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Me Cago En Mi Vida

ROSITA

Quiero hacer un pedazo de homenaje a una gran compañera que, hace ya meses, se nos fue a otra comunidad autónoma. Mi compañera Rosita, parcial como yo, que además de estar muy buena es una chica encantadora. Su decisión de dejarlo todo e irse con su pareja a una de las ciudades más bellas de España es del todo respetable. Una lástima, eso sí.

 

Rosita, además, será recordada en los anales de la historia reciente de la seguridad privada por protagonizar dos de las anécdotas más tronchantes que he vivido en tres años y medio de segurateo. Y encima las protagonizó sin querer.

 

Es costumbre, al menos desde hace un par de años, que cuando un vigilante de servicio va a comprar al súper cercano, su compañero aprovecha que se lleva la emisora para hacerle una trastada cuando está en la cola de la caja. Esta coña empezó con mi querido gran gallego, un tío de metro noventa y ciento y pico kilos que se acostumbró a oir por el artefacto que le colgaba del cinto cosas como ‘¡No te me olvides de los preservativos, Fresita!’. Nunca se lo hacemos a las mujeres. Es cosa de tíos. Otro, tuvo que soportar ante decenas de personas que se dijese por la emisora: ‘Oye, Joe, acaba de llamar tu novio. Dice que ha vuelto del médico y que tiene los resultados de su análisis. Que le llames urgentemente’. Ni puta gracia cuando eres la víctima.

 

Reconozco que he hecho alguna de estas bromas tan pesadas. Cosas como que un compañero, rodeado de gente, tenga que escuchar: ‘¡Atención personal del Súper! ¡Atención personal del Súper! El gordo que viste de marrón va a robar algo, repito, el gordo que viste de marrón va a robar algo. ¡Sí! ¡Ese gordo! ¡El calvorota con perilla! ¡Ese tan feo y sospechoso que parece odiar a todo el mundo! Recibí una merecida colleja por ello. Así que mi segunda mejor broma fue más inocente: ¡Hola! ¡Soy tu emisora! ¡Estoy VIIIIIIIIVA! ¡Dame de comer-Dame de comer!

 

Nota: Si me identifico con alguien de ’Chicho Terremoto’

es con ese perro que siempre llevaba los gayumbos del ’Depor’

En realidad, mi merecido castigo me lo dio Rosita durante un turno de día. Iba yo, en ese caso, al Súper de al lado y se me ocurrió preguntarle si necesitaba algo. Me pidió protector labial (hmmm)... Cuando entré, le pregunté a una empleada del súper si tenían ese producto, y me indicó su ubicación. JUSTO ENTRE LOS CONDONES Y EL GEL LUBRICANTE. Con el rostro más enrojecido de lo habitual, estuve tentado de llevarle el gel y los condones, pero cuando una mujer trabaja con grilletes y un manubrio de cincuenta centímetros recubierto de cuero negro es mejor tragarse le orgullo y comprar patatas, refrescos y vaselina. Como si fuese a ver fútbol en la tele y meterme los aperitivos por el culo. Encima era un tarro enorme.

 

Me encantó verla reír. Mi cara casi recuperó su natural color pálido-turno de noche.

 

La otra anécdota es casi tan tremenda. Después de saber que se iba me despedí de ella unas seis veces (abracitos y besotes incluidos) La última ante su señora madre. Cuando llegó a Las Dos Torres, caracortada ya nos había prevenido: Está buena mamones, pero conozco a su madre. En cristiano eso significa ‘Ni se os ocurra tocarla’. En seguridad, ‘Es ilegal incluso entrarle’ y eso que en seguridad ‘si hay césped hay partido’... (es un trabajo duro... comprendednos) En su último día, su señora madre hizo glorioso acto de presencia. Y digo glorioso porque incluso un ateo convencido como yo hincó la rodilla en tierra y la llamó ‘Mi Santa’.

Hay quien dice que las hijas se parecen a las madres.

Yo digo que es cierto. ¡Una auténtica MILF!

 

Días después le comenté en confidencia a caracortada que creía estar muy enfermo. Sí, tío –le dije- en cuanto ví a la madre de Rosita me puse muy cerdo ¡Me faltó gruñir a lo Torbe!

 

Él me respondió muy cortante (para variar) De enfermo nada, capullo. ¡Está muy buena! ¡Y tiene unas tetas que deberían ser patrimonio de la humanidad! ¡Si no me la traje a este servicio es porque a su lado la Rotenmeyer es una bondadosa mujer de campo! ¡Menudo genio!

 

’¡¡¡OIIIIIIIIINK!!!’

La imaginé cabalgando sobre mí al grito de ¡Arre! ¡Arre hijoputa! La imaginé azotándome el culo hasta dejarlo como mi cara, el día del supermercado. La imaginé vestida de cuero con tachuelas, dándome latigazos y ordenándome que la llamara ‘Ama’.

 

Dicen que la función de un VS es principalmente disuasoria. Si no lo crees, espera a verme de uniforme y con una erección de caballo.

2 comentarios

Golfo -

Gracias, oh Chuck Palahniuk, por la inspiracón ("Tripas")

Pensamos igual en lo de la comparación parienta-suegra. Si tu suegra es una imagen de lo que será tu parienta dentro de décadas, conozco a un cabroncete que ha invertido con sabduría.

Saludos.

Leo -

Jajajaja lo de los aperitivos con vaselina fue historico.

Situacion incomoda para su novio, ver que su suegra esta mejor que la hija. Y no seria la primera vez.