Ni-Ni?

Lo de llamarles para que vean cómo defeco es algo que llevo haciendo desde pequeño. Así les hago creer que quien se caga en la habitación del murciano es el propio murciano.

Lo de marcar la cama de Golfo y Baby es fue confusión. ¡Es mi cama! ¡La marco si me sale de las pelotillas!

 

Paso 4: Montar a una chaqueta de Baby

Bueno... era una chaqueta tan mona que... que ahora me ofrecen peluches para mi desahogo. Ya les vale.

 

¿Pues sabéis una cosa? ¡Que ya me tienen harto! ¡Si lo que quieren son mis pelotas tendrán que conseguirlas luchando!

¡QUE COMIENCE EL CELO!

 

LINCES Y GATOS

LINCES Y GATOS

Es más o menos normal que los humanos lean la prensa. Digo más  menos porque tampoco es lo más habitual. Pero me encanta que se asusten por noticias que son del todo normales.

 

Ha salido una sobre la actividad sexual de los linces. 80 polvos en dos días. Encima aclara que salen, más o menos, a casquete por hora, porque pasan el resto del día durmiendo. ¿Y qué esperabais? ¿Cigarrito y abrazo? Encima se sorprenden de que, en cautividad, un león llegue a los 200. De ahí la expresión ‘follar como leones’.

 

Vamos a ver. Los gatos domésticos llamamos a eso ‘mariconada’. Si Linces y leones se dedican a follar y a dormir cuando están en cautividad es porque no hay nada bueno en la tele. Y si después de follar se tiran durmiendo un montón de tiempo es porque... porque no tienen nada que decirse. ¡Son linces coño! ¡No hablan!

 

Volviendo al tema que ha llevado a esta entrada,  me encanta que los humanos se caguen de miedo al leer este tipo de noticias. Golfo ha empezado a insistir en que no duerma en la cama cuando él no está (¿Celosillo de mis capacidades copuladoras?) pero ha insistido más aun en que no duerma en la cama CUANDO ÉL ESTÁ (¿Miedo a que me de un apretón de celo y no distinga?)

 

Envidia la superioridad de mis felinas pelotas. No se dan cuenta de quiénes somos los que dominamos el mundo. De que cuando el malo de la película está mirando una pantalla enorme en su sala de reuniones, de espaldas al consejo ejecutivo de su organización maligna, y sólo se le ve una mano porque acaricia al gato, el número uno de los malos puede ser ese Dr. Gang, pero el número cero, el jefe supremo, es el gato. ¡El jefe del jefe!

 

TENGO DESPACHO

TENGO DESPACHO

 

Tengo despacho. Tengo despacho y me mola. Resulta que, por las vicisitudes de la vida, uno de los homínidos con los que compartía piso se ha ido y he heredado su habitación. Una chulada.


El pasado fin de semana, con nocturnidad y alevosía (aunque en realidad vino por la mañana y había avisado por correo electrónico) el Gurú llegó, recogió sus cosas y emprendió el camino de regreso a la casa de sus padres. Una lástima. Pero tener mi propio despacho endulzará mi tristeza.


También es cierto que el colega podría haber invertido parte de su esfuerzo en recoger todas y cada una de sus pertenencias (incluido un cojonudo sillón de piel tipo jefazo que me encantaría haber arañado) en limpiar la jodida habitación, porque dejó con más polvo que la brisa de Chernobyl en la primavera de 1986.


Ahora se abre ante mí un mar de oportunidades, con nuevos lugares donde esconderme, una habitación con cama de matrimonio, mesa con ruedas, su propio armario... ¡Incluso tiene una zapatera! Es maravilloso. Estoy pensando en colgar algunos pósters junto a los mapas y los planos de armas de destrucción masiva.


Ahora sólo falta que la manada de antropoides con los que convivo pille la indirecta. Un gatito que planea dominar el mundo necesita un despacho para planear la conquista. Es de libro. Espero que no piensen en alquilar el espacio a más homínidos, o en utilizar mi centro de decisión para el sometimiento de la humanidad como almacén. No soportaría tropezar con la bicicleta que sólo gira a la izquierda o con el estúpido piano enorme de Baby mientras intento localizar el punto de máximo esfuerzo de un frente de batalla.


