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Tutorial: Día 4 (Lecciones de Tiro)

Tutorial: Día 4 (Lecciones de Tiro)

Y SI ALGUIEN QUIERE DECIRME ALGO DESDE LA LÍNEA DE TIRO QUE, POR FAVOR, NO SE GIRE 

                                                                         (Señor G, Instructor de Tiro)

 

El presente relato narra una de las experiencias más divertidas de mi vida. Cuando hablamos de un instructor de tiro (y me refiero a tiro con arma de fuego, nada de tirar de un carro ni nada por el estilo) nos imaginamos al típico americano con bigote y gafas de espejo, muy requeteserio y con una mala hostia de narices. Preguntando a Félix sobre cómo era su instructor de tiro me contestó que Un gilipollas... es normal, pero la razón se debe a que cierto descubrimiento reciente dice que el plomo en suspensión al ser respirado contamina la sangre: al salir el proyectil del cañón roza con las estrías del ánima rayada desprendiendo partículas de plomo del proyectil, partículas que salen del cañón impulsadas por los gases de la combustión que se produce el disparo... es decir  algo que de hacer prácticas a diario te contamina de por vida... Enfermedad del Fontanero la llaman. Pues bien, esa es la causa de que la mayoría de instructores de tiro (gente que suele presenciar cientos de disparos al día) pidan la baja. Otra sobre instructores de tiro fue la que me contó mi compañero Diego, (que estuvo en la BRIPAC), frase gloriosa del Sargento que le instruyó: Las Armas las carga el diablo, y se le disparan a los gilipollas. Frase sólo comparable a la de nuestro querido Señor G: Vuestro dedo es el único seguro que lleva el arma.

 

Bueno, mi instructor de tiro gilipollas no era... freak vale, pero gilipollas no. Más bien alguien institucionalizado, muy hecho a la empresa y, como tal, odiador perenne de conceptos como segurata, porra, pistolita y Torrente. Así es el bueno del Señor G, un tipo con tan buen humor y que hace tantas bromas con un arma (descargada) en la mano que acaba por dar miedo... me pasó de todo en sólo una mañana con Súper G. Para empezar, si le pusiésemos a él de Sargento chusquero, en una PROSEMili imaginaria, yo me habría buscado un paquete de cojones (y perdón por el lenguaje cuartelero, pero cualquiera de las compañeras y los compañeros que estuvieron presentes puede atestiguarlo: Lo primero que dijo G fue Ya veréis como una vez cerrada esta puerta tengo que volver a abrirla al menos tres veces....  Yo fui una de esas veces, y el resto no lo recuerdo. Me mandó al fondo de la galería y que me explicase lo que me habría perdido otro compañero, al que he bautizado como El Profesor por un asunto que ya contaré más adelante.

A base de Frases Gloriosas, que podréis leer en el pasado artículo Armados y Peligrosos, nuestro querido Señor G nos explicó los rudimentos del tiro y me satisfizo mi deseo principal de hacer un PROSEcurso de Vigilante de Seguridad:

-  ¿Ha venido usted a tratar de cambiar el mundo?

- No, deje de oler pegamento señor psicólogo de la empresa: Yo he vendido aquí a disparar un arma: A acribillar a balazos un trozo de papel distante a entre 10 y 25 metros y dejar huerfanitos a un montón de pequeños postits.

Me llevé una bronca de narices porque cuando este buen señor estaba explicando el proceso de disparo (eso sí en seco: Con el arma descargada) quien suscribe este texto se tapó los oídos. Menudos gritos tras veintipico años de profesión... preferí callarme lo de que me había parecido un tipo poco serio, que me faltaban un par de horas por dormir, y que mi padre, en paz descanse, solía hacer ese tipo de jugadas (meter un cartucho de fogueo en las recámaras de los CETMES) cuando tenían una parada al aire libre con público. Y digo que preferí callarme, pese a ser todo un bocazas, porque ese señor llevaba un arma (aparentemente descargada) ... y las balas las tenía a mano. Además mandaba él, y no me apetecía que me enviase castigado al fondo de la galería con una manzana sobre la cabeza.

En fin, que fui rebautizado como número 5, hice dos series de 5 disparos (10 en total) y saqué una puntuación de 90 (sin agrupación de impactos)... porque el último se me desvió ligeramente hacia la entrepierna del malvado blanco (en realidad una silueta sin rostro de color negro).  Divertida experiencia que pienso actualizar más adelante: Ahora me toca ir al gimnasio con la mulata... y más tarde a Jiujitsu con el bueno de Ángel, que hace meses que no le veo y hay mucho que contar.  

 

¡VENGA! ¡ALEGRÍA Y LA AUTOESTIMA BIEN ALTA! ¡QUE VAMOS A PEGAR UNOS TIROS!

                                                                                                       (Mi estimado Señor G)

2 comentarios

Golfo -

Porque la galería de tiro está en el sótano, aislada del resto de dependencias y despachos por una puerta blindada. Para acceder sin el instructor hay que llamar a un timbre. El Señor G dijo que tendría que abrirla porque seguro que no habían llegado todos puntualmente, y probablemente su excelente lección teórica sería interrumpida constantemente por el sonido del timbre.

El abuelo -

Todavía me tienes que contar porqué abrió el señor G (como el punto) 3 veces la puerta ;)