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Me Cago En Mi Vida

CÓMO CONSEGUIR UN CURSO DE SKELETOR

FASE 1: VENDER TU ALMA AL DIABLO

Os preguntaréis cómo conseguir hacer el curso de skeletor sin que te lo pidan los especiales de la empresa. Sobre dichos especiales hablaré el día que conozca a uno, el día que dejen de ser para mí una leyenda urbana, como los OVNIS, los atlantes o los impuestos.

El primer paso es ganárselo: Deslómate durante tu segundo año en la empresa para que parezca que curras de verdad. Cuando el responsable del cliente (sea o no un maldito conserje con graduado escolar) te ordene algo estúpido, peligroso o humillante, hazlo al grito de  ¡¡¡PROSEGUUUUUUURRRRRR!!! Cuando eso mismo te lo pida tu jefe directo, cicatrices a parte, el grito puede ser el mismo, aunque quede demasiado evidente. Propongo que se utilice el latín (que no ha estudiado el jefe) para gritar S.P.Q.R.!!! (SENATUS PROSEGURUSQUE ROMANUM!!!)

Después recibes una llamada de Chicho (el Chicho que sea) ofreciéndote el curso, un curso que fuera de la empresa podría valer 3.000 pavos. Y durar un mes (aunque el de la empresa sean ocho días a piñón fijo). Después de eso sólo tienes que esperar CINCO MESES. Lo he dicho bien, ¡Y lo repito!: CINCO MESES hasta que te apuntan tras poco menos que traicionar a un compañero (por lo menos yo sentí que le traicionaba) y vender tu alma al diablo (en realidad sólo se trataba de afiliarte al sindicato amarillo que organiza el curso... pero a mí me olía a azufre cuando firmaba).

Es entonces cuando les conoces: He de reconocer que me esperaba a una hilera de rudos matones, tipo SS, vestidos de negro y con rostros inexpresivos, con un perfecto control sobre sus músculos faciales... ese tipo de gente que en lugar de decirte hola, cuando te ven por la calle, te gritan HEIL GUT!.

 Luego resulta que ves una estampa del tipo cómic de Pedro Vera, personajes de Ortega y Pacheco que parecen escapados de Puerto Hurraco. El que no era calvo y gordo, era calvo, gordo y bizco, excepto una tía feucha, con aspecto de putón, que se creía guapa. Para olvidar.

Es entonces, sin honor, sin dignidad, y con ganas de vomitar o de partirte el pecho de risa, como miembro de pleno derecho de un sindicato amarillo, te adentras en un curso que va a cambiar tu vida. Una de las mejores experiencias que he vivido.

(Nota: Las imágenes que adornan esta entrada pertenecen a la gloriosa película Amén, a la gloriosa banda Rammstein y a un equipo de futbito autodenominado cityboys, que se caracterizaron de cara al mundo como Ortegas y Pachecos).

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