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Me Cago En Mi Vida

UNA NOCHE MEMORABLE

UNA NOCHE MEMORABLE

Tenía que haber sido un turno tranquilo, uno de esos turnos en los que un vigilante NO saca de su bolsa un ordenador portátil, una tele o un reproductor de DVD y se la pasa viendo películas, vigilando siempre alerta como bambolean las tetas de una Silvi Saint con la que ha acabado teniendo cierta confianza. Un control de accesos en edificio cerrado, un turno de play station, una de esas gloriosas jornadas laborales que consisten en tocarse los huevos toda la noche (cada uno los suyos claro). ¿Por qué la gente es tan mala? ¿Por qué hay tan poco amor en el mundo? ¡Es que la gente no tiene casa o qué!

 Trabajo rodeado de gente encantadora 

 

Y no es coña. Son tan encantadores que, cuando salen de marcha, no pueden pasar sin venir a vernos a los que estamos de servicio. Cuando se trata de los colegas del gremio no hay maldito problema pero... ¿Por qué coño tienen que celebrar la cena de Navidad justo aquí al lado? Mirad que hay restaurantes, pubs, discotecas y locales de striptease en Madrid como para tener que celebrar una puta cena justo al lado. Puerta con puerta.

 

Ya tenía suficiente con fingir que trabajo las primeras horas de la mañana hasta que llegue mi relevo como para encima tener que fingirlo toda la puta noche. ¿Sabéis qué significa alargar la ronda? Digamos que se trata de una puta retirada estratégica cuando ves llegar al jefe de seguridad del cliente con un par de copas de más. O de menos. Da igual si ha bebido o no, es el responsable del cliente para la seguridad, lo que significa que es hora de pirarse.

 

Nos lo había advertido el Jefe de Equipo: “Cuidado, no os vayan a pillar en un renuncio. Podría ser peor... imaginaos: Podrían pillarnos abrazados.

 

Lo peor de tener que fingir que trabajas durante doce agotadoras horas es, precisamente, hacerlo en un destino donde cliente o empresa quieren tenerte entretenido. Con tenerte entretenido me refiero a hacer una ronda cada hora. Rondas, rondas, rondas, rondas... siempre lo mismo: Compruebas las puertas. Te fijas si se ha fundido algún foco en los últimos treinta minutos, fichas con un trasto llamado universalmente “Pato” (independientemente de su marca, forma o funcionamiento), caminas, caminas, caminas... y acabas hablando sólo, cagándote en todo, acordándote de todo el puto organigrama de este servicio. Desde Chicho al puñetero señor presidente del glorioso cliente. Todo esto me recuerda a la película “El expreso de media noche”, cuando al protagonista lo trasladan a un manicomio y tiene que dar vueltas en círculo durante todo el día hasta que llega la hora de dormir. Algún día vendrá a verme Baby al curro y me pedirá que haga las rondas caminando en sentido contrario para no volverme loco.

 

Lo peor es que, cuando vas por los aparcamientos, tengas que fichar en un cuarto de baño abierto al público. Imaginad que además, acompañas los movimientos rutinarios de la ronda con un mantra de vigilante... algo del tipo “mecagontó-cagontó-cagontó-cagontó...” y JUSTO EN ESE JODIDO MOMENTO se abre la puerta de una de las cabinas (desde donde la gente suele llamar a un tal Roca) y aparece uno de los jefes de seguridad que, pobrecillo mío, se sintió indispuesto, y decidió hacer de vientre JUSTO EN ESE MALDITO CUARTO DE BAÑO. Y encima se limitó a decir un temeroso “Hola”. Por lo menos parecía más asustado que yo.

 

El Mahatma y yo

 

La primera vez que vi a este buen hombre venía acompañado de su traductora/profesora de español. Se le había perdido. Se acerca una chica muy guapa a mi puesto y me dice “Perdona... ¿Has visto a un hombre con barba y un turbante?”. Joder si los he visto así. En los telediarios, en las listas del FBI... claro que este buen señor viene de la India para trabajar en una gran compañía del sector energético. ¡Y trabaja con el horario de la India! Lo digo porque se pega currando toda la puta noche. Y no como una limpiadora, que entra a las once y sale sobre las cinco de la mañana... esa por lo menos duerme... o limpia con mucha calma.

 

El Mahatma parece haberse fijado en mí porque hablo con él en inglés. Incluso ha llegado a decir que tengo un buen nivel de inglés, lo que debe ser una perla del humor indio, un chiste de Fernando Esteso en su versión Bollywood. Por lo menos es un tipo majo y agradecido... eso de “Thanks for check for me” me conmovió hasta lo más profundo. El resto de la conversación no la pillé, pero para eso Dios inventó el gesto de sonreír asintiendo con la cabeza.

