Blogia
Me Cago En Mi Vida

El Chimpancé Alfa

El Chimpancé Alfa

Amelio soportaba con dolor y humillación los empujes sodomitas del desconsiderado Chimpancé Alfa. Le parecía una situación injusta, él no había elegido nacer con una musculatura menos poderosa y una mirada menos seductora que la del mono (perdón, chimpancé) cuyo pene se había acoplado por las bravas a su recto.


Además se trataba de un acto de mala leche. Él no le ponía a Alfa, ni mucho menos, y no era el primer macho que sodomizaba ese día (tampoco el último). Se trataba de un acto homosexual de consolidación de su poder, tras el cual se coronaría como chimpancé dominante del grupo, con obediencia a cualquiera de sus estúpidas decisiones (al fin y al cabo no era más que un puto simio) y acceso privilegiado a las hembras, no sólo con fines reproductivos, sino simplemente por placer. ¿No podían haber hecho un sorteo? ¿Una carrera quizás? ¿O un concurso de ver quién mea o eyacula más lejos? No, eran jodidos chimpas y tenían que acojonarse entre sí hasta que el que resultara vencedor sodomizara al resto como paso previo al reconocimiento de su poder. Una auténtica mierda de vida.

Alfa continuaba empujando, matando de dolor al pobre Amelio mientras el resto de la manada observaba, con resignación ellas y con escozor la mayoría de ellos, mientras nuestro pobre, peludo, maloliente y escocido amigo apretaba sus dientes tratando de preservar un mínimo de dignidad para conquistar a alguna chimpa a modo de segundo plato. Bueno, el segundo plato suele ser el plato fuerte, el plato consistente que, tras haberte calentado el cuerpo con una buena sopa o potaje, sacia tu hambre a la espera del dulce, dulce postre. Pensar en postres ayuda cuando estás siendo sodomizado por un hercúleo chimpancé. Frutas dulces, aromáticas, blandas o crujientes… pero de repente le apeteció en mente un plátano y recordó que estaba siendo enculado por un simio digno de grabar una película porno con Rocco Siffredi. Lo cierto es que hasta ese momento de su corta vida nunca había advertido su profundo desacuerdo con la estructura y ritos de la sociedad chimpancé.

Chimpa “Penetrador” Alfa ...un excelente nombre artístico, pensó Amelio, para el violador anal que tenía acoplado a la parte baja de su espalda... aumentaba la rudeza y velocidad de sus golpes de pelvis haciendo pensar al pobrecito Amelio que su recto había recibido más kilómetros (de pene) que un coche usado... de tercera mano por lo menos. Era tal la tensión a la que estaba sometido, tal su angustia, que parecía haber sido condenado por el más irónico de los demonios del infierno a mantener un enorme moñigo en su culo sin poder expulsarlo. Tan estresado estaba que las venas de su frente parecían salchichas de Frankfurt. Tan acelerado que la ira creció en su interior como un enorme tsunami dispuesto a engullir Tokio, como una bomba de hidrógeno cayendo sobre un silo de misiles soviéticos. Era TNT Morgan, la Hormiga Atómica, El Increíble Hulk cuando se vuelve verde. Tal fue su frenesí de frustración y dolor extremos que tomó conciencia de su propia existencia.

 

Pensó. Pero pensó de verdad, como tú y yo. Tanto pensó que, sin monolito ni nada, agarró un tronco enorme, un madero salvaje que por alguna razón andaba allí tirado, y de un troncazo mandó al suelo al cabronazo de Alfa. Y cuando consiguió incorporarse, quizá por rabia, quizá por miedo a que Alfa se diese cuenta de lo que había ocurrido, siguió golpeando su cráneo con ese tronco que había salvado su honra de la humillación, y sus intestinos de una invasión espérmica. Lo cierto es que no se le apareció ningún monolito enorme, macizo y negro como el carbón, porque si hubiese tenido a mano tal piedra, se la habría metido en la cabeza al mamonazo porculador que le estaba violando hace apenas unos segundos.


Golpeaba, golpeaba y golpeaba, mientras de la cabeza de Alfa empezaba a ceder a los bastonazos. ¡Venga, hijoputa! ¡encúlame ahora!, gritaba el furibundo Amelio mientras destrozaba la cara de Alfa a golpes de tronco. ¡No, no quiero que me rindas pleitesía! ¡No vale con un “de acuerdo tu ganas”!, troncazo va y troncazo viene. ¡No macho, yo soy un cachas y tú un tirillas, he de sodomizaros a todos! ¡Como hizo mi padre! ¡Cómo hizo mi abuelo! Y leñazos y más leñazos en su careto de mono muerto, mientras el sarcasmo crecía en su interior haciéndole más y más inteligente a cada hostia que soltaba. ¿Pero serás cerdo?¡Ni siquiera te has lavado el rabo entre culo y culo! ¡Has metido mierda de otros trece chimpancés en mi culo! ¡Cerdo, más que cerdo!.

