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Me Cago En Mi Vida

HORMIGAX

HORMIGAX

Audax penetraba sin descanso el enorme culo de la Reina. Su nombre, al que jamás dio importancia desde que era una insignificante larva, le venía que ni pintado. Ciertamente no acertaba a saber si él iba a ser el elegido para ganar esa extraña carrera que nadie se cuestiona. Un buen día, culo gordo se despierta cachonda y echa a volar… alto, muy alto, y la hija puta se esconde, tanto que hay que empezar a olfatear para encontrarla. Gracias a Dios y al Cuerpo de Marines por el hediondo olor corporal que exhala la jodida, aunque no puede dejar de confesar que le encanta.


Ese día se despertó en su celda de la colmena por las señales de miles de niñeras, (como si las necesitara) que le gritaban que hiciese su trabajo. Si pudiese tatuarse, se haría escribir nasío pa eyaculá en una de sus seis patas. El hecho es que lo consiguió, entre varias decenas de zánganos, más perdidos que un pulpo en un garaje... jodidos extras en una peli de romanos, fue él quien encontró a la reina… la reina del porno, mas grande que el resto… y con un culo tan grande que debería generar su propio campo de gravedad… si eso significaba que le atraían los culos grandes pues iba a tener razón.

La reina actuaba como una reina del porno… no, no como una auténtica zorra, porque estas mujeres tienen su vida privada y probablemente sean buena gente… no, es que la reina sobreactuaba. ¿Fingía la reina sus orgasmos? ¡Y qué más da!, el semental alado de seis patas que tenía acoplado a su espalda no era más que otro, un número… una estadística cruel y exacta. Unas inacabables horas de huída, un extasiante encuentro en un lugar público y desconocido, un par de minutos de coito… y ella volvería a casa a engendrar más miembros de la colmena dejando el cadáver empalmado del zángano tirado como si se tratara de una colilla… la colilla del cigarrito de después.


Su Majestad miraba con desinterés en varias direcciones como si buscase la cámara que grababa el set porno, y de vez en cuando fingía una expresión de placer doloroso y trataba de gemir… ¡uaah!. Estaba tumbada de lado, con el chulazo cachas detrás en una posturita que se asemeja a la cuchara, pero en este set no había primeros planos de la penetración y el zángano no tendría cojones para correrse en su cara.


De hecho se sentía la reina. No sólo por ser la reina del hormiguero, la madre de la patria, la pieza más importante del ajedrez de seis patas. No, era algo más egoísta. Miraba con desprecio a sus propias hijas… obreras, exploradoras, guerreras… quizá exceptuando a las reinas jóvenes, y, bueno, a los zánganos. Pero a éstos sólo una vez al año. La razón de su aire de superioridad no era otra que sexual. Era, y sería hasta el final de sus días, la única que follaba de toda la colmena. Curioso, pero maravilloso cuando se es la única que no está condenada a una vida asexual perpetua.

Micky no creía lo que veían sus ojos. A través de sus modestas gafas, y de restos de legañas, sus soñolientos ojos captaban un espectáculo rarísimo. Se acababa de despertar con la boca pastosa y un sabor amargo insoportable. Escupiría en cuanto pudiese, o al menos eso pensaba hasta que vio al asomarse por un lado de la cama a una especial parejita cerca del zócalo, a la altura de la esquina. Se trataba de esos bichos extraños, como hormigas, pero algo más grandes… y con alas. Un par de esos bichos asquerosos estaban allí, tumbados en el suelo practicando la cuchara. El culo de la hormiga que penetraba se movía de modo circular, rítmicamente… como marcando el paso. Era como si el jodido Rocco hubiese muerto y se hubiera reencarnado en una hormiga voladora que se follaba a una compañera de culo muy gordo en el suelo del dormitorio de un gordo con gafas.

