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Me Cago En Mi Vida

EL SUPERINSPECTOR (2)

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Hablar con este tipo sobre el sector de la seguridad privada era uno de esos ejercicios que te levantan la moral. ¡Tío! ¡Esta empresa es Primera División! ¡Aquí trabaja gente normal! (...dijo eso después de trabajar una semana con Rotenmeyer... ¡Lo que debe haber por ahí suelto!) ¡Me han llamado por teléfono ayer! ¡Y era mi tutor en la empresa! ¡Un tutor!

(Aquí me dio algo de envidia... yo llevo dos años en esto y no sé quién coño es mi tutor en la empresa ni qué demonios ha estado haciendo estos dos años. Bueno sí sé qué ha estado haciendo: ¡No llamarme!)

Esta empresa te ofrece cursos de formación... ¡Te pone un gimnasio!

Si, bueno. También te invitan a comer... pero sólo te comerás un marrón detrás de otro

Aquí se vio por entero la veteranía de Scarface. Le comenté lo de este nuevo supertipo y me respondió: En menos de tres meses querrá largarse. Si no al tiempo.

¡Cierto! No sé cómo lo hace Caracortada, pero siempre acierta. Una tarde, me conecté a Internet con mi portátil, y nos pusimos a jugar con el minijuego de la sección de formación de Bolsamanía, un ejercicio de interpretación de gráficos (de ondas Elliot) basado en datos históricos, en la que el usuario tiene que interpretar si debe comprar o vender acciones. ¡El cabronazo no falló ni una! Sólo pude preguntarle qué coño hacía él trabajando cuando debería estar en un jakuzzi con dos jamonas, una copa de champán y un teléfono por satélite en contacto directo con su broker. Al fin y al cabo, el capitalismo es el único sistema que te permite ganar pasta sin trabajar.

Efectivamente, el Señor Inspector, tardó exactamente dos días en darse cuenta que el servicio no tenía ni pies ni cabeza, en quemarse y en pedir otro lugar donde trabajar. Al par de días estaba enseñando a otro más nuevo aún cómo era la operativa del lugar... y se quejaba amargamente: ¡Vengo de un destino que era un paraíso! ¡Aquí no sé ni cómo va la central de incendios! ¡Me niego a aprender a controlar los ascensores! ¡El parking público es una ratonera letal! ¡Incluso he visto los nombres de vigilantes y auxiliares caídos en el cumplimiento del deber! ¡Estaban escritos con sangre en una pared perdida de un subterráneo! ¡Al entrar en el aljibe me ha atacado una horda de zombis! ¡Y cuando fui a espantar a una rata de unos diez kilos ésta se irguió sobre sus patas traseras y empezó a amenazarme utilizando la jerga de las maras salvadoreñas! ¡Vengo de la residencia de un diplomático y ahora, al hacer la ronda, tengo que fichar en los cuartos de baño! ¡Toda la puta noche oliendo mierda y monóxido de carbono!

¡Qué somos! ¿La Brigada del water? (una definición perfecta)

Sólo pude contarle mi última experiencia friqui en ese edificio de oficinas olvidado de la mano de Dios: Mira tío, hace una semana vine a sustituir a un compañero porque su hermano estaba en el hospital. Al poco de ponerme en posición de "fingir que trabajo" (de pie, en la posición que -por alguna razón- los militares llaman de "descanso" y girando la cabeza como si mirara en todas direcciones para controlar la zona) me encontré a mi derecha al Jefe de Edificio con Chicho (ambos de traje), a mi izquierda al Jefe de los Jefes de Edificio... ¡Y al mirar al frente me encontré al Presidente de la empresa con su señor padre (dueño de la misma)... En ese momento pensé qué pasaría si sonaban una alarma de incendios o de intrusión...

¡Pero tú llevas aquí un año! -me dijo

¿Y a ti quién coño te ha dicho que yo sé hacer este trabajo? ¡Los señores jefazos sólo me verían temblar con la cara pálida y apretar un botón tras otro de la centralita hasta que acertase! ¿Por qué crees que quitaron el botón de autodestrucción del edificio?

Rompió a llorar. De la risa. Fue algo balsámico, me dijo. Ese comentario le ayudó, al parecer, a aguantar un mes y medio más.

Para variar, la salida de las dos torres del Superinspector, fue una de esas historias que es mejor no recordar. Otra compañera (parcial como yo) acababa de dejarlo también, por esas fechas, y había llegado un auxiliar recién promocionado a vigilante para sustituirla. Pero resultó que el chico nuevo no tenía un contrato a tiempo parcial. Tenía una jornada completa... ¡Y venía a sustituir al Señor Inspector! Sobra decir que el bueno de Chicho no le dijo nada en un mes.

Entonces se cumplió la profecía que solté después de que se fuese el Señor Lobo: El que trabaja conmigo en Nochebuena tiene los días contados. Creo que este supercompañero del que os acabo de hablar está destinado ahora en un banco. Un lugar, por alguna razón, más tranquilo que este edificio de oficinas que algún día acabará conmigo, aunque, lo que nos llega de la gente que se va son sólo rumores.

¡Suerte tío!

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