Hubo un momento en el que paró, paró por cansancio, pero también por aburrimiento; y es que apalear hasta la muerte a un chimpancé con una erección imperial es una tarea ardua. El grupo de chimpancés sentado a su alrededor miraba congelado el acto de barbarie liberadora que Amelio había llevado a cabo. Era algo tan imprevisto como que George W. Bush decidiera dejarse rastas, como que Karol Josef Wojtyla decidiese una mañana salir al balcón de la Plaza de San Pedro y gritar al mundo que es homosexual. Algo realmente raro. Imagínese usted que las relaciones de poder a las que estamos acostumbrados durante generaciones cambien de repente, como si los muros de la realidad se vinieran abajo. Imagínese que un día de fiesta alguien lanza un cohete al cielo y éste lo agujerea, dejando ver a unos ciclópeos científicos analizándonos con un microscopio. ¿La caída del Muro de Berlín? Un mero trámite burocrático, un cambio difícil de notar comparado con la derrota a troncazos de un chimpancé dominante a manos de un mono (……... ¡chimpancé! ¡jodeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeer!… …) tirillas, escuálido, y (sin ofender) algo estúpido.

Tardaron en hacerlo, pero la comunidad chimpancé allí reunida, en un principio para alabar el poder del chimpa dominante, previa sodomización del resto de machos, emitió su veredicto. Las primeras ellas: Empezaron a mirar a Amelio con otros ojos. Sí, la situación, desde el pervertido e interesado punto de vista de una chimpancé salvaje, había cambiado a peor. El panzer sexual que era Alfa, esos músculos, esa mirada seductora (coño, sólo le faltaba algo de flequillo, una cosa muy sexy en un chimpa macho) había sido sustituida a palos por Johnny Tirillas, por el Flaco Paco… era cambiar a TT Boy por Alfredo Landa en sus años mozos , era básicamente como si tu equipo de fútbol baja a 2ª División B , Amelio era ahora el Nuevo Alfa (y dicho así suena fuertecillo), y las poseería a todas por mero placer, haciéndolas gozar como cerdas en un charco de lodo… bueno, o al menos eso esperaban.


En cuanto a los machos, alguno debió dar un cabezazo contra un árbol para caer en la cuenta de que no estaban flipando. Era cierto, un simio vulgar, pequeño para el estándar, había derribado, noqueado, y asesinado a golpe de tronco al chimpancé dominante. Era como la venganza tantos años esperada de un cliente adolescente contra un gigantesco portero de discoteca. Era 2001 La Odisea del Espacio, China Town, la versión oficial de la Ofensiva del Tet. David se acababa de cepillar a Goliat sin piedras ni onda, sólo con un palo y algo de descuido por parte del gigantón. Por lo tanto dieron todos un paso al frente hacia el nuevo líder y, casi provocándole un soponcio, hincaron rodilla en tierra ante él reconociéndole como el Rey de reyes.

Amelio no salía de su asombro, por un segundo creyó que le iban a linchar. ¡Claro! Él había estallado de furia ante la humillación extrema de ser sodomizado por deporte, ¿qué iban a pensar trece tipos más grandes que él con el ojete escocido? ¿no cabrea que una idea genial no se te haya ocurrido a ti antes? Probablemente querían presentar públicamente su negativa a volver a pasar por lo mismo. Es casi como estar en la Universidad y tener que pasar por secretaría todos los años. Disculpe, ya he sido enculado por tal profesor, con el cambio de Plan de Estudios ¿Podrían convalidarme la dolorosa sodomización para no tener que volver a pasar por lo mismo?

Sin embargo la cosa no fue así. Hubo otro extraño en esta interacción tan rara. Los monitos (…chimpas…) agacharon el semblante y como que se humillaron ante su nuevo señor. Uno de los compañeros de juegos de Amelio durante su infancia, César, se adelantó al resto, le miró a los ojos con tristeza y dijo: venga, acabemos con esto… tras lo que le dio la espalda, se agachó y se agarró las nalgas con las manos abriendo más su orificio maloliente, en busca sin duda de reducir el dolor del ritual.
Oye, que no… interrumpió Amelio… que… que mariconadas las justas y a ser posible ninguna … Pero la cosa no surtió efecto. César continuaba con su afán de rendir pleitesía (al estilo chimpancé) a su amigo de la infancia.

El mundo no había parado de girar, ahora se daba cuenta de que tan sólo había sustituido una pieza del engranaje en lugar de tirarlo por los suelos. Se había convertido en el Chimpancé Alfa, en el simio dominante, en aquél que gozaría del honor de hacérselo con una robusta gorila para engendrar un supersimio mata leones, el enorme eslabón perdido que dominaría la selva y llevaría a los chimpancés a una edad de oro largo tiempo esperada. Pero no le ponían las gordas, y menos si se trataba de una pedazo de gorila alejada de su manada que apenas notaría los culeos sexuales de un chimpancé furtivo, un enano comparado con los gorilas a los que estaría acostumbrada. Por pedir preferiría… yo que sé… a la Gertrudis, esa atractiva chimpancé de labios carnosos que le miraba casi con desprecio, con los ojos entrecerrados (sólo se podría añadir más desprecio a esa mirada con sombra de ojos azul y un vestidito rosa, como en los pósters que pretendían hacernos reír en los ochenta)… esa que gritaba ¡Hazlo de una vez! ¡Acaba para hacernos gozar como perras!

