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Me Cago En Mi Vida

KELLY

 

Cuando me dijeron que la seguridad privada tenía una alta movilidad de plantillas no me imaginé lo presente. Creí que el Don Pascual, malvado Prosedirector de Recursos Humanos, exageraba con lo de que se iba un 15% del personal cada mes... la siguiente historia es la baja voluntaria más normal que he visto en dos años (encontró un trabajo mejor), aunque, por alguna razón, la peor de todas. Una quinta razón para ir a trabajar se acabó convirtiendo en una razón más para dejarlo.

Puede parecer muy emotivo, en particular a todo lector que desconozca que estoy más salido que un ciervo con cuernos de doce puntas, pero pocas cosas pueden motivarte más a hacer turnos de doce horas en el imperio del mamoneo que una cara bonita con culo a juego. Un culo tan bonito que quisiera ser su inodoro.

Fue la primera cara que vi en Las Dos Torres (si obviamos la del gigantesco Micky y su comentario de ¿Vienes de Parque Vacaciones? Allí creo que usan las mismas máquinas de vending que nosotros. Ella se limitó a darme la mano y me ocurrió lo que a Kintaro en Golden Boy. Mi mano se transformó imaginariamente en un pene.

La pobre chica llevaba dos años traumatizada por un empleo en seguridad privada (pese a su licenciatura) y por un entorno que parecía no comprenderla. Que si tenía voz de teleoperadora de línea erótica, que si era una chica un pelín ardiente (tiene que ver con que estuvo destinada en el Windsor ... ¡Imaginad cuál era el nudo de corbata que más le gustaba!) que si se tiraba a los auxiliares... recuerdo que cuando me contó esto último me añadió un espero que no empiecen a hablar de ti y de mi porque... ¡Ni porque ni nada! ¡Hablad bastardos! ¡A mí mientras no me líen con un tío me da igual! ¡Viva la rumorología! ¡Vivan los cotillas! ¡Un beso a la frente a todos y cada uno de ellos! Sobretodo si termina por ser cierto lo de que la mentira que se repite mil veces se acaba convirtiendo en verdad.

Lo mejor es que resultaba ser bastante friqui en el trato personal. Recuerdo un par de frases gloriosas que ocupan un puesto más que merecido en el ranking de 2007 (próxima publicación en este blog) Uno de los clientes más tocanarices de esta instalación es una empresa dedicada a la comercialización de lotes y regalos de navidad (cestas y toda esa movida) una empresa que limita su actividad a los meses de noviembre y diciembre. En su última campaña, la encargada se traía a su hijo adolescente, un pimpollo de unos 16 ó 18. En cuanto la niña le vio sentenció:

¡Hmmmm! ¡Un pollito muy apetecible!

Tremenda experiencia la de sentarse junto a una mujer que pronuncia hombreísmos (es decir: Comentarios típicos de un peón de la construcción pero en el sentido contrario... el de una mujer heterosexual) De hecho, aunque rebajase su nivel para parecer más graciosa, sus belenestebanismos resultaban cómicos (probablemente porque está muy-muy buena) como cuando me contó su experiencia en el Prosecurso de Defensa Personal Policial:

El Señor P me hizo una llave muy rara. Me tiró al suelo tan fuerte que el tanga me llegó a los sobacos

Sé lo que piensas, agudo lector. Y además está buena

Sólo cerrar con el culmen de nuestra relación (por llamarlo de alguna manera) resultó que al poco de conocerla me había inspirado en uno de los pocos sentidos no sucios en los que una tía buena puede inspirar a un salido obsesionado con el sexo como yo. El poético. Sufría una de esas noches de pesadilla acompañado por La Rotenmeyer cuando, por no oírla más, me salí a la puerta principal a fumar. En ese momento esos labios carnosos aparecieron en mi pensamiento. Miré a la luna llena, alcé mi arpa y empecé a componer una oda a la compi que está güena.

¡Y sin haber bebido una gota de alcohol!

Los versos surgían de mi mente como bandadas de moscas que huelen mierda, me veía como Asurancetúrix, el bardo, mientras me quedaba plantado fumando en la calle, con el mástil en alto y punteando un sólo de guitarra cuando apareció ella. Así me cogió. Inspirado, poético... y con la polla en la mano (metafóricamente claro).

Mi cerebro reaccionó como Moe Szyslak ante tamaña pillada. ¡QUEEEEEEEEEEÉ! Resultó que había dejado su coche aparcado allí el día anterior, y al ir a recogerlo interrumpió mi masturbación mental (¡Quede claro que he dicho mental! ¡MENTAAAAAAAAAL!)

Y así nos ha dejado. Tristes. Solos. Fijándonos en las empleadas de las oficinas que custodiamos. Imaginad a qué niveles de erotismo llegaban las idas de pinza que, cuando ella asistía a las cenas de navidad que organiza el personal de la instalación, el comentario más recurrido solía ser "Kelly se trajo a una amiga..."

Mucha suerte para esta niña. Y a ver si el gran marrón nos la sustituye por otra de igual belleza y conversación.

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