Que tengáis un bien miau.

 

LA RISA DE UN GATO

LA RISA DE UN GATO

Muchos os preguntaréis cómo se ríen los gatitos. ¿Es que acaso carecen de sentido del humor? Pues no, pues unas narices. Un gato se ríe a gusto, y utiliza su lenguaje corporal para expresar complejas emociones que sólo un amo o ama con un especial sentido de la empatía (especialmente retorcido) es capaz de interpretar. Por ejemplo, cuando me cargo algo, o me cago en el sofá para llamar la atención. Golfo se lía a pegarme gritos y yo, tan pancho, me siento, estiro una patita trasera y empiezo a lamerme las pelotas.

 

No hace falta un master en comunicación humano-animal para percatarse de que le estoy comunicando al homínido con el que comparto espacio vital que me toca los cojones lo que pueda decirme: A mí, o se me hace caso o toca limpiar el sofá.

 

Respecto a la risa de un gatito, os mostraré el proceso para que comprendáis, cotejando el nivel sonoro de los ronroneos, cuándo me río y cuándo no.

 

Digamos que Golfo duerme plácidamente en uno de esos días libres en los que no le ha tocado un turno de noche. De repente, una presión de almohadillas en la cara le despierta. Mi patita. Estoy sentado en la mesilla de noche y le veo tan angelicalmente dormidito que no me resisto. Entonces estira un brazo y empieza a hacerme carantoñas.

 

¡Funciona! Es el momento de la fase dos. Empiezo a caminar al rededor de él, pasando un par de veces por encima. La zona del pecho es crítica, pero debe manipularse con cuidado. Sólo se debe oprimir el diafragma cuando, de manera combinada, se frota la cabecita contra su nariz, de manera que tenga que expulsar todo el aire, y no pueda coger más debido a que sus fosas nasales están bloqueadas por un montón de pelo felino.   En esta fase, hay que emitir ciertos ronroneos sedantes para evitar que la víctima se sobresalte.

 

Fase tres, recostarse contra la víctima, si reposa un brazo cerca, poner las patitas encima. Apoyar la cabeza y ronronear más. Es en la fase tres donde se nota la carcajada gatuna: Justo cuando la víctima (Golfo) gira la cabeza, es cuando el nivel sonoro de los ronroneos llega a límites insospechados. Sobretodo cuando ve el reloj de la mesilla de noche y se da cuenta de que son LAS CUATRO DE LA MAÑANA.

MI PEQUEÑO DESPERTADOR

MI PEQUEÑO DESPERTADOR

 

Cuando firmas un contrato con una gran empresa crees que puedes estar seguro de que se va a cumplir. Por ejemplo, mi contrato con el gran marrón (si Baby trabaja para la Big Blue yo me permito hacer este chiste sobre la corporación para la que trabajo... y mil perdones a UPS) especifica que mi disponibilidad se limita a fines de semana y festivos de 19 a 7 horas. ¡Maravilloso!

Maravilloso, pero empiezas aceptando hacer vísperas (de noche) y acabas trabajando de lunes a jueves de día... justo lo contrario.

El caso es que, en la última Semana Santa, me tocó un glorioso turno de día, que acepté casi de buena gana por dos razones: Prácticamente no había que hacer nada y me tocaba con una compañera muy atractiva. Pero no conté con mi dependencia absoluta de las ganas de trabajar que tuviesen los conductores de los convoyes del Metro de Madrid... lo que significa toda una afrenta a la hermandad del turno de noche: Llegar a en punto o, peor, llegar tarde a hacer el relevo.

Es salir del metro y encontrarse con 600 llamadas perdidas desde el teléfono del equipo de seguridad de mi glorioso destino (ahí dentro hay alguien realmente aburrido) algo que se soluciona con unas mil o dos mil disculpas y con echarle la culpa al metro y a la sociedad. En todo esto, el sonriente compañero va y me dice que me llamaba por si me había dormido... Claro que es un compañero de la facción pro-perros y anti-gatos, gente que no comprende que puedes compartir tu vida con un pequeño mamífero que te odia y que se encarga de despertarte todas las mañanas (incluso cuando no tiene hambre o frío) en torno a las cinco menos cinco minutos de la madrugada.