 

Sí, le miraba con el desprecio de una trepa, de un zorrón dispuesto a follar por ascender en la escala social. Durante un segundo consideró la opción de todo primate superior de género masculino (eso de al fin y al cabo lo que importa es la picha ¿no?) pero desterró ese estúpido pensamiento falócrata de su mente progresista para tratar de hallar una solución. ¿Sucumbir a la erótica del poder? ¿Sodomizar a sus congéneres alternando los empujes con gestos de cariño? ¡Qué coño iba a pensar el resto de machos si el Chimpancé Alfa que les sodomizaba como mero gesto ritual les daba besitos en las orejas!...

Amelio no podía. Había pasado por ello y le jodía mantener la situación de eterno retorno. Además era un tirillas y le acojonaba que cualquiera le soltara un troncazo para tomar su lugar… es lo que tienen de peligroso los precedentes de desviación: A lo tonto, al derrocar al Chimpancé Alfa había arrasado hasta los cimientos con la legitimidad de su dominio ¿Cómo introducir cambios desde el poder si su poder no era legítimo?. Pensó en dar discursos, en convocar mítines y democratizar la sociedad de los chimpancés. ¡Arriba los chimpas del mundo! ¡En pie simiesca legión!, sería el Lenin de los chimpancés, un Ernesto “Chimpa” Guevara … pero luego recordó lo jodido que sería enfrentarse a Alfa por Alfa, de grupo en grupo de simios… y convencer a todos los machos escocidos de que no le iban los culos. Muy duro, muy cansado...

 

¡Coño! Como toda revolución. La guerra de clases también era cosa de chimpancés, y más allá del mundo de los primates también otro mundo era posible . De eso nada micos anunció a su grupo, no pienso encular a nadie más, nadie debería ser enculado (al menos sin su consentimiento expreso y… no sé, una licencia del Ayuntamiento) Así que a partir de ahora… no sé, busquemos otra solución para elegir al chimpancé dominante… Se quedó congelado tratando de llegar a la solución más justa. Qué putada no haber estudiado Derecho, aunque evidentemente no habría solucionado nada. ¿hacer una carrera? No, ganaría el más fuerte, sería como acojonarse, y que el más disuasor sodomizara al resto. ¿un duelo a leches?, neh!, más de lo mismo. ¿Un concurso de deletreo? ¡Despierta Amelio! ¡Somos chimpancés! A cada solución que venía a su privilegiada cabeza, surgía una respuesta (en realidad de elaboración propia) que adjudicaba a cada una de las caras de asombro de los demás chimpancés… y además las hembras (sobretodo la Gertrudis) empezaban a impacientarse.

Tengo una idea, desde hoy disuelvo el Consejo (¡Falso! No existía ningún consejo de chimpancés… de hecho era una sutil maniobra de comunicación para alejar la atención del verdadero impacto: El contenido del mensaje… era como Felipe González hablando de la entrada de España en la OTAN). ¡Sí, disuelvo las Cortes para abolir la figura del Chimpancé Alfa!

 

¿Has visto alguna vez a un grupo de chimpancés macho con cara de asombro? Pues estos la tenían en su grado más alto. César miró fijamente a Amelio y le inquirió ¡Macho! ¿Qué buscas? ¿La puta anarquía? ¿A quién de los dos le acaban de dar un troncazo en el coco?, Amelio le sonrió con gesto paternalista dispuesto a dar una explicación sencilla y convincente, tipo profesora de parvulario católico, pero fue abrir la boca cuando notó un fuerte golpe en el cráneo seguido de un estruendoso crujido… cinematográficamente hablando, a esto le siguió un fundido a negro.

Bien chicos, basta de chorradas, todos con el culo en pompa, que esas nenas tan monas (bueno… chimpas…) me están esperando. Las hembras aplaudieron y saltaron de alegría, incluso Gertrudis dio una voltereta de emoción. No era Alfa, ni Amelio, ni César, que al contrario que su amigo de toda la vida sí se daba cuenta de los que estaba pasando. Era otro de los chimpancés: Amedo, quien con toda la chulería fascistoide y de tipo duro de un Comisario de Policía Nacional de los de antaño, había visto la oportunidad y decidió que tenía todos los triunfos. A este Bakunin de la selva ya le daré yo un repaso luego, ahora os toca a vosotros… ¡Por escucharle!

Así es cómo un conato de revolución, de jodida evolución, se vio truncado por un cabronazo reencarnado, un cabronazo de los que no aprenden la lección. Sí, Amelio despertó con un terrible dolor de cabeza, con lagunas en su memoria y con cierto escozor en donde la espalda pierde su nombre. César también fue sometido, como todos, y después el hijoputa de Amedo se lo pasó pipa con el zorrón de Gertrudis y con el resto de las chimpancés allí reunidas. Incluso un día decidió hacer una incursión furtiva en el territorio de los gorilas de espalda plateada, y fruto de una violación nació una nueva generación de porteros de discoteca… pero claro, ESA ES OTRA HISTORIA.

(Dedicado a todos los fans de Conan)

0 comentarios