Audax continuaba con esmero la labor para la que había nacido: Penetrar a la reina culo gordo. Un mete y saca constante con el que esperaba cumplir su misión en la vida: Eyacular dentro de culogordo. Con esfuerzo y con tesón se convertiría por una generación (y hablando de hormigas esto es bastante poco) en el padre de la patria. Dios mío, si tuvieran moneda su cara saldría en los billetes, así que con renovado esfuerzo siguió empujando contra las posaderas de la reina culogordo.El culo de la reina reverberaba como si fuera medio líquido. A cada empuje del zángano, las ondas de choque recorrían todo el gordo, gordo… pero gordo-gordo-gordo- culo de la reina viajando por todo su abdomen. Llegando a su tronco, haciendo vibrar sus seis patas y alcanzando finalmente la cabeza, donde las antenas se movían sin control… una explicación al desconocido universo del orgasmo en las hormigas.

Su Majestad culogordo había decidido animarse de una puñetera vez para no prolongar más un coito que empezaba a aburrirle. Y lo hizo de la mejor manera que sabía: Jadeando como una perra, pero sólo para ver si eso excitaba más al vago que tenía acoplado a su abdomen y la cosa terminaba de una vez. Esta es la mía, pensó Audax mientras continuaba penetrando: No sólo me tiro a la reina, sino que además le gusta… ¡A vivir machote!

A todo esto, unas patitas lograban escalar por la ventana de la habitación de Micky. Mientras Audax penetraba como podía a la escandalosa reina, que no paraba de gemir como si así las cosas fueran mejor, otro zángano y una robusta hembra entraban en la habitación sin ni siquiera pedir permiso. Audax no podía creérselo ¿es que no había manera de echar un puto polvete con la reina sin ser interrumpido? El hecho es que continuaba dando empujes mientras veía acercarse a los dos intrusos. Apenas le llamó la atención el zángano. Un tipo como el… normal: Tres pares de patas, alas, antenas… y poya. Como si fuese el mascarón de proa de un buque insignia, todo zángano cuidaba de su poya como si se tratase de oro en paño. Si para algo vivían era para su poya. Su existencia se explicaba por un único uso no retornable de su poya. Quien le llamó la atención, y no es por ser desconsiderado con su pareja, era la hembra que le acompañaba. El bueno de Vago (había reconocido al zángano) había encontrado una sustituta a quien colocar su bolsa espérmica, o por lo menos eso es lo que parecía.

Ella no parecía una obrera, sus patas eran muy musculosas, y su cuerpo atlético, si es que una hormiga puede ser atlética... o de hecho si una hormiga puede dejar de serlo.
Aunque su mandíbula no era lo suficientemente grande para ser una guerrera (ufff! Que morbete le daban las guerreras… si alguna vez hubiese escuchado la canción "Las chicas son guerreras" habría imaginado el videoclip protagonizado por estas hormigas). Más bien parecía una exploradora.

-¡Majestad, la hemos cagado! -Interrumpió la exploradora con menos tacto que un misionero católico en el Festival Erótico de Barcelona. ¡El hormiguero… todo a la mierda!. Culogordo se levantó indignada, dejando al pobre Audax (y a su pobre pene) a medias y descolocado. ¿Era esa forma de dirigirse a la Reina? De hecho, ¿Cómo demonios una hormiga, el ser más programado y predecible de la creación, después de los japoneses, podría concebir la blasfema y herética idea de interrumpir un polvo a su reina?

-¡Majestad! ¡Reaccionad! -Continuó la exploradora cada vez con menos paciencia. -Vuestro reino, ese cuchitril donde vivimos todas y donde dormías hasta tarde a diario… ¡Donde sueltas tus putos huevos, tía!

Si la reina hubiese tenido manos la habría abofeteado. Primero interrumpe su proceso de adquisición de esperma (su polvo, vamos) y luego le habla con impertinencia. En el país de las maravillas le habrían cortado la cabeza por menos. Una pateacampos, una hormiga que iría descalza al fin del mundo… una de sus hijas asexuadas (el sueño de toda madre dominante) le trataba con toda la confianza del mundo. Como si fuesen amigas, de esas que van de compras y se maquillan juntas para salir una noche a la caza de un chulazo cubano.

