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Me Cago En Mi Vida

¿WHOPPER TRIPLE? A VER ¿CUÁNTOS QUIERES?

¿WHOPPER TRIPLE? A VER ¿CUÁNTOS QUIERES?

Creo que estaba en el instituto cuando el entonces glorioso presidente, Don Josemari, decidió dar el “medicamentazo”. Recuerdo haber escrito entonces un plan para vender medicamentos a la población en los parques y callejones oscuros, como quien vende costo. En la actualidad, me encuentro con que el Ministerio de Sanidad ataca a cadenas de comida rápida y fabricantes de pizzas por publicitar hamburguesas enormes y sacar a niños en sus anuncios de pizzas. A propósito, se han olvidado de un anuncio de Pizza Hut, que pregunta cómo le vamos a decir a las lentejas que tenemos en la nevera que esta noche tampoco... La pandilla de genios de BK se ha dicho que si no pueden anunciar el Triple, siempre les quedará el Doble.

 

¡Abducidme extraterrestres! ¡Prefiero que me metáis indecorosas sondas por el culo antes de seguir rodeado de idiotas! ¿Qué demonios le importará al estado que yo pueda o no engordar? ¿Por qué no le mete un puro a mi empresa por ponerme turnos de doce horas? Comer hamburguesas ciclópeas no es sano, trabajar tantas horas tampoco.

 

Hará un tiempo que vi el documental “Supersizeme” de Morgan Spurlock, en el que se olvidaron de incluir a los gerentes de McDonalds apuntando a la cabeza a los clientes para que comiesen más y más. ¡Cebaos! ¡Cebaos malditos!  Podría haber tenido la decencia de incluir una teoría conspirativa al estilo del diario El Mundo. “Los alienígenas ceban a la población de EEUU (en el resto del mundo las hamburguesas son más pequeñas) para poder abrir un restaurante en Omicrón Persei V” habría sido un estupendo titular. Cuando el resto de medios de este planeta (por no hablar de los de Omicrón V) les llamasen idiotas, presumirían de cuántos ejemplares venden y solucionado.

(esto ha salido del buscador de imágenes del Google... escribid megaburger)

 

Yo quiero hamburguesas titánicas... de esas que son más grandes que yo. Quiero comerme algo que estuvo vivo y tuvo sentimientos. Algo contento de tener un pelaje negro con manchas blancas (o al revés... con eso no me aclaro), con los ojos a los lados de la cabeza, algo que haya sufrido para convertirse en ese enorme trozo de carne que masticaré tan a gusto. ¿Qué te parece un poco de queso fundido sobre tu lomo hija de puta? Le preguntaré al espíritu de la vaca con la boca llena y lanzando perdigones. Para eso nací con los ojos en paralelo en la parte frontal de la cara. Para disfrutar comiéndome a los herbívoros. Yo quiero comer carne. ¿Quieres tú?

 

¡Que las prohíban! La solución es la misma que aquella travesura adolescente que escribí cuando me hacía tantas... (perdón mamá) cuando estaba en el instituto. Callejón oscuro. O un banco perdido en algún parque público. Una Uzi en la sobaquera por si viene la poli, largo abrigo negro y cara de estar allí sin hacer nada, junto a un cajón hermético, de esos que mantienen la temperatura de su contenido. Si algo saqué de mi estancia en el Burger King fueron las recetas de la casa. Recetas prohibidas que me convertirán en un hombre rico. La envidia de los concejales de urbanismo. ¿Whopper Triple? A ver, ¿Cuántos quieres?

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