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Me Cago En Mi Vida

NO PAGÓ EL ALQUILER...

NO PAGÓ EL ALQUILER...

Existen momentos gloriosos que deben ser recogidos y guardado para la posteridad, no sea que se pierdan, como decía Roy Batty en Blade Runner, como lágrimas en la lluvia. Recuerdo uno en particular. Habían terminado las ponencias y el cóctel de Las Jornadas de Dependencia de Júbilo, cuando Ned, actuando desde la experiencia, me recomendó irme con él a la redacción a preparar el boletín del día siguiente (no penséis mal... nada de gomorría el tipo es un buen cristiano) porque, de lo contrario, nos pillarían por banda para desmantelar y cargar las pancartas y adornos que la empresa llevó para tal fin.

 

Entre la tormenta de ideas, las teorías de la conspiración, una demostración de acento canario (llamaba desde la oficina pero es que llamaba a mi madre y...) surgió el tema de las viviendas en alquiler como solución a la carestía de techo digno que sufre nuestro amado país. Claro que el bueno de Neddy resultó ser propietario de una casa en algún lugar de ésta, nuestra Comunidad Autónoma (en realidad ninguno de los dos nacimos en Madrid pero eso hoy en día importa muy poco)

 

Por definición, un conservador liberal trata de conservar lo que tiene. Con esta idea como mantra, la idea de que la mayor inversión que realizarás en tu vida, la compra de una vivienda, pueda verse complicada por la acción destructiva de unos inquilinos-termita se acaba convirtiendo en la pesadilla de todo propietario.

 

Cuando, en el Barrio, el tema de la tertulia era la vivienda, los decentes contertulios, en su mayoría decentes propietarios de más de una vivienda, conservadores liberales en su mayoría, se quejaban de una legislación injusta que defendía al arrendatario. “La legislación anterior (prefiero seguir ignorando de qué régimen) era mucho mejor, podías alquilar tu casa con total confianza en que te pagarían y te la devolverían tal y como estaba”.

  

Recuerdo el fuego los ojos de Ned, y su cara de odio cuando expresó eso de “Hasta que una ley no me asegure que, si un tipo no me paga el alquiler va a la cárcel yo no alquilaré mi casa”. Poco se puede hacer en momentos como ese, excepto omitir el detalle de que llevo años viviendo de alquiler en Madrid (Ned tenía muy a mano el monitor de su ordenador) y responderle hablando como el pequeño Yoda:

 

“Con el reverso tenebroso cuidado has de tener, joven Neddy, porque una vez hayas emprendido su senda, jamás tu destino abandonará”

  Acto seguido, mientras fingía que trabajaba, me empezó a rondar por la cabeza la idea de acabar en prisión por impago del alquiler. El día estaba nublado, lo que combinaba a la perfección con el deprimente esquema de colores de aquel centro de reinserción en la isla de Alborán. Una muchedumbre de hombres de impasible rostro sin afeitar hacía pesas, alimentaba aves marinas e intercambiaba cigarrillos por cepillos de dientes ante la atenta mirada de gigantescos guardias que ocultaban su mirada tras gafas de espejo y armas automáticas. Observaba a un viejo “ institucionalizado” que, como había hecho los últimos veinte años a esta hora, daba vueltas en círculos al rededor de el embarrado campo de rugby cuando se me acercó un interno al que todos conocían como “Cara cortada” debido a la enorme cicatriz que complementaba sus mejillas.  

 

-¿Por qué estás aquí? –me preguntó mientras subía y bajaba un par de mancuernas, de un modo que, en prisión, no queda otra forma de definir que como “amable”- Lo mío fue por “reventar bodas y actos religiosos multitudinarios”, me jodió mucho que mi prometida me plantara en el altar, así que empecé envenenando la comida de los banquetes, y finalmente decidí reventarlas con dinamita. ¿Y tú? ¿De qué se supone que eres inocente?

 - Me retrasé una semana en pagarle a mi casero... me ha caído una perpetua por cada día de retraso. Los ojos de “Cara cortada” se entrecerraron, como los de Stewe, como los de Neddy, expresando más odio del humanamente concebible. Incluso la tinta verde de sus numerosos tatuajes de presidio se volvió de un color rojo vivo. Tembló como si estuviese a punto de explotar, como si un alienígena de lengua dentada estuviese a un paso de salir al mundo atravesando su caja torácica desde dentro. 

- Hijo de puta. Eres hombre muerto –me dijo- como pises las duchas o vuelvas a salir del patio vas a recibir más puñaladas que “El mataviejas”.

 

Ya no es suficiente con perder dinero a largo plazo con esto del alquiler, ni tampoco con la pesadilla de tener que pagar una hipoteca de por vida (curiosamente otra forma de cadena perpetua) Ahora, incluso los más queridos amigos desean que acabes en la trena... por lo menos allí no hay que trabajar para tener techo y comida, aunque lo de ducharse...

   

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