-¡Majestad! volvió a interrumpir la impertinente exploradora ¡Que la a cagamos Majestad!- La reina se incorporó desacoplando al pobre Audax, que se quedó a medias sin tan siquiera poder aliviarse a mano.

-¡Majestad, el hormiguero! ¡El hormiguero ha caído! ¡La cámara sagrada ha sido profanada! -Continuó la exploradora gesticulando nerviosamente con las patas que no le mantenían en equilibrio.

-¿La cámara qué? -respondió la reina perdida en la ensoñación residual del polvo

-¡Donde pones los huevos y luego les damos la jalea que sale de tu culo, tía! - La exploradora perdió la paciencia, y hubo de calmarse respirando hondo, con la inútil pata de Vago rodeando sus hombros (o como quiera se se llame esa parte del curepo de una hormiga), quizá tratando de generar un río de confianza que desembocase en un casquete. Probablemente no se había percatado de que la exploradora carecía de órganos sexuales funcionales, pero bueno, le valía cualquier agujero...

La reina, atónita, no acababa de reaccionar. ¿Desde cuándo hablaban las exploradoras? Las exploradoras se limitaban a explorar cuando se les mandaban, y a cerrar su puta boca el resto de su existencia para que la reina no cogiese dolor de cabeza. Sin embargo, ante tan flagrante violación del protocolo, una ola de magnanimidad la inundó y decidió adoptar una pose regia, como si la estuviesen grabando para el telediario de la tarde.

-¿Asediado el hormiguero, dices? ¿cuál es la situación? -Inquirió la soberana (… de culo enormemente gordo, repito) tratando de hacerse la entendida en estos temas.

-¿Asediado? ¿Has estado follando o fumando crack? Estaba asediado hace dos horas, al poco de que salieras… de que salierais a vuestro vuelo nupcial (reprimió una carcajada debido a la gravedad de la situación, y a las dos hormigas aladas y con pene que se encontraban cerca)... ahora mismo se combate celda por celda.

- ¿Y cómo vamos de bajas? Porque empezará a ser preocupante a partir del veinte por ciento, espero que no hayas interrumpido mi real coito por menos…

La exploradora habría fruncido el ceño si lo tuviese, le comunicaba a la reina un holocausto apocalíptico, y ella se preocupaba de ser penetrada…

-Entonces la cosa empezó a ser preocupante hace hora y media, cuando cayó la última guerrera de la oleada de contención... -La reina estaba estupefacta. No podía creer que sus preferidas, aquellas que siendo más musculosas, grandes y dotadas de normes mandíbulas, hubieran sido sobrepasadas por un enemigo de este mundo. Pero por lo menos no le pilló en la cámara real, si no a ver cómo demonios salía de allí.


-Bueno, ¿Y por qué no me has avisado antes jodida incompetente? -inquirió la reina para demostrar que seguía teniendo a quién mandar.

La exploradora se salió de sus casillas. Sus antenas casi se funden cuando le salió vapor de la cabeza. Se movían rápida y constantemente, pero no era un temblor nervioso, sino más bien el estado de contención de un berseker antes de abofetear al rey de los vikingos que no ha salido a rapiñar con el resto.

- Porque en el concepto asedio viene implícito el bloqueo, un bloqueo que hemos tenido que romper las exploradoras, ante la imposibilidad de que las guerreras nos apoyaran. De hecho, soy la única superviviente.

Ya la pata de Vago carecía de todo valor simbólico, y le dio la impresión de que si continuaba manteniéndola en el hombro de ella, la exploradora acabaría por arrancársela de un mordisco.

