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Me Cago En Mi Vida

LA LLUVIA Y EL HORROR

LA LLUVIA Y EL HORROR

Acabo de llegar del banco. Pagar recibos viene a ser la forma moderna de una peculiar tortura (o mejor ejecución) expuesta en una película de Tarzán, en la que se ataban dos palmeras con una liana, cruzándolas la una con la otra, luego se ataba a las mismas al condenado (un brazo y una pierna a cada palmera) se le dejaba gritar un rato, y luego ¡Machetazo a la liana! ¡Recojamos los pedazos de ese cabrón! Llamemos a esto “Palmerización”.

 

 Si estoy de tan mala leche no es sólo porque haya llovido, cruzarse con un tipo que iba en una barca de madera de quince codos de eslora que apestaba a jaula de zoológico ha sido toda una experiencia, e ignoro si se trataba de Noé o del barbitas de Bricomanía. Tampoco es por haber esperado una cola sólo comparable a las de las panaderías de Europa del Este a finales de la Guerra Fría (máxime cuando la mayoría de los pacientes expectantes en dicha cola eran seniors que buscaban guarnecerse del diluvio con la excusa de actualizar sus libretas de ahorro) La cosa apunta más a la ecuación

 

LLUVIA

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SENIORS CON PARAGUAS

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YO QUE TENGO PRISA PORQUE MOJARSE CON ESTA LLUVIA ES JODIDAMENTE INCÓMODO Y CORRO EL RIESGO DE SER ENTUERTADO POR LAS VARILLAS METÁLICAS DE LOS PUTOS PARAGUAS

 

Tampoco ha sido eso. Lo que más ha ofendido a todo lo que representan la Teología y la Geometría (toma intertextualización) ha sido una amable familia que esperaba en la cola delante de mí. No he podido evitar reparar en ellos:

 

Tía joven, gorda y bajita que dice: “Sí, et-ta é mi mare (señala a una senior sonriente... la típica que antes de irse DEBE despedirse de toda la plantilla presente en la caja de ahorros)... y et-ta é mi hija la mayó... (y tanto... como que parecía mayor que ella) que tié vintiséi ” Digo que no he podido evitar reparar en ella porque lo feo es estimulante. Pasa como con las arañas: Un bicho feo de cojones, y aunque nos pudieran dar pánico, cuando tenemos una delante no podemos evitar mirarla... ahí, con sus ocho ojos... como diciendo “¿Y tú qué demonios miras imbécil?”. Como esa araña –tamaño centollo- que me aterroriza en mis sueños, algo desagradable centró mi mirada. Esa tipa que andaba de plantón en el puñetero centro de esa sucursal atestada de gente llevaba un chándal. Un chándal horrible... con la palabra “SEXY” plantada justo en el culo. Me recordó a una noticia que he visto hoy.

 

Horrorizado, pagué el clavo que debía en recibos varios y volví a casa con la imagen de la araña gigante vistiendo un chándal feísimo con la palabra “SEXY” en el culo, y pensando dónde deberían meterse sus ideas los diseñadores de prendas informales con cierta capacidad de innovación. De acuerdo con que lo desagradable a la vista llama a atención y logra lo que en comunicación de masas se denomina “crear un impacto” (básicamente que todos nos acordemos del anuncio... como los del coche con la disertación de Bruce Lee o Júbilo con la maldita palabra “senior” que no se me va de la cabeza) Lo desagradable fija nuestra atención, nos llama... de ahí lo que hoy denominamos “Arte Moderno”... pero el chándal con la palabra “SEXY” en el culo se ha pasado tres pueblos.

 

EXIJO LA INMEDIATA “PALMERIZACIÓN” del responsable

 

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