Blogia
Me Cago En Mi Vida

MI PEQUEÑO DESPERTADOR

MI PEQUEÑO DESPERTADOR

 

Cuando firmas un contrato con una gran empresa crees que puedes estar seguro de que se va a cumplir. Por ejemplo, mi contrato con el gran marrón (si Baby trabaja para la Big Blue yo me permito hacer este chiste sobre la corporación para la que trabajo... y mil perdones a UPS) especifica que mi disponibilidad se limita a fines de semana y festivos de 19 a 7 horas. ¡Maravilloso!

Maravilloso, pero empiezas aceptando hacer vísperas (de noche) y acabas trabajando de lunes a jueves de día... justo lo contrario.

El caso es que, en la última Semana Santa, me tocó un glorioso turno de día, que acepté casi de buena gana por dos razones: Prácticamente no había que hacer nada y me tocaba con una compañera muy atractiva. Pero no conté con mi dependencia absoluta de las ganas de trabajar que tuviesen los conductores de los convoyes del Metro de Madrid... lo que significa toda una afrenta a la hermandad del turno de noche: Llegar a en punto o, peor, llegar tarde a hacer el relevo.

Es salir del metro y encontrarse con 600 llamadas perdidas desde el teléfono del equipo de seguridad de mi glorioso destino (ahí dentro hay alguien realmente aburrido) algo que se soluciona con unas mil o dos mil disculpas y con echarle la culpa al metro y a la sociedad. En todo esto, el sonriente compañero va y me dice que me llamaba por si me había dormido... Claro que es un compañero de la facción pro-perros y anti-gatos, gente que no comprende que puedes compartir tu vida con un pequeño mamífero que te odia y que se encarga de despertarte todas las mañanas (incluso cuando no tiene hambre o frío) en torno a las cinco menos cinco minutos de la madrugada.

Hace poco mi amigo Milos me envió un vídeo de Youtube que, menuda casualidad, explica exactamente mi situación matinal. Una rutina con la que estoy condenado a vivir los próximos quince años.

Helo.

0 comentarios