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Me Cago En Mi Vida

JODER, QUÉ LLEGADA

JODER, QUÉ LLEGADA

Perdidos en el “Belgaeropuerto”

 

De acuerdo. Nos teníamos que encontrar con dos personas diferentes. Para empezar, uno era imposible de distinguir del resto de la población blanca... a ése le llamaremos “búlgaro standard”. Al otro le habíamos visto en foto a través del Messenger, ese instrumento de comunicación que permite que cualquiera ponga una foto que no es suya y, a la hora de quedar, se eche unas risas viendo a una pareja perdida en un aeropuerto que no está en su ciudad ni en su país. Bueno, al menos teníamos la maleta... lo que significa que portábamos ropa, útiles de aseo, vino, chorizo (otra vez se me aparecía la imagen de Don Paco) y por alguna razón unas castañuelas... cosas de Baby.

 

Pasada una hora, le sugerí a Baby que escribiese el nombre del belga y el del búlgaro standard en un papel y que se diese una vuelta por el aeropuerto... luego me dio por pensar que ella me abandonaría allí y se fugaría con el belga (o con el búlgaro) pero mantuve mi fe en la pareja amada... además yo me quedaría con la maleta (lo que significa vino, chorizo, tangas... y las putas castañuelas). Me veía alimentándome de creppes y cerveza durante cuatro días (una especie de Tom Hanks a lo belga) hasta que saliese mi vuelo de regreso a la España de los valores eternos... también podía haber echado mano del vino y el chorizo... y como último extremo podría haber intercambiado con un belga los tangas de Baby o las typical and autenticall spanish castañuelas por bocatas.

 

Pasado un tiempecillo, apareció Baby junto a un tipo de aspecto belga que llevaba un cartel en el que ponía Baby et Golfo. El primer análisis visual mostraba la posibilidad de que se tratase de un buenazo (de los que no paran de disculparse cando llegan tarde)... todo un Murci a lo belga. Pero como en Bélgica no te puedes fiar... bueno, el tiempo me demostraría que sí... ¿Yo qué sé? Era la primera vez que pisaba el pequeño país en el corazón de Europa (de lo que deduzco que Luxemburgo es un país mucho más pequeño en el ventrículo derecho) El chico nos explicó que no podía llevar pasajeros debido a que tenía el carnet de conducir pero estaba en prácticas. Ahí fue cuando se ofreció a coger nuestro equipaje y explicarnos cómo llegar a un punto intermedio donde nos recogería... vamos, como Half Life pero en belga.

 

Nos explicó diez veces (en francés, alemán, flamenco e inglés) qué trenes teníamos que coger, pilló la maleta (lo que significa que tenía el vino, el chorizo y las puñeteras castañuelas) y desapareció. Sigo creyendo que no soy raro por desconfiar de la situación, teniendo en cuenta que no estaba en mi ciudad, no estaba en mi país, no hablaba correctamente ningún idioma oficial de allí y era la primera vez que veía a ese tipo. Una vez más, el tiempo me haría tragar mis palabras.

 Plantando la pica en Flandes 

 

No sé qué me ocurre cuando salgo de casa, pero debo tener una especie de aura que atrae a los forasteros: ¡Todo el mundo me pregunta direcciones! Me ocurrió en Bulgaria, me ocurrió en Gibraltar y ahora me ocurría en Bélgica. No paro de mirar a mi espalda por si me han colgado un cartelito de los que dicen: Pregúnteme, lo sé todo. El caso es que, tras enlazar el tren que venía del aeropuerto en Brusseles Nord, con otro, llegamos a Ottignies, a la que todo el mundo llamaba Otiní, y que yo me empeñé en denominar (como buen español) Otiñí. Y ¡Oh Dios mío! ¡El belga estaba allí esperándonos! ¡Con la maleta! ¡Con el vino, el chorizo y las castañuelas de los cojones!

 

Resultó que JL no vivía exactamente en Otignies, sino en Court St. Etienne, donde había campo, animalitos, agrestes vecinos y un montón de carteles con caras de tipos (algunos de ellos bastante siniestros). Resultó que había elecciones municipales, y que existía cierto canguelo ante la posibilidad de un buen resultado para la extrema derecha flamenca... (Buen resultado para los flamencos de extrema derecha, claro) Visto lo visto, el belga vivía muy bien: Era profesor de inglés en una universidad cercana, tenía su jardincito para barbacoas, una casa de tres pisos en el campo, dos gatos castrados, una araña-mascota (con crucecita blanca en el abdomen y todo) y un cobertizo lleno de cerveza. Lo que algunos llamamos el perfecto retiro.

 Cenamos una quiche (una especie de tortilla) regada con abundantes cervezas... afrutadas, fuertecillas, rubias, negras, tostadas... como la casa de Playboy pero con alcohol. Lo único raro fue descubrir que había una cerveza más fuerte que la Charles Quint (Carlos V... emperador nuestro y tal) lo sorprendente e indignante es que se llamase Bush.

2 comentarios

Golfo -

El viaje duró cuatro días. Queda mucho por contar. Prometo lista de cervezas catadas.

Eiro -

Mira q no mencionar la increible Edelwise (o algo asi se escribe xDD) Yo aun hace un mes q estube por alli tb xD mira tu lo q son las coincidencias o los vuelos baratos q no es lo mismo pero casi xDD.