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Me Cago En Mi Vida

¡HOUSTON! ¡TENGO UNA INCIDENCIA!

¡HOUSTON! ¡TENGO UNA INCIDENCIA!

Este fin de semana pasado la vieja ha tenido un detalle para con nosotros. Aprovechando sus quehaceres para entretenerse (léase robar periódicos gratuitos para luego sentarse en un banco a repartirlos, saquear las vajillas de los bares y restaurantes cercanos, y carroñear –ojo a la palabreja- contenedores de basuras cercanos), sorprendió a Mauricio ofreciéndole una camisa de pijama color vainilla (al parecer nueva) que debía hacer juego con el uniforme pero, eso sí, permitiría al compañero estar más cómodo en su turno. No me la ofreció a mí. No sé si se trataba de un problema de descompensación entre la talla de la camisa y mi tamaño, o sencillamente ya había previsto que yo venía al curro preparado... cualquier día aparece ofreciéndome una almohada o una manta a cuadros.

 

Amablemente rechazada por ese gigante de buen corazón que es el Mauri, la señora contraatacó ofreciendo una jarra para café que permitiría que el del bar de al lado le sirviese más cantidad y que, de paso, incluía un tapón hermético para conservar el calor. Tal y como se observa en la imagen, el lector puede apreciar que se trata de una jarra de cerveza (pringada de cualquier bar de la zona) con el tapón de un bote de Nocilla incrustado al uso... cosas así te hacen pensar... pensar en algo que no viene a cuento, como la incidencia que tuve hace unas semanas.

 
 

Como las doce de la noche. Oigo un coche que aparca justo en la puerta, del que veo salir a dos jóvenes latinoamericanos (posiblemente colombianos... pero sólo posiblemente ¿eh?) con una botella de whisky... o de Baileys... o similar. A continuación, los dos cierran el coche, y veo que van de portal en portal. Entran en los restaurantes... pasan cerca de la discoteca y de un par de puticlubs... sí, parece que vayan a recibir el cariñoso saludo de un portero de discoteca. Vuelvo a lo mío, cuando, pasados unos minutos oigo que llaman a la puerta. Es entonces cuando me acerco y veo que son ellos...

 

¿Qué funciona aquí?- me pregunta el más delgado de los dos (el que no lleva la botella encima) sin parar de sonreír. Estoy a punto de contarles que aquí no funciona ni la jodida máquina de café, pero me decido por algo más profesional... algo del tipo ¿Qué quieren?... me miran como si les hubiese hablado en klingon.  No sé en qué me he metamorfoseado. Quizá en un PROsegurator, quizá en un PROSEzombi... o quizá en uno de esos sheriff de pueblecito de la Norteamérica profunda, los que llevan sombrero y gafas de espejo, los que mascan tabaco y meten unos salivazos que acaban con la capa de ozono. Se me escapa la pregunta más estúpida de mi vida: ¿A quién vienen a ver? ¿A quién coño van a venir a ver dos tipos con una botella de licor flojucho a las doce de la noche en un edificio de oficinas vacío?. Entonces Wilson “Sonrisa de Escayola” Ramiress me dice Hemos quedado para una fiesta en el segundo piso... Sí, seguro que sí. En el mismo segundo piso que lleva vacío diez años hasta que una empresa decidió llenarlo de escritorios y material informático. Y Yo, Palurdo fruto de la endogamia te voy a abrir la puerta y a desearte que te diviertas ¿no?, así que me inclino hacia el cristal de la puerta con los ojos en blanco, tan en blanco como un Cyberagente de Syndicate, apoyo mi mano derecha en el estuche de los grilletes (un estuche de cuero negro que sólo pueden ver parcialmente) y digo NO.

 Ojo a la imagen. Sí, lo sé, en un inocente intento de dar algo de perspectiva me he puesto un pelín más cachas de lo que estoy... ya oigo los reproches del Gurú: ¡Midadle! ¡Haze doz dominadaz y ya cdee que habla alemán! Znell, kapullen, znell! 

