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Me Cago En Mi Vida

Linchado por gente del campo

Linchado por gente del campo

Dicen que dejar de fumar es horrorosamente difícil.  En mi caso no lo creo así: Me parece algo muy fácil... lo he logrado varias veces. Escapar de un linchamiento por parte de una horda de labriegos enfurecidos del sur de la Península Ibérica es terriblemente difícil, sin embargo para Murci debe haberse convertido en una especie de hobby.

La primera experiencia de agresión por parte de los profesionales del sector agropecuario se dio durante una de las denominadas épocas de robos. No me queda claro si en la pedanía de La Escucha tienen por costumbre destinar algunas semanas de cierto mes al saqueo de las propiedades vecinas, pero el caso es que Murci y sus hermanos tienen en común el amor al atletismo. Los tres son corredores de cross. A los chicos les gustaba salir a correr por los alrededores de su casa, lo que inevitablemente conlleva atravesar las tierras de los vecinos... expongamos la ecuación:

Murci y sus dos hermanos + chandall y zapatillas deportivas + infiltración sin avisar en las propiedades de sus vecinos, armados con sus escopetas de caza y mogollón de cajas con cartuchos durante la Temporada del Saqueo

No hay que echarle demasiada imaginación a la cosa como para imaginar alguna que otra detonación acompañada de un sprint por parte de los tres corredores.
 

Resulta que uno de los hermanos de Murci (digamos que como él, pero algo más espabilado y joven) formaba parte de un conjunto musical. Sólo Alá (... y ellos) saben qué demonios trataban de cantar, pero por la zona se les conoce como los Tres Andaluces y su guitarra. El nombre lo dice todo. Pues resulta que el trío musical decidió ir, acompañado de los dos simpáticos hermanos, su tío (pequeño empresario de la construcción él) y varios de sus compañeros de trabajo, a las fiestas de Los Gazquez (Almería). Por problemas de presupuesto no había para un arroz, así que las fiestas iban a ser amenizadas por las viandas ofrecidas por un par de vecinos ricos del lugar: Dos perolas (de estas de matanza) llena de patatas cocidas y una morterada de ajo machacado (las papas con ajo parecen ser le plato preferido del lugar... o al menos de Murci).

Todo salía a pedir de boca para la organización hasta que uno de los arquitectos tuvo un momento de inspiración, probablemente provocado por demasiados whiskis con naranja (me niego a llamarles cubatas... ¡El Cuba Libre se hace con ron o no es Cuba ni Libre!). La idea iluminadora fue: ¿Y si secuestramos las papas con ajo?... dicho y hecho, mientras Los Andaluces y su guitarra cantaban en la plaza mayor para divertimento (y distracción) de la masa, los tres arquitectos y los dos corredores de cross (hartos de recibir plomazos) agarraban una de las ollas (una que tenía una tranca de madera atravesada... como para que la llevasen entre dos) llenas de patatas y un mejunje pastoso a base de sal, aceite de oliva y ajo aplastado. Mientas, un hermano de Murci iba a buscar al más fraternal de los andaluces y la guitarra, y su tío esperaba en el coche.

Por el camino, uno de los paisanos (llamarles nativos suena al África Colonial) paró a los hermanos de Murci... ¡Les había tocado un jamón en la rifa local!... les preguntó si iban a disfrutar el jamón, y no se le ocurrió responder otra cosa que Sí, bien acompañado por patatas con ajo.

Todo iba bien hasta que una sombra con boina recortaba la esfera brillante que era la luna llena por el borde de un barranco (dado que no se les ocurrió correr hacia sus coches): Soltar eso u sus pego un trancazo que sus reviento los sesos... en momentos así ni Terminator da tanto miedo.

Podrían haberlas soltado, pero, aprovechando su superioridad numérica, saltaron un caballón (una especie de escalón de tierra) de metro y medio de altura con la olla a cuesta, cuando un grito entrecortó los latidos (ya demasiado ruidosos) de sus corazones:

¡HEEEEEEEEEEJEJEEEEEEEEEEEEEEEYYYYYYYYY!

Segundos después medio pueblo les perseguía. Sólo faltaba música de banjo, de estas de persecuciones... o mejor, la del final de los programas de Benny Hill, peor el caso es que tuvieron que soltar la perola, que cayó rodando barranco abajo desperdigando de patatas toda la zona: Patatas de la tierra (con sabor a tierra).Así, muertos de risa, y con dos andaluces sin guitarra abandonados a su puta suerte en medio de un pueblo cabreado (creo que al final le echaron la culpa a unos moros que iban en un Renault Laguna último modelo... justo el modelo de coche que tiene el tío de Murci), la Familia Manson murciana regresó a La Escucha a disfrutar de su jamón ganado en una rifa.

2 comentarios

Golfo -

Lo que ocurre en el triángulo \"bermudero\" entre La Escucha, Lorca y Los Gázquez, viene a ser una mezcla entre eso y un anuncio de Litoral.

El abuelo -

Increible, las crónicas murcianas me recuerdan cada vez más a una peli de Berlanga