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Me Cago En Mi Vida

FAUNO

FAUNO  

"Un sabio dijo que la riqueza del ser humano está en la calidad de sus amigos.

Gracias por formar parte de mi fortuna. Feliz año nuevo."

(VS Fauno)

En lo que organizo mis apuntes en busca de las frases más gloriosas de 2007, no puedo empezar el año sin hablar de mi buen amigo Fauno. Alguien que me ha enseñado el verdadero significado de la seguridad privada. Y no es por menospreciar el esfuerzo de los grandes profesionales que he llegado a conocer en estos dos años que he pasado vestido de exploradora, haciéndome el tipo duro. Gente que, pese a la adversidad, pese a estar sumergidos en un sector que aparenta funcionar cuando lo que hace es no parar de crecer más allá de sus posibilidades reales, como un cáncer, hace su trabajo día a día con la sola intención de cumplir consigo mismos, puesto que nadie va a agradecer su esfuerzo. Hoy, primer día de 2008, voy a hablaros de una respuesta alternativa a comerse esos turnos inhumanos de doce horas, esas jornadas ideadas por un demonio sarcástico, pero hijo de puta.

Hoy toca hablar del bueno de Fauno.

Y es que no doy a basto con la lista de los caídos. Los caídos por Dios y por la puta propiedad privada. Hace unas semanas un compañero de master, algo ingenuo, me comunicaba su decepción por unas declaraciones de Pérez Reverte acerca de su último libro, Un día de Cólera, en una entrevista concedida al diario Metro, que titulaba "No daría la vida por el Rey ni por la patria". Cuando me lo comentó me vino a la mente mi amigo Fauno: argentino, nacionalizado español. Inmigrante que paga impuestos (o como dice él, que le paga la casa a los gitanos), sin más patria que la suela de sus zapatos. Hablando con este chico tan ingenuo casi me sale su acentazo porteño: ¿Acaso creés que cuando sho trabajo pienso todo el puto rato en proteger las propiedades de unos hijos de puta y de la concha de sus madres y hermanas?

100% negativo, colega. Si algo me pasa por la cabeza es que no me partan la cara, ni a mí, ni al otro pringado que está a mi lado; ése que piensa lo mismo que yo. Y es que, en situaciones tan chungas como las que vivimos los seguratas, es cuando acuñamos esas frases lapidarias, esas frases gloriosas del tipo: Hay momentos que son tan jodidos que sólo puedes responder con negligencia.  O esa otra de: ¿Y a vos quién coño os ha dicho que sho sé hacer este trabajo?

Sólo le puedo presentar de una manera:

Cada vez que llega un nuevo vigilante a la plantilla de Las Dos Torres, por alguna razón, se le pone una etiqueta: CHIVATO DE CHICHO. Pocas cosas dificultan tanto la integración en un nuevo servicio, y en particular en un servicio tan duro (aunque los hay peores) que el rechazo de las personas que tienen que enseñarte qué hacer, de la gente de la que vas a depender. Cuando el bueno de Fauno entró en la instalación para hacer su noche de prácticas, los dos compañeros presentes le miramos (pelo alborotado, ojerazas, mirada penetrante y cara de loco) y a continuación nos miramos el uno al otro negando con la cabeza: ¡NAAAAAAAAH!

Y es que Fauno no merece sólo una entrada. Merece un libro entero, o una enciclopedia. Y hay gente (bueno... la Rotenmeyer) que no comprende el hecho de que podamos estar tan unidos. A esa gente (bueno... a la Rotenmeyer) quiero verla yo una noche, con una puerta exterior averiada (y no es que no pudiera abrirse... ¡Es que no podía cerrarse!) que le separe de una puta horda de jovenzuelos malcriados y borrachos. Quiero ver su cara cuando el cristal de la puerta vuele en mil pedazos, cuando los niñatos corten el tráfico volcando contenedores de basura en pleno centro de Madrid, quemen papeleras y lancen piedras contra la puta fachada por la sencilla razón de que han terminado otro curso escolar. Quiero ver su cara cuando llamas a la policía y llegan todos (insisto en lo de TODOS) a los dos minutos.

Y quiero ver su reacción cuando a tu compi le van a cambiar la cara sin anestesia unos borrachos en un parking. Es en esas situaciones en las que se ve a un gran vigilante de seguridad. Saberse el recorrido de las rondas y defender a capa y espada al cliente y a la empresa no vale de nada si no eres capaz de pasar de todo y bajar a ayudar a un compañero. Puede que mi amigo durmiese como una jodida marmota cuando tenía que permanecer despierto, puede que se la sudasen los intereses del señor cliente, pero no dudaba en salir disparado a partirle la cara a cualquiera que intentase ponerse chulo con la persona que estaba a su lado.

Y me parece que alguien quiera quitarle hierro (o incluso reírse) a asuntos como el que pasé yo con la puta Abuela de Hitler o el que se comió él una mañana de junio, con los jefes de edificio tomando café a su puta bola, la azafata odiosa cumpliendo su cupo de retrasos, y dos gigantescos instaladores de aire acondicionado de Europa del Este (hijos de puta ambos) sin documentación, pero con muchísima mala hostia, gritándole por negarles el acceso diez minutos después de haber acabado su turno. Es en esas situaciones en las que se ve la calidad humana y profesional de un compañero, y también cuando se ve el trato diferencial que cliente y empresa dan a las vacas sagradas y a los cabezas de turco. Y cuando una vaca sagrada, particularmente hija de puta, dice que un cabeza de turco se ha echado sólo, es cuando a algunos nos nacen las ganas de arrancarles el uniforme y romperles el cuello.  

 

Lo digo porque yo sigo dentro y mi amigo está fuera. Fuera por equivocarse dos veces seguidas al entregar una llave (cuando reconociendo su error también el procedimiento tiene parte de culpa... lo demuestra la reorganización posterior) y por echarle dos huevazos como sandías al asunto y echarse a dormir en las narices de Chicho. ¡Qué animal! ¡Qué friki! Y dado cómo están el sector y en particular este servicio, ¡Qué héroe! Y es que no puedes ser tan malo cuando, al enseñar a otro de los nuevos, a alguien que entra de novato en esta instalación aunque fuera de ella tiene sus kilómetros, el rookie te suelta: "Tío, quiero seguir tus pasos".

Tengo muchísimo aun en el tintero, muchísimas anécdotas que he vivido con mi amigo Fauno, y que ya iré colgando. Sólo decir en su honor, que en un trabajo tan desagradecido como éste, acabas cosechando muchísimos compañeros, pero no es tan común que uno de ellos promocione a la categoría de amigo como logró este loco encantador. Sólo quiero desearle suerte fuera de este Gran Marrón para el que sigo trabajando.

A la mierda con su nueva empresa. Felicidades a sus nuevos compañeros.

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