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Me Cago En Mi Vida

Verdi vs. El Lobo de Dos Cabezas

Verdi vs. El Lobo de Dos Cabezas Menuda semanita he tenido. No sé si el lector conocerá la sensación de estar ante un enorme monstruo mítico que demuestra la intención de devorarle, pero es poco menos lo que me ha tocado estos últimos días. Y también desconozco si el monstruo mítico medio conoce la sensación de que un adeversario de apenas 1.2 kilitos le plante cara y trate de comerse sus dos cabezas, pero para cojoncillos los míos que son pequeñotos y pegados al culo.

El caso es que andaba haciendo mi vida normal (lo normal para quien se hace pasar por gato doméstico pero viene con la lección aprendida de ser genial compisitor, faraón y depredador del pleistoceno en otras vidas), es decir, andaba tocándole las narices a Baby y a Golfo, impidiendo que cenasen y viesen la tele en paz, cuando, llevado por el frío últimamente imperante, éste se mete en su habitación y sale un monstruo:

Para haberlo visto, no me lo creerá nadie. Dos enormes cabezas, pelo negro abundante, unos ojos sin vida... como los de un tiburón; una bestia inenarrablemente fea y con muy malas pulgas, que se me avalanza encima como intentando comerme. Oigo su extraño rugido, no sé si sería una de esas extrañas bromas de sanguinario combatiente, eso de gritar ¡No corráis! ¡No vamos a haceros daño!, mientras se recarga el lanzagranadas; el caso es que daba más miedo su cara (cualquiera de las dos... o de hecho als dos a la vez) que su voz nasal, casi estúpida: Una parodia de sí mismo.

Noté una sensación nueva en este pequeño cuerpecito que me ha tocado en suerte: Pelo erizado, la cola erizada, más gorda de lo normal (no era una erección, de eso hablaré un pooc más adelante)... ¿Sería eso que llaman miedo? porque no lo recuerdo de otras vidas, pero sí que huí, me subí a lo alto de la estantería para observar con recelo y con algo de perspectiva, a veces bajaba, pero ese cabrón bicéfalo... negro como el hollín del infierno aparecía de la nada sobresaltándome, amenazando con arrancarme de un mordisco una para, la cola, quizá la cabeza.

Cagadito por las patitas abajo me tuvo durante horas, aunque luego pareción calmarse... Claro, con una cabeza de mi tamaño, ese bicho estaba subestimando al futuro tirano mundial, al heredero de la gloria y la crueldad: Rematadamente tonto, incluso para dormir con sus cuatro ojos abiertos (dos por dos cabezas... cuatro). De nada le sirvió despertar cuando le salté encima y empecé a morderle su enorme nariz (no me cabía en la boca). De nada le sirvió ni dormir con los ojos abiertos, ni que su otra cabeza tratara de ayudar a la que yo atacaba (no sé por qué a cabezazos... ¿Miedo a morder?), estaba dispuesto a sacarle los ojos con mis carras, y a morderle la nariz hasta llegar al cerebro.

El Lobo de dos cabezas no ha vuelto, debe andar escondido en la habitación de Golfo y Baby. Mira que es cagón, y es que nada puede parar a un felino cabreado por pequeño que parezca.

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