Blogia
Me Cago En Mi Vida

EL GÉNERO SINDICAL-EPISTOLAR

EL GÉNERO SINDICAL-EPISTOLAR

Las cartas que recibe un afiliado de su sindicato deberían estar reconocidas como un género literario a parte. Me imagino como un montón de adolescentes inseguros, salidorros y llenos de granos (como yo lo fui) estudian en su aula de instituto el género sindical-epistolar, mientras planean botellones a gran escala (como yo hice cuando estaba en edad de merecer) Una profesora desmotivada, mal pagada y siempre al borde de la depresión, explicaría la estructura de una carta clásica:

Tras un encabezamiento con el nombre del sindicato y sin ninguna identificación clara, se procede a saludar al afiliado recordándole lo duro que sería vivir sin estar afiliado, comparándolo con ser un esclavo en las minas de coltan del norte del Congo, debido a la maldad y vagancia innatas de cualquier forma de vida basada en el carbono que estuviese empleada por la empresa en labores administrativas o directivas...

El género epistolar-sindical, hace especial hincapié en dos puntos:

  • 1) El resto de sindicatos son una banda de mercenarios vendidos al sistema. Se dirige a ellos con toda una suerte de originalísimos motes al mejor estilo de Jiménez Losantos.

¡Y otra vez la jodía OGT! ¿Qué han hecho ellos sino firmar todo lo que la empresa les ponía sobre la mesa? ¡Sin leerlo! ¡Vendidos! ¡Que son unos vendidos! ¿Y las Comisiones Perreras? ¡A esos los llamamos los ¡Yonohesido"! Yo no he hecho esto, yo no he firmado aquello, yo no he sido...

(ojo al agudo juego de palabras: OGT = Ojeté)

  • 2) Sólo el sindicato representado por el firmante de la carta es portador de la Palabra (la de Dios claro) y la Verdad Suprema (sólo que esta vez sin ántrax ni gas sarín) A ser posible, con gloriosas citas bíblicas...

Nosotros somos el grano en el culo de la patronal. Somos una idea que va de boca en boca. Somos GOLIAT CONTRA DAVID...

(Esto último es real. Un sindicato llegó a meter esta gloriosa frase en una carta de propaganda electoral el año pasado)

El enseñante, haría especial hincapié en el estilo que utilizan los autores de estas cartas al dirigirse al lector. Un estilo en primera persona, como de discurso de agitación... de putsch de cervecería. Un clásico que, con sus particulares licencias ortográficas, los conocedores del género sindical-epistolar denominarían hacer el bávaro:

¡Decirme quién más hace esto por nosotros! Yo doy seguridad a los medios de transporte, a los medios de comunicación, a los lugares de trabajo y de ocio... ¿Por qué me lo pagan llamándome segurata?

(100% textual ¡Lo juro!)

Cuando vendí mi alma al diablo uniéndome a un sindicato amarillo (y yo sabía que era amarillo... por eso pedía algo a cambio) creí que la cosa cambiaría... que gente que trata de parecer seria utilizaría fórmulas de comunicación internas más sofisticadas o, cuando menos, más adecuadas a su condición e imagen corporativa...

Hëil, camarrrada. Nuestrrro glorrrioso sindicato, siemprrre pensando en lo mejorrr parrra nuestrrra glorrriosa emprrresa, que es quien mejorrrr puede cuidarrr de tu bienestarrr, necesita tu ayuda en las prrroximas elecciones sindicales. Porrr eso esperrramos que vayas voluntarrriamente a votarrr al gimnasio de la emprrresa el prrróximo miércoles, y no nos obligues a irrrte a buscarrr a tu, esperrramos, gerrrmánica casa.

Te enviamos nuestrrro más calurrroso saludo con el brrrazo estirrrado.

¡Hëil Gütt!

Sin embargo, el camuflaje de este sindicato ha resultado ser tan logrado que parece que sus misivas a los afiliados las escriba el propio Ivá. Logran, y de sobra, parecerse a un sindicato normal en sus cartas. Mi eterna compañera de viaje se llama decepción:

¡Cómo coñio satreven a firmá sa'mieeeelda de convenio colectiu! ¡Cagon San Peo Bendito! ¡Cagon tó! Menúa panda de vendíos!

0 comentarios