 

No sé cómo no me partí de risa. Nada más abrir la boca, probablemente porque no veían qué era lo que cogía con la mano derecha, el Johnny de la botella agarró a su compañero con urgencia y echaron a correr. ¿Qué coño creían que iba a hacer? ¿Dispararles a través de la puerta? ¡Joder! ¡Seguro que luego me harían pagar el cristal!. El caso es que los dos tardan un rato en volver a por el coche (que han dejado abierto frente a la puerta de la instalación). Podría haber sido peor... imaginad que logran atravesar la puerta. ¿Qué hacer entonces? Se me pasa por la cabeza hacer caso a la vocecilla de Anestesia y repartir algo de “Amor de hombre” (lo digo por la forma marcadamente fálica de ese rascador de espalda que llamamos defensa reglamentaria). Pero siempre puede haber un Plan B:

 

1)      Quitarme los zapatos... decir que estoy de servicio armado con dos Magnum suena muy bien, al menos suena cojonudamente bien hasta que el incursor se da cuenta de que Magnum es la marca de los zapatos... pero hay algo más: Magnum abastece de calzado al ejército de los EEUU y, se dice, que también le vendió botas durante algún tiempo al ejército iraquí. Eso da una explicación -habida cuenta de la estructura y materiales de que están hechos, así como de la temperatura que llegan a sufrir los pies en su interior... y del efecto odorífero colateral que ello produce- de la obsesión de algunos líderes occidentales con las armas de destrucción masiva que, decían, poseía dicho estado.

2)      Sacarme un calcetín (por lo anteriormente explicado se prevé necesario el uso de unas pinzas para la nariz o, en su defecto, aguantar la respiración durante un buen rato)

3)      Meter los grilletes en el calcetín sudado asqueroso del que emanan vapores que harían vomitar a una cabra endurecida por años de bombardeos.

4)      Agarrar el arma improvisada por un extremo y hacerla girar sobre la cabeza al grito de Mi cara de perro y yo os vamos a... (¿Tirar esto a la cabeza?) ... ¡Puedo arrojarlo con cierta fuerza! 

 

Finalmente no fue necesario. Cuando se le pasó el susto a este par de panchitos, regresaron a su coche, llamaron por teléfono, y cayeron en la cuenta de que se habían equivocado de calle. Apunté su matrícula, pero no sabía qué coño poner en el informe... entonces consulté el tríptico de “Qué hacer en caso de...” que la Policía me dio cuando me saqué la placa de segurata. Reviso los casos de posibles urgencias... filmación... coche sospechoso... alguien pregunta qué hay en el lugar donde estás destinado... bien, lo explica con letras enormes en tres páginas: Página uno LLAME, página dos A LA, y página tres: POLICÍA. Viendo este tipo de instrucciones que nos da la poli de verdad es muy difícil no sentirse idiota.

 

Finalmente encaro mi sagrado deber de dar constancia por escrito de la incidencia:

 

Incidencia (0´15 horas): Apretón de tripas difícil de contener. Subo al cuarto de baño destinado para el personal de seguridad. Resultado: Truño marrón oscuro de consistencia media. Observación: Se ha acabado el papel higiénico. Procedo a sustituirlo por otro del almacén y dejo constancia por escrito al cliente.  

VS xxxxxx

4 comentarios

Golfo -

Sí, fue el primer libro de Terry Pratchett que leí. De ahí la idea del calcetín. Pese a todo, me quedo con lo de "llevo dos Magnum del 44"

El abuelo -

¿No has leido Rechicero?, es el arma definitiva de Rincewind

Golfator -

No sé. Me sigue sonando mejor lo de "No me quedo una noche de guardia sin mis dos Magnum"... son del 43, pero si pido una talla más sí que acojonarán.

El abuelo -

Si le añades un ladrillo al calcitín, tienes el arma definitiva, la que buscaba Bushito en Irak