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Me Cago En Mi Vida

Turno de Noche

Turno de Noche

Con esta intertextualización (adoro usar este tecnicismo ara ocultar un plagio clarísimo) del nombre del programa de radio que hizo en su momento Juan Antonio Cebrián, trataré de explicaros cómo es mi labor de vigilante (esto es un decir) nocturno.


Mi turno de noche es de siete a siete... empiezo media hora antes para dar a mi compañero del turno de día tiempo para cambiarse, de modo que él llega media hora antes para corregir mis meteduras de pata nocturnas, abrir la instalación y evitarme todo contacto con los profesionales que trabajan allí (esos que muestran una expresión entre sorpresa y alegría cuando me ven... algo del tipo ¡cielos! ¡no han puesto un maniquí sentado en la garita con el uniforme de la empresa!). Eso significa que hago un turno de noche de doce horas... de las que legalmente sólo nueve son horas nocturnas. Personalmente expreso mi comprensión del fenómeno a la hora de llamar cada hora a la central, cambiando el buenas tardes (hasta las 22h) por un buenas noches (hasta las 5h) y terminando con un buenos días en las dos últimas. Así doy a entender a los telefonistas que pringan toda la noche (en cómodos turnos de 8 horitas de nada) cuatro cosas:


-          Sigo vivo
-          no estoy dormido
-          sé qué hora es
-          tengo el sentido de la puntualidad de un británico.


El turno de noche es idóneo para la gente con problemas como paranoia, esquizofrenia o inestabilidad emocional: Está lleno de extraños ruidos que inspirarían a cualquier escritor para especializarse en relatos de terror. Yo tengo uno por ahí garabateado, pienso colgarlo aquí en breve... además, como generalmente no pasa nada, da pie a imaginar multitud de cosas, y si uno tiene el defectillo de hablar sólo puede perfeccionar su oratoria. Por otro lado, la prohibición de comer, beber, dormir, distraerse, ver la tele, escuchar la radio, leer, o fumar (son sólo algunos de los 10000 mandamientos de la seguridad privada) dan lugar a cosas tan extravagantes como contar las baldosas del suelo de la instalación, ponerles a cada una un nombre distinto, saludarlas al iniciar el turno... y que lleguen a responderte.  Tras mi primera noche, allá por Noviembre, pensé en someterme voluntariamente a una evaluación psicológica... me notaba irritable en casa debido a la falta de sueño. Lo peor es que luego me he acostumbrado, y la irritabilidad se ha convertido en un estado zombi permanente de risa tonta. Por otro lado, el turno de noche encantará a las personas amantes de la paz y la tranquilidad, más que nada porque no suele pasar nada interesante... ni no interesante. 


 ¿Qué no tienes a nadie con quien hablar durante el turno? pues lo que falta se inventa... he de presentaros a mi nuevo compañero en el turno de noche: Se llama Harvey, es un conejo rosa de dos metros de alto y unos 150 kilos, que viste el uniforme de la empresa con un casco de la Segunda Guerra Mundial y un voluminoso chaleco antibalas. Como él suele decir: Si hay problemas me encomiendo a Dios todopoderoso, a la santísima Madonna -que de santa no tiene nada pero ¡qué cincuenta años!- y a mi voluminoso chaleco antibalas. Además utiliza el típico truco curricular de decir que es experto en un exótico e infalible arte marcial que denomina con el nombre de una casi desconocida marca de automóviles de extremo oriente: Soy quinto Dan de Daihatsu... (por favor, si alguna vez utilizáis esto procurad no meter la pata con frases como soy cinturón negro de Toyota).
 No puedo más que finalizar este post con un simulacro e incidencia imaginaria:


Después de las doce de la noche, se escucha un fuerte ruido, como un portazo, dentro de la instalación (instalación cerrada y sin nadie dentro... es nochevieja y todo el mundo está en su puta casa y con su puñetera familia excepto el pringado del turno de noche...). Es el momento de ir a comprobar lo que ocurre, pero no se encuentra nada anormal en la instalación. El portazo se repite varias veces más, y tras dos rondas extras (tan extras como infructuosas) decido echar un vistazo en el patio interior y veo luz en el último piso...


Hmmm, resulta que no tengo por qué vigilar el último piso... llamo a la central para pedir instrucciones, pero dado que es Nochevieja los teléfonos han sido hábilmente descolgados para no incordiar a los telefonistas que celebran el Año Nuevo. ¿Qué hago? ¿Llamar a la poli? ¿Acaso he visto algo ilegal? así que me tomo mi tiempo para consultar en el manual qué hacer, y decido... ¡subir a ver qué pasa!. Tengo a mi lado a la pequeña Anestesia (he decidido llamar así a mi superdefensa abrelatas... abrelatas porque hay que tener la cabeza de latón para meterse en una puta casa vieja como la que vigilo... y abre porque tras un porrazo con ella no creo que un cráneo humano -excepto si es del Sur de Georgia- permanezca intacto). ¡Un momento! ¿Quién sería tan imbécil como para morir por 4.80€ a la hora?


¡Tengo una idea mejor! Subo piso por piso, inspeccionando la instalación y dejándola a mi paso cerrada a cal y canto. Enciendo las luces... TODAS LAS LUCES... y además, cuando camino subo mucho las rodillas y piso con mucha fuerza para hacer mucho ruido. Espero que no haya cámaras de seguridad ocultas, o un videovigilante se va a echar unas risas.  Finalmente llego temblando de miedo a la zona donde se originó el ruido y compruebo que no tengo llave para abrir esa puerta... ¿Pregunto si hay alguien ahí y si puedo ayudarle? ¡Que se joda! si alguien ha entrado sin permiso en la instalación que tenga la decencia de pedir ayuda caso de estar atrapado. Si no que vuelva a usar la ventana o el agujero que utilizó para entrar.  Me bajo de nuevo a mi puesto, dejo todo bien cerrado y me tomo un cafecito pensando que:


a) soy un paranoico más (lo que me reconforta porque mi vida no está en peligro)
b) alguien es más estúpido que yo (lo que me reconforta porque hay alguien del que se reirán más que de mí)


Que sepáis que este no es un caso real... sólo se me ha ocurrido a base de hacer turnos de noche. Os dejo finalmente una imagen sacada de la página de Games Workshop, para ilustraros el aspecto que se le queda a un marica con buena presencia (como mi compañero denomina a la nueva hornada de vigilantes de PROSEGUR, empresa de seguridad privada que exige buena presencia a sus empleados) tras hacer el turno de noche durante más de un mes. Quítese la servoarmadura de los Marines del Caos y sustitúyase por un PROSEuniforme marrón con bandas reflectantes amarillo chillón... me sorprende cómo me parezco.

 

3 comentarios

Golfo -

el silencio... el frío... el sueño... la pésima programación en la radio (excepto el Cebrián) QUE NO OIGO... las malas noticias en la prensa QUE NO LEO... la vieja loca QUE NO AGUANTO... hay de todo, pero al menos pagan y el contrato es indefinido. Respecto a los portazos ¿Quién es tan tonto como para querer morir por sólo 4,80 a la hora? si alguien quiere entrar a robar que tenga la decencia de hacerlo durante las horas extras, que se pagan mejor.

eso sí: NO HA OCURRIDO el texto es FICTICIO.

1150S -

¡Vaya ronda de los "PORTAZOS"
pone el vello de punta, seguro que ahora te ries.....
pero el silencio... el frío que pela.. el sueño...

PROSEGolfo -

Sé que, la de la imagen, no es mi mejor cara para una foto ¡Pero mirad qué abdominales!