Blogia
Me Cago En Mi Vida

CENAS

 

Anoche he salido a cenar con compañeras y compañeros del master. Y la oportunidad de asistir a cenas de este tipo (muy parecidas a las cenas de empresa pero con temas de conversación más estimulantes) me ha dado mucho que pensar: Las anécdotas sobre cenas merecen una categoría a parte.

Existen distintos niveles, como los encuentros de empresa, donde todo el mundo se comporta como si estuviese cenando en la casa de sus suegros. A fin de cuentas, un jefe (en cuestiones de mala leche) es una especie, no de padre, sino de padre de la parienta. Eso me recuerda una anécdota que me contó el hermano de Murci (muy parecido a él, pero más joven y serio... podría ser catalogado de normal si no tuviese parentesco con nuestro niño de verdad) El chico se llevó a su hermano mayor (cuya compañía padezco) a cenar a la casa de los padres de su novia (¿Recordáis a la chica de siete coños?, una pareja muy conservadora y beata. Justo cuando le preguntaron a Murci cómo le iba en Madrid (pobrecito -decían- alejado de su familia y de su tierra-) nuestro friqui preferido estalló:

 ¡Me cago en Dios! ¡Vivo de puta madre! ¡Me cago en Dios! (cuando Murci entra en éxtasis suele defecar sobre El Señor cada dos palabras) ¡Pero no se lo digáis a mi madre o querrá que vuelva a casa!

La de puntos que ganó el hermanito de cara a su familia política gracias a tener una oveja negra entre los suyos. ¡Tres veces debió negarle! (a fin de cuentas incluso San Pedro salió impune de tamaña afrenta)

¡No tiene nada que ver conmigo, es que los educados conservadores liberales solemos sentar a un pobre o a un enfermo mental a nuestra mesa cuando nos invitan a cenar! ¡Esto es una mera táctica! ¡Como la de las chicas cuando salen de marcha! ¿No ha salido nunca acompañada de una amiga más fea que usted para parecer más guapa, señora? ¡Pues esto es igual! 

Si algo sacó en claro el Murcihermano es que quedó como chico educado y formal... otra cosa es la altura a la que quedase su estirpe.

En cuanto a cenas de empresa, hace unos días hablaba del tema con el Gurú, y llegamos a la conclusión de que sería peligroso organizar una cena de PROSEGUR en Madrid. Para empezar, no sería posible lograr una reserva de mesa para 7000 personas a un precio razonable, y por otro lado, estaríamos juntando a un gran número de personas que acumulan dosis enormes de mala leche, muchas de ellas armadas, con sus jefes. Y de hecho con un estrato intermedio, en la jerarquía de la empresa, que supone el origen de todos los males de aquellos que están estresados y trabajan con armas. Hmmm... me pregunto qué restaurante de máxima seguridad sería el elegido. Uno con paredes resistentes, sacos terreros por doquier y la opción, junto con la corbata, de un chaleco antibalas para todo el que desee cenar allí.

Otra de las variantes, que sí que he podido ver trabajando en este gremio, son las denominadas cenas de servicio, en las que sentamos a la misma mesa a quienes se niegan a cambiar turnos o a quienes nos exigen a quienes le hacemos el favor de cambiarle un día que les devolvamos las horas. Cuando no llegas al cupo mínimo de horas al mes, y tienes que complementarlo en cualquier otro destino (que siempre-siempre pinta muy peligroso o está a tomar por saco de lejos) esta condición de intercambio de turnos resulta especialmente hiriente. El componente Rotenmeyer aumenta la dosis de peligrosidad de estas cenas, y cuando encima se apunta personal de otras subcontratas, tipo recepción (aquellas que cobran por pedirte relevos para ir a orinar en sus jornadas diarias de seis horas), limpieza (Dícese de quienes cobran por estar sentados y hacer cualquier cosa menos limpiar) o mantenimiento (estos ni aparecen por el lugar de trabajo) la situación se torna desquiciante. Eso, y que la cena la organice el responsable del cliente, ante el que hay que actuar como si fuese le padre de tu novia.

Hablando de Rotenmeyer, hace poco nos visitó en Las Dos Torres un ex-compañero recientemente apartado del servicio (y vetado en el mismo para más INRI) coincidiendo con que la mayor de todas mis pesadillas estaba de copas por la zona. Este chico nos comentó el buen ambiente que había en un local de la zona, conocido por la belleza de las veteranas que suelen ir por allí a pillar cacho (que se dice ahora) Las risas que nos echamos sólo de pensar que, en mitad de una borrachera ambos pudiesen llegar a enrollarse (el alcohol y la abstinencia carnal forzada pueden facilitarlo... ¡Y la penumbra típica de los locales de ocio nocturno puede jugarte muy malas pasadas!) Acto seguido, este compañero nos comunicó su disposición a colgarse del cuello hasta la muerte desde la más alta de las grúas de la Ciudad Deportiva del Real Madrid en caso de despertarse una mañana y ver que tamaña hija de puta yacía a su lado.