La reina dictó sentencia y decreto alzando la cabeza para darse más importancia:
- Has hecho bien, regresa al hormiguero a decir a tus hermanas que nos encontraremos en el punto de encuentro dentro de una hora, y que empiecen a excavar otro hormiguero. Y déjales claro que salvar a las larvas tiene prioridad…

Culogordo no pudo acabar su mensaje real. Como un rayo, las mandíbulas de la exploradora se cerraron sobre la base de su cabeza arrancándosela de cuajo. Una sangre oscura y densa comenzó a derramarse por el suelo de la habitación como si fuera una colada de lava volcánica durante una erupción.¡Anda! -Se le escapó a Audax- si no es azul. Vago y la exploradora le miraron arrojando luz sobre su ingenuidad, un golpe de punzón para romper el la helada situación en que se quedaron, congelados, al ver caer el cuerpo decapitado (y de culo King Size) de la reina. De repente, los muros de su realidad se vinieron abajo.

¿Y ahora qué?, Vago y Audax pensaron a la vez. Parecía que era la primera vez que lo hacían, al fin y al cabo no era su función. Habían nacido para volar hasta la reina y eyacular en ella. Se trataba de un trabajo sencillo y carente de responsabilidades, pero ahora las cosas eran de otro color: Ya no se trata de actuar como una manada de espermatozoides recién eyaculados: Tendrían que empezar a buscarse la vida. Sus cabecitas antenadas se dirigieron a la robusta exploradora pidiendo respuesta, pero el hecho de que se tratase de la primera hormiga regicida de la Historia, unido al movimiento compulsivo de sus mandíbulas manchadas de sangre (de sangre real, eso sí… sangre de culogordo) les hizo desestimar cualquier reproche.

-¿Bueno, y ahora qué? Se le escapó a Audax. -Su pregunta involuntaria, casi como un espasmo muscular, de esos que nos sorprenden de vez en cuando, cayó como un mazazo en esa escena que protagonizaban.

-¿Y cómo quieres que lo sepa? Solo soy una exploradora, esto también es nuevo para mí, pero se abre ante nosotros todo un horizonte de posibilidades. Una vez oí que un grupo de abejas se rebeló contra la tiranía de su colmena y desde entonces viven felices en su individualismo. Han formado una especie a parte que disfruta de su diferencia. Avispas… la propia palabra sabe a libertad. No pican a sus enemigos como las demás, su fuerza libertaria hace que parezca que les ha dado un puñetazo…

Audax lo estaba flipando con el discursito de la exploradora, ahora resulta que por salir del hormiguero en busca de recursos te conviertes en todo un intelectual, líder moral del grupo y por supuesto al mando. Sus mayores índices de testosterona empezaron a reclamar un golpe de efecto. Claro, sus mayores índices de testosterona no se habían fijado en unas mandíbulas que eran el doble que las suyas y que acababan de degollar a culogordo… que era la elegida genéticamente para estar al mando.

-... esteeee… eso es un gilipollez… ¡mierda! ¡sólo dices mierda! -Audax balbuceaba como quien siente la obligación de decir algo, pero sin tener ni puñetera idea de qué decir.- Las avispas no son abejas renegadas, son una especie distinta de…

-¡Propaganda imperialista!
Interrumpió la exploradora ¡Son ellos quienes hablan a través de ti! Piensas lo que quieren que pienses… dices lo que quieren que digas… ¡Liberate camarada! -Audax no salía de su asombro… de exploradora a comisario del pueblo en tan sólo unos segundos. Lo de la revolución parecía generar rápidos ascensos.

