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Me Cago En Mi Vida

SIENDO CANCELADO

SIENDO CANCELADO

Esta semana he recibido una mala noticia. Se cancela mi servicio, en otras palabras, la empresa contratante decide prescindir de la seguridad, ya sea porque prefiere a otra compañía o porque se fía de la bondad del hombre... o porque comparte inmueble con otras compañías que no quieren hacer una inversión en seguridad y tampoco piensan regalarles este caro servicio...

 

Sea cual fuere la razón (no es asunto mío) las reacciones de alguien implicado con el servicio, como ya expliqué hará mes y pico, son dignas de estudio. Un auténtico caso clínico. A continuación evaluaremos las reacciones de un profesional que ha dedicado sufridos años de servicio al cuidado de este castillo, comparadas con las de quien trata de ser el peor segurata de la historia.

 

Tras meses de preocupación, en los que este tema centraba conversaciones interrumpidas por puntuales sorbos de café y la masticación de algún que otro donut (y los que hacen en una pastelería de mi barrio son gigantes) el comportamiento del sujeto de estudio A ha pasado por cuatro fases:

  -         FASE 1: Me importa una mierda. A lo largo de la fase uno, tras recibir la traumática noticia, el vigilante decide seguir viviendo, durmiendo y comiendo como si nada pasase. Al fin y al cabo, hay trabajo por un tubo, y una multinacional no se hunde así como así. 

 

-         FASE 2: Esta empresa es una mierda. Por alguna razón no se culpa al cliente de cancelar un servicio. No es un caso del tipo Que este tipo no vuelva, sino de una excusa distinta. Por lo tanto la culpa debe ser de otro... probablemente de la propia empresa para la que se trabaja. Es un caso típico calificable como Les he avisado de que cancelan esto y les importa un huevo... encima pido que me busquen otro destino y van y me dicen que les llame el día catorce. ¿Que les llame yo? ¿El máximo exponente de la Vigilancia de Seguridad?

 -         FASE 3: Lo dejo. Llegado a la conclusión de que la empresa es un asco, de que uno es como Terminator pero vestido de marrón y de que nadie hará nada por conseguirte un destino tan cojonudo como el que se acaba a finales de mes; habiendo concluido que los plantones de doce horas los va  a hacer la tía de otro con su falda hasta la rodilla y su peluca de rizos castaños; y por fin alcanzada la certeza (de ilusión también se vive) de se pueden ganar 2000 eurillos al mes currando en una fábrica (como si quedasen fábricas) lo mejor será pirarse de esta empresa abandonada de la mano de Dios y emprender un nuevo sendero laboral... 

 

-         FASE 4: Rememorando grandes momentos de mi carrera como segurata. Dado que no queda nada que hacer, nada queda por hacer, como dijo un sabio latino... debía llamarse Reiterus de Denuevia o algo parecido. Es el momento de contarle al novatillo que tanto se ríe de su trabajo lo guay que se ha llegado a ser vistiendo el uniforme de distintas organizaciones para-policiales. Experiencias que resumen por qué no es del propio gusto trabajar con mujeres, dado que la que no es una calientapollas es un tío disfrazado (lo que sea por no hacer dominadas), lo capullos que llegan a ser todos los tipos con los que se ha trabajado (y como en mi barrio todos han sido supercomandos especiales en la mili) y lo tontos que eran los encargados de las tiendas y restaurantes donde se ha servido de pie y hasta los huevos.  

Estoy a la espera de comprobar cuál es la FASE 5. Tan sólo espero que no sea nada del tipo ¡Éste es mi fusil! ¡Hay muchos otros pero este es el mío! ¡Y el edificio también es mío! ¡Así que todos fuera que yo me quedo! A parte de eso ¿Queréis saber cómo reacciona el novato tonto la haba que no sabe ni qué viento le da?

-         FASE 1: Encogiéndose de hombros. Bueno, seguiré cobrando lo mismo, probablemente en cualquier otro destino. En esta empresa puedo trabajar sólo los fines de semana... y además ya tengo pasta para el Máster, así que no notaré la diferencia si me piro. Al fin y al cabo: No estoy casado, no tengo hijos... y en España lo llamamos “Colchón familiar” (básicamente volver bajo las faldas de mami ¿O es que voy a ser el único que no lo haga?)

-         FASE 2: ¿Por qué coño me has despertado? De acuerdo, se acabarán las intensas partidas a GTA San Andreas, pero por lo menos... privilegios del turno de noche ¿no?

-         FASE 3: Operación “Alí el Químico”. Más allá de subir a cagar al baño de los jefazos, el único atisbo de venganza consistió en atiborrarse de Fabada Litoral, y aprovechar que pasaba por el despacho del responsable de seguridad de la empresa para aliviar la presión provocada por la acumulación de gases, una vez el disgusto del traslado forzoso cerró mi válvula pilórica[1]. La situación se limitó a una serie de ruidosas trompetillas (¡tweeeet!) en un entorno mal ventilado (a drede), excepto a las tres de la mañana, en el que sonó como a líquido (¡pddddrrrrrffffssssshhhh!). Ello dio lugar a un tipo de reacción muy poco higiénica, es decir El uniforme es marrón, no se va a notar.

 

-         FASE 4: Po´fale, po´malegro. Echaré de menos mi pequeño Windsor, a los zumbados de la pensión y a lo que las ratas dejen de la vieja, pero la vida sigue: Se acerca el día de comenzar el master, está muy a mano la escuela de idiomas y siempre hay otros servicios, otros curros y miles de cosas que me pueden seguir inspirando para escribir este blog.

  


[1] Sí, esto es de “La conjura de los necios”

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