 

Hola, estoy borracho y soy gilipollas

 

A la hora de diseñar un local es muy importante dotarlo de salidas de emergencia. Pero ¿Por qué coño tienen que dar esas putas salidas a la recepción de otro edificio? ¿Y por qué el arrendatario del local, que ha decidido explotarlo como bar o discoteca, no ha decidido poner a un portero en dicha salida? Pues para mantener un poco más entretenido al personal de seguridad del edificio anexo... a ese personal por el que no paga. Que te entren en la instalación tres o cuatro borrachos en una noche es el pan nuestro de cada día... que las tres veces sea el mismo imbécil es una muestra de que Dios no carece de un hiriente sentido del humor.

Digamos que la primera vez se ha equivocado. De acuerdo. Entre sus balbuceos parecen percibirse las palabras “busco” y “salida”. La segunda vez es cuando el individuo decide dar rienda suelta a su locuacidad. “Acabo de cenar en este restaurante y me he dejado el abrigo dentro ¿Me aseguras que puedo entrar a cogerlo?”. Al verle entrar por tercera vez me pregunto qué parte no ha entendido de “Esto es un edificio de oficinas, su abrigo no está aquí”.

Cuando el alcohol entra en juego es cuando nos damos cuenta de qué personas deberían haber sido ahogadas en el río nada más nacer. Sobretodo si empiezan a gritar y a hacer movimientos bruscos. Sacar por la fuerza a un borracho de un edificio de oficinas es una de las experiencias que juro relatar a mis nietos, aunque cuando le empujaba, agarrado de los brazos, luxándole las articulaciones, caí en mi error de novato: Se me debería haber caído varias veces por el camino.  

 Quiero demostrarte que soy buena persona 

 

La bondad se demuestra de muchas maneras. Se pueden hacer regalos, tener unas palabras amables... Este no fue el caso. Fue más bien como un chiste: Entra un tipo en un edificio de oficinas lleno de cámaras y le dice al segurata... Y le dice al segurata que es un tipo muy importante, un cliente muy antiguo que va a dejar su coche en el parking público... se identifica, identifica el coche, y me da su tarjeta para que le avise si ocurre algo con su lujoso vehículo. Después ese glorioso empresario se empeñó en demostrarme que era una buena persona: Abrió su mochila y me mostró un revólver. Doy gracias a Dios por ir vestido de marrón, si no se notaría que me había cagado.

 

No sé qué coño significa eso de “soy buena persona, voy armado” pero a mí me sonó a “Éste es mi cochazo, si le pasa algo te coso a tiros”. Y encima el “compi” me dice que se lo hace a todos los nuevos.

 

Amanece

 

Lo bueno de los turnos de noche de doce horas es que se acaban. Es lo único bueno. Ahí te olvidas de todas las rondas, de los mahatmas, de los empresarios armados y peligrosos, de los borrachos... te olvidas de las alarmas que han sonado sin motivo, de los focos fundidos, de que perdiste diez kilos para sacarte una placa y ahora tienes que colocarle los periódicos al cliente del cliente de tu empresa... te olvidas de los beodos que han orinado o vomitado en la entrada, de que juraste que eso lo limpiaría la puta madre de otro, de que lo cumpliste y alguien lo pisó, de que te partiste de risa viéndolo... te olvidas de los grupos de jóvenes que hacían botellón en el aparcamiento, de cómo les echaste, de que te mandaron a la mierda... 

 Puede que alguien del personal de los clientes no capte conceptos como que el abono de transportes no es un documento oficial de identificación, o que hay que comprobar las autorizaciones... o que para la seguridad siempre hay tiempo, como se decía en Dilbert.

 

 

 Todo esto en una puta noche. Por eso, cuando ves entrar a tu compañero del turno de día es como quien ve amanecer tras estar encerrado diez años bajo tierra. Significa el relevo... significa que esto deja de ser tu puto problema. Claro que tras contarle todo lo ocurrido en esta noche tan laaaaaaaaaarga, se me ocurre apuntillar el relato con un “podría haber sido peor... podría haber habido fútbol”.  

Era el peor momento para que me respondiese “Tranquilo, eso es mañana y también te toca venir”.

La primera imagen es de una de las mejores parodias sobre esta profesión que he visto en mi vida: El vigilante de "Cámara Café". La segunda salió de esta dirección que encontré en Google  

4 comentarios

Golfo -

Son esos pequeños detalles que nos demuestran que estamos ante una buena persona.

Tranca-Man -

Oh, ah, que prohombre!

Golfo -

Bueno, al menos el empresario no me disparó.

Tranca-Man -

No me jodas que te paso todo eso en una puta noche! Joder, que crudo, tio!