-Que cada hormiga deje de apoyarse en el grupo como si fueran larvas desvalidas… una celda para cada una, pero que cada cual administre su celda, recoja su comida y defeque su jalea azucarada para alimentar a sus larvas… -Los ojos múltiples de la exploradora ardían de pasión revolucionaria …

-Oye, guapa, ¿has olvidado que somos todos…

-¡Y todas! -Interrumpió la exploradora tomando el control de la situación, como hace toda feminista que por desgracia resulta ser tu jefa…

-¿Has olvidado que TODAS y todos somos asexuados? La única que perpetuaba la especie en nuestro horm… -la exploradora empezó a mirarle con furia… palabra equivocada… -en nuestra comunidad federada socialista hormiguil, era esa enorme hormiga decapitada (y de culo gordo) y que de hecho es la única capaz de segregar… de cagar -la exploradora empezaba a perder la paciencia, ya se había colocado un brazalete rojo en una de sus patas, y una gorra de plato azul sobre la cabeza- ¡cagar el alimento de las larvas!

-Tendrás que empezar a buscarte la vida, cariño. Esas confianzas parecían generadas por su recién autoproclamado rango de jefa… tres segundos mandando y ya empieza el acoso sexual-, cerró la ex exploradora, a partir de ahora Comisaria Política del Pueblo 144330092 -Todas hemos arrimado el hombro verano tras verano, primavera tras primavera, para traer hasta el último grano, pétalo o tallo para que los privilegiados comierais. ¿Sabes lo que haría yo si de mí dependiese? La reina… ¡guillotina! Los chulos de la reina (como zángano Audax empezó a sentirse mal, eso iba por él) ¡guillotina! (un repentino escalofrío recorrió todo su cuerpo) las larvas… ¡guillotina! ¡guillotina! ¡guillotina! ¡que no quede ni un niño!.... (Sí, sí, esto es de El Maestro de Esgrima, de Pérez Reverte… digamos que es intertextualización)

Dejaron a la Comisaria del pueblo largando y gesticulando como si le hubiera crecido un pequeño bigote, y emprendieron el vuelo hacia su destino incierto… llegado un momento, Audax hubo de separarse de Vago. Se empeñó en cogerle de la mano, y no paraba de mirarle con unos ojos muy extraños… claro, él no había encontrado a la reina, así que se desesperaba por encontrar con quién echar un kiki. Sencillamente, vivió sus pocos días de vida restante (es una putada ser un zángano) en libertad, buscándose la vida de jardín en jardín hasta que, cansado, desorientado y cegado por el reflejo del sol en el agua cayó a la piscina de una urbanización para pijos... una de esas en las que este autor siempre ha querido bañarse... y murió.

¿Y qué coño pasó con las hormigas anarcas? Pues que se buscaron la vida. Pocas sobrevivieron al ataque que sufrió el hormiguero. En cualquier obra de ficción, unas enormes, feas y peludas arañas habrían reinvadido la recién fundada Comunidad de Celdas Independientes Federadas Socialistas Hormiguiles (CCIFSH… tan impronunciable para un humano como para una hormiga), pero este no es ese tipo de relato. Si el lector busca que las desobedientes e ingratas hormigas sufran su justo castigo de manos de un salvaje enemigo extrerior que lea algo de Heinlein. En realidad, cada hormiga siguió a lo suyo durante el resto de sus días. La antigua exploradora, y ahora Comisaria Política del Pueblo 144330092, aprovechó su carisma para ascender en la nomenclatura del Partido (el Partido Único de las Trabajadoras de la Comunidad de Celdas Independientes Federadas Socialistas Hormiguiles o PUTCCIFSH) pero dado que era la única activista y presidenta del mismo estaba cantado que acabaría siendo la líder. Se dice que aún vaga por las galerías del antiguo hormiguero, hoy Com… por el antiguo puto hormiguero, dando discursos acalorados y llenos de pasión que no contagian su entusiasmo a las cuatro hormigas que se quedaron dentro para oírlo. La fuga de hormigas comenzó a ser preocupante, así que propuso construir un enorme muro alrededor del hormiguero y luego sellar las salidas… pero es que nadie la escuchaba (ya se habían largado todas), por lo que finalmente aceptó la realidad, colgó su gorra azul y su brazalete rojo, y salió a la superficie como una más para buscarse la vida.

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