Pero empecé hablando de las cenas que nos pegamos los compañeros y compañeras del master. Ahí es donde surgen anécdotas tremendas. Ahí es donde llegamos a concluir que las guerras son un factor vital en el control de la superpoblación y en la educación de las generaciones más jóvenes. Una guerra hoy contando con tanto cabeza de cenicero como carne de cañón no sólo supondría el nacimiento de una nueva doctrina en relaciones internacionales (cada escuela de pensamiento nace tras una gran guerra) sino que debería suponer un cambio en las tácticas y estrategias al uso. ¡Nada de bajas cero! ¡Nada de arriesgar con el uso de altas tecnologías! ¡Vuelta a los asaltos frontales con masas de infantería reemplazable! ¡Educados con Gran Hermano y con Tata Golosa! ¡Millones de infantes cuyo único objetivo en la vida es tener un coche de colores con alerones y enormes altavoces para despertar a sus vecinos con su decadente chunda-chunda!

Es en esas cenas donde concluimos que hay ascensos en la vida laboral que suponen un castigo mayor que el despido ¡Como ser elegido Ministro en Líbano! ¡A esos políticos más que felicitarles les dan las condolencias por adelantado! ¡Es ahí donde descubrimos la relación entre los voluntarios yihadistas y los alienígenas de la película Predator! ¿A dónde van ellos a liarla sino a lugares donde hay conflicto armado y hace calor? Y sobretodo es en esas cenas donde una salida a destiempo puede suponer arriesgar la vida en lugar del empleo.

Como cuando me senté a cenar junto a tres tipos de Operaciones Especiales que empezaron a bromear con los diálogos de la película Acorralado (todos lo hacen... parece que se lo enseñen en La Academia) Tratad de adivinar cuál de las tres siguientes frases soltó vuestro bocazas preferido:

  • - Me da igual cómo estén los entrantes, he comido cosas que harían vomitar a una cabra
  • - Este vino es tan malo que haría vomitar a una cabra
  • - ¡Caballeros! ¡Esa frase es de una película tan mala que haría vomitar a una cabra!

Aunque la anécdota superior, la que sí puso en peligro mi vida, y de la que culpo a la maldita televisión, vino cuando me senté junto a tres compañeros de La Armada muy educados y poco habladores. Habían empezado a bromear con frases de célebres películas y series relacionadas con el gremio de la seguridad (en cuya pirámide ocupo uno de los escalones más bajos)

  • - ¡Y entonces va y dice eso de "Alégrame el día"
  • - ¡O la del personaje de Marco Antonio! "No pienso levantarme de esta cama hasta que me tire a alguien"

Sólo en un momento así, ante la mirada perpleja de los tres, ojos saltones rebosantes de ira y ganas de demostrar los conocimientos adquiridos en misiones de paz por medio mundo, puedo abrir la bocaza sin pensar y citar una frase celebérrima de la serie The Unit:

Prefiero una hermana puta que un hermano en la Marina...

Maldita televisión.

2 comentarios

Golfo -

Llevas razón en tanto en cuanto la novela de David Morrel "First Blood" (1972) trata no sólo el tema de la adaptación a la vida civil de los veteranos de guerra, sino sobre cómo un hombre al que han enseñado y acostumbrado a matar, y a utilizar equipamiento valorado en millones de dólares, que tiene que sobrevivir en su país casi como un mendigo, da una lección a unos policías de pueblo (los de la oficina del Sheriff Teasle) a la policía del estado y a soldados de la Guardia Nacional (soldados de fin de semana les llaman...) y "les pone en su lugar".

De ahí el título "First Blood". Como si se tratase de un duelo a primera sangre, les deja claro quién sabe hacer mejor ese trabajo de encontrar y matar a alguien, y cuando los agentes (desde los aficionados a la caza a los guardias nacionales) continúan con su cacería humana es cuando las cosas se ponen serias y el pueblecito vuela en mil pedazos.

Por lo tanto, podría decirse que, pese al guión adaptado personalmente por Sly, es una buena trama.

Hernandeath -

Noooooooo.... Acorralado es buen cine!!!!