Hace poco mi amigo Milos me envió un vídeo de Youtube que, menuda casualidad, explica exactamente mi situación matinal. Una rutina con la que estoy condenado a vivir los próximos quince años.

Helo.

LA GATA ANTI-PORNO

Habrá quien nos subestime. Habrá quien diga eso de si no son más que pequeños mamíferos. Pero un felino siempre la devuelve, y Golfo no volverá a sentirse seguro aunque se quede sólo en casa. Si no, ojo a esta noticia publicada en RIA Novosti.

 

Hay que ser muy ruso para darse cuenta del peligro que suponemos los gatos.

 

  

  

  

Gata curiosa ayuda a descubrir un escondite con porno en EEUU

20:32

|29/ 01/ 2008

Moscú, 29 de enero, RIA Novosti. Una gata ha contribuido a descubrir en Texas CD escondidos con pornografía infantil grabada, informa el canal de televisión Sky News.

 

El curioso animal estuvo recorriendo su nueva vivienda en Ostin, Estado de Texas, cuando notó un hueco en la pared. La dueña, atraída por el hallazgo hecho por su favorita, hurgó en el agujero y encontró allí escondite, en que se guardaba un paquete. La mujer llamó a la policía. Los efectivos de ésta, al llegar, abrieron el envoltorio, hallando allí numerosos discos con grabaciones de carácter pornográfico.

La policía declaró buscado al anterior inquilino del apartamento, Luis Jiménez, de 24 años, y lo detuvo a poco.

Si la culpa del joven queda probada, le amenaza la privación de libertad de hasta 10 años y una multa de hasta 10 mil dólares.

PRENSA Y GATOS

Queridos siervos. Estoy harto de la prensa. En particular de la prensa especializada en gatos, que no publica más que tonterías. Despertarse tras el periodo habitual de 18 horas de sueño diario y echar un vistazo a la prensa no debe ser bueno para la salud, principalmente cuando encontramos imágenes de pesadilla como ésta:

Después, contemplo aterrado cómo la humanidad ha extinguido a los cobayas (que están muy bien tanto crudos como en forma de whiskas) y nos ha tocado ahora a nosotros. Tremendo. Ni que decir tiene que la venganza está en camino, y no sólo porque la ciencia empiece a tocar las narices a cualquier felino que holgazanea tranquilo (hay que vengar a este hermano radiactivo) sino porque tratan de meter las narices en nuestros más íntimos secretos (más allá de cuando te hacen sentir incómodo porque te tumban panza arriba y buscan tu ombligo)

Ojo a lo que llegan a decir:

  • Un dato curioso: el escritor Randy Moravec calculó, basándose en las observaciones que hizo de su gato Claude, que un gato doméstico pasa ronroneando, a lo largo de toda su vida, alrededor de 1 año y 3 meses.

(Probablemente porque el humano hizo sus observaciones en silencio... como debe estar)

  • Existen muy pocas referencias y estudios a cerca de cómo se origina y cual es la función del ronroneo en los gatos y, los que existen, son bastante antiguos. El mecanismo por el cual los gatos ronronean es, todavía, un misterio. Algunos investigadores achacan este desconocimiento que en el momento en que se intenta emprender alguna medición o determinar el mecanismo de este sonido, el gato deja de ronronear.

(Mi preferida... poneos en la situación del gato)

  • Finalmente, Paul Gallico, en su libro "The silent Miaow", en el cual, un gato es el narrador dice: "Nadie ha sido capaz de descubrir como hacemos ese sonido tan sutil, aun más, nadie nunca lo sabrá. Es un secreto guardado por los gatos, que permanece desde el principio de los tiempos y que jamás será revelado".

(¿"The Silent Miaow"? ¿Y le han tomado en serio?)

Os dejo. Me voy a cagar a la habitación de Murci. Tened un buen Miau.